Castigadas sin gimnasia
Nazri¨¢n y Li¨¢n saltan entusiasmadas en las camas el¨¢sticas de un parque infantil de Yedda. A sus cinco y tres a?os, respectivamente, las ni?as ignoran por completo el debate sobre su educaci¨®n f¨ªsica. Los sectores m¨¢s liberales del r¨¦gimen han intentado introducir la gimnasia en las escuelas femeninas como parte de las reformas educativas que el reino tiene pendientes, pero el peso del clero m¨¢s conservador ha logrado que la propuesta se pierda de camino hacia el Consejo de Ministros. M¨¢s all¨¢ del velo con el que cubren sus rostros, las mujeres saud¨ªes tienen ante s¨ª una lucha por los derechos m¨¢s elementales.
"El 75% del Consejo Consultivo vot¨® la pasada primavera a favor de la educaci¨®n f¨ªsica para las mujeres", recuerda Raid Qusti, jefe de la delegaci¨®n en Riad del diario Arab News. El Consejo Consultivo (Majlis al Shura) es una especie de C¨¢mara alta de designaci¨®n real sin capacidad legislativa. Sus funciones consisten en asesorar y proponer leyes, cuya aprobaci¨®n es competencia exclusiva del regente, previa discusi¨®n por el Gabinete. "Cuando su propuesta lleg¨® a la mesa del ministro de Educaci¨®n, ¨¦ste decidi¨® que era necesario escuchar la opini¨®n de las autoridades religiosas y no hemos vuelto a o¨ªr hablar del asunto", resume Qusti.
Aunque los extremistas religiosos sean una minor¨ªa, el 80% de la sociedad es conservadora y s¨®lo desea ajustes m¨ªnimos que no cambien su forma de vida
Lo que es a¨²n m¨¢s preocupante es que algunos miembros del Consejo Consultivo han llegado a negar que el debate se hubiera siquiera planteado. Abdulmushin al Akk¨¢s admite que se discuti¨® el asunto, y que s¨®lo 25 de los 100 consejeros (todos hombres) se opusieron a la introducci¨®n de la gimnasia en las escuelas femeninas. Al Akk¨¢s, que pertenece al ala liberal de la sociedad saud¨ª, rebaja, sin embargo, la gravedad de lo ocurrido. En su opini¨®n, lo importante es que se ha abierto un debate p¨²blico sobre la igualdad de derechos de ni?os y ni?as. "La propuesta de ley sigue su curso, lo que sucede es que se enfrenta a dos dificultades: la oposici¨®n de los padres y la falta de medios", asegura.
Cuesta creer que en un rico pa¨ªs petrolero como Arabia Saud¨ª haya falta de fondos para dotar de gimnasios a las escuelas; pero lo que s¨ª es cierto es que muchas familias no ven con buenos ojos esos cambios que asocian con un proceso de occidentalizaci¨®n, para ellos equivalente a "perversi¨®n". La sociedad saud¨ª es muy conservadora, influenciada no s¨®lo por una versi¨®n muy estricta del islam, sino por tradiciones ancestrales altamente resistentes a la innovaci¨®n. "Aunque los extremistas religiosos sean una minor¨ªa, el 80% de la sociedad es conservadora y s¨®lo desea ajustes m¨ªnimos que no cambien su forma de vida", estima un observador local.
No es el caso de los padres de Nazri¨¢n y Li¨¢n. Aunque se trata de un matrimonio mixto de saud¨ª y europea, ambos quieren dar a sus hijas una formaci¨®n moderna y de calidad que las prepare para los retos de este siglo. Nazri¨¢n, la mayor, ha empezado este a?o el colegio, y encontrar un centro que les satisficiera no les ha resultado nada f¨¢cil. "Los privados son igual de malos que los p¨²blicos, s¨®lo var¨ªa el estatus social de quienes acuden a ellos; pagas por las compa?¨ªas que van a tener tus hijos", se queja la madre ante la anuencia de su marido. Por ahora, la calidad de la ense?anza les preocupa m¨¢s que las posibles clases de gimnasia. Las ni?as queman sus energ¨ªas correteando y saltando, y ellos tratan de llevarlas a la piscina o los columpios todo lo que pueden.
Nazri¨¢n es excepcionalmente fotog¨¦nica. "Todo el mundo me dice que la presente como modelo", comenta orgulloso su padre. El deseo queda suspendido en el aire. Ser¨ªa la primera modelo saud¨ª. En un pa¨ªs en el que las mujeres incluso se cubren la cara con un velo negro, la publicidad o la pasarela son el tab¨² m¨¢ximo. "De momento, dice que quiere ser piloto", zanja la madre, a sabiendas de que la ¨²nica piloto saud¨ª sac¨® su licencia en Jordania. La precursora probablemente nunca llegue a trabajar en el reino, cuya l¨ªnea a¨¦rea de bandera, Saudia, se ve obligada a cubrir su plantilla con pilotos extranjeros.
Edad de so?ar
Tanto Nazri¨¢n como Li¨¢n est¨¢n a¨²n en edad de so?ar. Para ambas, la abaya, la t¨²nica negra bajo la cual las saud¨ªes ocultan su cuerpo, es "algo de mayores", como los tacones o el maquillaje. Su madre admite que ha tenido que comprarles la abaya m¨¢s peque?a que vend¨ªan en el zoco porque, como a cualquier ni?o, "les gusta imitar a los adultos". Su uso no es obligatorio hasta la pubertad. Cuando llegue ese momento, tal vez sus padres decidan que es hora de enviarlas a estudiar al extranjero.
Es lo que hacen la mayor¨ªa de las familias liberales del reino para evitar incidentes tan desagradables como los que hace unos d¨ªas denunciaba Qusti en su columna semanal. En el primer d¨ªa de colegio, una ni?a de 10 a?os que esperaba en el patio bajo un sol abrasador para recoger sus libros fue reprendida por haberse soltado el primer bot¨®n de la blusa. "Aqu¨ª no aceptamos ese comportamiento obsceno; entra y v¨ªstete como Dios manda antes de recoger tus libros", cuenta Qusti que le espet¨® la directora tras haberla avergonzado por el sistema de megafon¨ªa.
En otro caso igualmente significativo de la estricta disciplina de la escuela p¨²blica saud¨ª, otra alumna que acudi¨® a clase con el pelo corto y peinado con gomina tambi¨¦n result¨® humillada. La responsable del centro le puso la cabeza bajo la fuente para eliminar la gomina y la ha conminado a permanecer cubierta dentro del colegio hasta que le crezca el pelo. Son apenas dos ejemplos. Las adolescentes cuentan y no acaban de los registros de sus mochilas en los recreos en busca, no de cigarrillos o de drogas, sino de simples recortes de revistas o libretas con fotos de actores. Para muchas profesoras, cualquier signo que venga de Occidente es inmoral.
"Tenemos un problema con el extremismo entre las mujeres de nuestro pa¨ªs", concluye alarmado Qusti. A menudo son ellas las que m¨¢s se resisten a los cambios. Fue una mujer, nada menos que la responsable de educaci¨®n para ni?as en el ministerio, Affral al Humeidy, quien llam¨® la atenci¨®n del gran muft¨ª del reino sobre el hecho de que la empresaria Lubna Olay¨¢n se hab¨ªa dirigido, a cara descubierta, a un auditorio masculino durante una conferencia de negocios celebrada en Yedda a principios de a?o. Tambi¨¦n hay numerosas mujeres que, por razones diversas, se oponen ahora a que las saud¨ªes participen (como candidatas o como votantes) en las elecciones municipales convocadas para el pr¨®ximo a?o. El d¨ªa en que Nazri¨¢n y Li¨¢n puedan hacer gimnasia habr¨¢ empezado el cambio.

Feminismo saud¨ª
"LOS M?S CONSERVADORES son los que mandan", asegura la periodista Iman al Kahtami, una joven valiente a la que en su contexto se la podr¨ªa calificar de feminista autodidacta. "Me llaman despectivamente Iman el Saadawi", dice en referencia a la feminista egipcia Nawal el Saadawi, sin que parezca importarle demasiado. Y sin embargo, sus planteamientos pasar¨ªan desapercibidos por obvios en cualquier otro lugar del mundo. "Tenemos que separar la religi¨®n de los derechos de la mujer; se trata simplemente de una cuesti¨®n de derechos humanos", defiende con vehemencia mientras consume un cigarrillo tras otro.
Al Kahtami, que se ha formado en Arabia Saud¨ª, ha llegado a esas conclusiones a trav¨¦s de sus lecturas. "Cada vez que viajo fuera vengo cargada de libros y temblando pensando que me los puedan requisar en la aduana", conf¨ªa antes de aclarar que "¨¦ste es un pa¨ªs en el que se proh¨ªbe el conocimiento". El esp¨ªritu independiente que hay en ella se rebela contra las limitaciones que impone no el largo manto negro con el que las saud¨ªes deben ocultar su cuerpo, sino las costumbres y tradiciones."Me encuentra en la secci¨®n de mujeres, por la puerta trasera", indica con retranca por tel¨¦fono para explicar c¨®mo llegar a su despacho en el diario econ¨®mico Al Eqtesadiah. La sola idea de tener que usar una puerta diferente y convenientemente alejada de la entrada principal del edificio indigna a Al Kahtami. "?Por qu¨¦ no podemos trabajar codo con codo con nuestros compa?eros?", se pregunta. La segregaci¨®n de sexos en p¨²blico est¨¢ en la base de las limitaciones que la sociedad saud¨ª impone a sus mujeres.
En puridad, se requiere que siempre vayan acompa?adas de un mehr¨¢n, o guardi¨¢n, que, adem¨¢s del marido, puede ser el padre, un hermano e incluso un hijo menor: cualquier var¨®n con quien el grado de parentesco haga imposible el matrimonio. A partir de ah¨ª no hace falta prohibir m¨¢s. Toda actividad social, econ¨®mica e incluso existencial queda fuera de alcance. En la pr¨¢ctica, las costumbres se est¨¢n relajando. Al prohib¨ªrseles conducir, recurren a ch¨®feres que en su mayor¨ªa son extranjeros. La educaci¨®n y la situaci¨®n econ¨®mica est¨¢n forzando su entrada en el mercado de trabajo. Y su mayor actividad est¨¢ obligando a la apertura de oficinas s¨®lo para mujeres.
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