Lenguaje corporal
El 15? Congreso del PP no pasar¨¢ a la historia ni por sus conclusiones program¨¢ticas, ni por sus debates ideol¨®gicos, ni por la renovaci¨®n de sus ¨®rganos directivos. La elecci¨®n cuasi-un¨¢nime de Rajoy como presidente a secas del partido (con una de esas mayor¨ªas b¨²lgaras del 98% que tanta risa daban hace a?os a los portavoces oficiales y medi¨¢ticos populares cuando proced¨ªan de los c¨®nclaves socialistas), la confirmaci¨®n de Fraga como presidente fundador y el nombramiento de Aznar como presidente de honor han inaugurado un interregno de incierta duraci¨®n. Hasta la celebraci¨®n de las siguientes elecciones generales (su fecha tope es la primavera de 2008), las facciones de corte personalista o ideol¨®gico que asomaron sus cabecitas en el 15? Congreso luchar¨¢n por el control de una organizaci¨®n confinada desde el 14-M a la oposici¨®n parlamentaria pero poseedora todav¨ªa de amplias parcelas de poder auton¨®mico y municipal, abundantes recursos financieros y m¨¢s de seiscientos mil militantes. Los congresos regionales que se suceder¨¢n durante los pr¨®ximos meses servir¨¢n para calibrar la fuerza territorial de esas bander¨ªas.
Rajoy se ver¨ªa seguramente obligado a dimitir si el PP sufriese serios revolcones en las elecciones intermedias -vascas, gallegas y catalanas de fecha variable, municipales y auton¨®micas de r¨¦gimen general en mayo de 2007- de la actual legislatura o perdiese por segunda vez ante Zapatero. ?Que podr¨ªa suceder en tal caso? El poder detr¨¢s del trono manejado en la sombra por Aznar y la renuncia del actual presidente de honor del PP a competir por un tercer mandato fortalecer¨ªa las posibilidades sucesorias de Acebes. Adem¨¢s del actual secretario general, otros posibles candidatos a calzarse las botas del desahuciado Rajoy podr¨ªan ser el eterno pretendiente Ruiz-Gallard¨®n o un aspirante de consenso impuesto por la conjura de los boyardos territoriales del PP. Y los partidarios de Rodrigo Rato seguir¨¢n con la enso?aci¨®n del regreso del a?orado Don Sebasti¨¢n, desaparecido no en el campo de batalla de Alcazarquivir sino en el Fondo Monetario Internacional.
La grisura pol¨ªtica, la menesterosidad ideol¨®gica y la emotividad mortecina del 15? Congreso ocultaron la presencia de corrientes de fondo pasionales que ascendieron hasta la superficie a trav¨¦s del lenguaje corporal y la comunicaci¨®n no verbal de compromisarios y oradores. No faltaron, por supuesto, los ataques en regla y las palabras hirientes contra el Gobierno. Rajoy multiplic¨® las iron¨ªas sobre Zapatero y sus ministros a cuenta de comportamientos extravagantes, ocurrencias peregrinas, perogrulladas rid¨ªculas, candorosas simplezas, simulaciones embaucadoras y promesas pintureras; ese encadenamiento de pellizcos de monja e ingeniosidades maliciosas, semejante a los repertorios de chistes previsibles contados a sus compa?eros de compartimento de tren por un viajante de comercio algo pelmazo, no rompi¨® los c¨®digos de comportamiento democr¨¢ticos. En cambio, Acebes alter¨® ese tono civilizado al acusar a Zapatero de esconder, tras su sonrisa amable, un "revanchismo sin precedentes" dirigido a preparar el "escenario" de la Guerra Civil de 1936.
La tarascada del secretario general del PP s¨®lo fue un aperitivo de la actuaci¨®n del presidente de honor, que ya hab¨ªa mostrado a la llegada, con un g¨¦lido saludo a Rajoy, su especial talento para exteriorizar la antipat¨ªa, el rencor y la hostilidad hacia el universo mundo mediante las t¨¦cnicas de comunicaci¨®n no verbal. Aznar har¨ªa aflorar posteriormente ante el 15? Congreso su concepci¨®n profunda del ejercicio del poder: la vitri¨®lica agresi¨®n gratuita dirigida contra los socialistas por el presidente de honor del PP -"nosotros tenemos las manos limpias; nunca hemos usado la cal viva para encubrir ning¨²n asesinato"- fue subrayada por ese lenguaje corporal del odio manifestado a trav¨¦s del gesto y la mirada que convierte al adversario pol¨ªtico en enemigo a destruir. Por lo dem¨¢s, tampoco faltaron compromisarios que decidieran expresar sus ideas sin necesidad de utilizar palabras: algunos mostraron su acuerdo o su disconformidad con los discursos de los oradores mediante aplausos o silencios; otros simplemente votaron con los pies al abandonar la sala cuando Aznar termin¨® su ovacionada arenga y Rajoy inici¨® su desangelado discurso de clausura de la convenci¨®n popular.
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