Dos buenas noticias
Seg¨²n un comunicado de la Generalitat, del que se hac¨ªan eco estas p¨¢ginas, la siniestralidad laboral ha descendido en el Pa¨ªs Valenciano. En el primer semestre de este a?o han muerto tan solo 34 trabajadores en accidente, lo cual representa "la mayor reducci¨®n de los ¨²ltimos cinco a?os", al decir de la referida fuente. Un 38,2% menos que en el mismo periodo de 2003. A dicha cifra hay que a?adir otros 83 accidentados graves, lo cual significa, en cambio, un crecimiento del 18,8% en ese cap¨ªtulo y mengua el aparente ¨¦xito que se divulga. Menos muertos, m¨¢s heridos. El Gobierno cree que es una buena noticia y por eso la airea. Igual espera que lo celebremos con traca y cava.
Y no lo celebramos porque, a nuestro entender, no hay motivo. Bien cierto es que el parte de bajas hubiera podido ser m¨¢s grave, como acontec¨ªa en a?os anteriores, sin que se pusiera mucha resoluci¨®n y ardimiento en frenar o eliminar en la medida de lo posible esta lacra social, como se la califica, sin que ello se haya traducido en una adecuada movilizaci¨®n de medios: inspecciones, sentencias y sanciones sociales. Matarse o desgraciarse en accidente de trabajo sigue siendo muy barato en este pa¨ªs. Por desgracia, los siniestros laborales son considerados la ganga del crecimiento econ¨®mico, un ep¨ªgrafe m¨¢s de la cuenta de explotaci¨®n.
No nos incumbe imputar responsabilidades, pero resulta obvio que la Administraci¨®n es la que peor parada sale, por imprevisora, laxa o c¨®mplice. Incluso ahora, cuando estima que se ha producido un sesgo positivo en la evoluci¨®n de la siniestralidad, se percibe cu¨¢n ajena es a la autocr¨ªtica, y no digamos al pertinente y -en su caso- p¨ªo examen de conciencia. Porque no es que mueren menos trabajadores a pie de obra, lo escandaloso es que todav¨ªa mueran seis cada mes, por no mentar a los lisiados graves. Y los sindicatos, tan acomodados ellos, tan buenas gentes, no le van a la zaga a los pol¨ªticos a la hora de afrontar este fen¨®meno que tiene sus causas y al que podr¨ªa pon¨¦rsele remedio.
A prop¨®sito del remedio, precisamente, acontece una segunda noticia buena de verdad. Nos referimos a la reflexi¨®n del fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de la CV, Miguel Falomir, cuando declara que su ministerio, y en definitiva la justicia, no ha "estado a la altura de las circunstancias en materia de riesgos laborales y accidentalidad". Una confesi¨®n de parte absolutamente ins¨®lita por estos p¨¢ramos, donde toda personalidad p¨²blica, y sobre todo institucional, se cree infalible e irreprochable en su parcela. Al fiscal no se le han ca¨ªdo los anillos ni ha menoscabado su prestigio reconociendo lo que es un hecho contrastado con sangre y estad¨ªsticas reiteradas.
Y no se limita a la autocr¨ªtica. El fiscal propone un plan de colaboraci¨®n con los organismos y entes involucrados en materia de seguridad laboral con el fin de acabar con esta sangr¨ªa influyendo en la mentalidad de los empleadores. Una iniciativa plausible, pero m¨¢s propia de la Consejer¨ªa de Trabajo, que en este apartado aparece como ausente. Acaso porque, seg¨²n su criterio indulgente, est¨¢ muy satisfecha con la p¨ªrrica reducci¨®n de accidentes mortales, que no nos releva de estar entre los pa¨ªses europeos con m¨¢s altas tasas de siniestralidad laboral.
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