Pesquisas escocesas
Lord Fraser discrepa de Bismark. El canciller alem¨¢n aseguraba que es preferible no saber c¨®mo se hacen las salchichas y las leyes; el parlamentario brit¨¢nico, en la tradici¨®n de "luz y taqu¨ªgrafos", ha dirigido una encuesta para esclarecer c¨®mo se ha construido la sede donde se elaborar¨¢n las leyes escocesas, un edificio presupuestado en 60 millones de euros que ha superado los 630. La lectura de su informe -un libro de 270 p¨¢ginas que, al precio de 15 libras, se puso a la venta el 15 de septiembre- hace pensar si, despu¨¦s de todo, no ser¨ªa preferible ignorar c¨®mo se hacen las salchichas, las leyes o los edificios; especialmente aqu¨¦llos donde las leyes se cocinan y que, acaso por ello, consiguen materializarse en zonas de penumbra normativa. Despu¨¦s de varios meses de comparecencias que han hecho de la Holyrood Inquiry una fuente de revelaciones escandalosas en la televisi¨®n o en los peri¨®dicos, el ponderado informe de lord Fraser es tan ilustrativo y ameno como inquietante: este ejercicio de transparencia democr¨¢tica muestra la extrema ineficacia y despilfarro de la democracia misma.
Los retrasos y el descontrol econ¨®mico multiplicaron por diez el coste previsto de la sede parlamentaria
Fallecidos en 2000 tanto Enric Miralles, autor del proyecto, como Donald Dewar, promotor entusiasta de la obra -primero en su condici¨®n de ministro para Escocia del Gobierno laborista que estableci¨® las bases de la autonom¨ªa, y como primer ministro de Escocia tras las primeras elecciones legislativas-, habr¨ªa sido sencillo culpar al arquitecto y al cliente desaparecidos de los retrasos y el descontrol econ¨®mico que han multiplicado por diez el coste previsto de la sede parlamentaria. Pero el informe, deplorando la evasi¨®n de responsabilidades manifestada por la pr¨¢ctica totalidad de los declarantes en la investigaci¨®n -"yo no he sido", asegura lord Fraser que fue el com¨²n denominador de sus audiencias-, evita buscar chivos expiatorios, y reparte sus censuras ecum¨¦nicamente. Evaluando en sus justos t¨¦rminos el encarecimiento provocado por el aumento en un tercio de la superficie ¨²til o por las medidas de seguridad motivadas por el 11-S, el principal reproche recae sobre el m¨¦todo de contrataci¨®n utilizado: un sistema fast-track que, en aras de una rapidez de ejecuci¨®n parad¨®jicamente malograda, superpone la redacci¨®n del proyecto y las licitaciones de la obra, manteniendo el presupuesto en permanente revisi¨®n; pero no se libran de la cr¨ªtica los responsables pol¨ªticos ni los arquitectos.
Dewar, aspirando a convertirse en "el m¨¢s importante mecenas de la arquitectura p¨²blica en 300 a?os", aprob¨®, en busca siempre de la calidad, todos los cambios e incrementos de coste, como despu¨¦s har¨ªa la comisi¨®n del Parlamento escoc¨¦s -formada por diputados sin experiencia alguna en materia de obras- que le sustituy¨® en el papel de cliente. La oficina de Miralles, por su parte, aparece en el informe como escasamente capaz de responder a las demandas de una obra de esta escala y en conflicto constante con el despacho asociado de Edimburgo, RMJM. Seg¨²n la revista The Architects' Journal, tanto Benedetta Tagliabue -viuda de Miralles y actual responsable del estudio- como los directores de RMJM recibieron, despu¨¦s de declarar en la investigaci¨®n, sendas cartas de lord Fraser advirti¨¦ndoles de que ser¨ªan objeto de censura en el informe p¨²blico, como finalmente ha ocurrido. En opini¨®n del parlamentario tory -que lamenta ¨¢cidamente el embargo por la BBC de las entrevistas grabadas a Dewar y Miralles para su a¨²n in¨¦dito programa The Gathering Place, y que hubieran podido reemplazar los testimonios de los dos protagonistas ausentes-, nada resume mejor su encuesta que una nota manuscrita del consultor Ian McAndie, fechada en marzo de 1999: "Nadie le dice a Enric que piense seriamente en t¨¦rminos econ¨®micos".
El clima de la opini¨®n en lo que es ya una cause c¨¦l¨¨bre lo refleja quiz¨¢ el diagn¨®stico de una diputada escocesa, Margo MacDonald: "Todo lo catal¨¢n ten¨ªa entonces un aura rosada, y de repente aparece Enric, que era una persona encantadora. Pero fue una verg¨¹enza y un desastre que se le eligiera como arquitecto, y posiblemente tambi¨¦n un esc¨¢ndalo". En esta atm¨®sfera de indignaci¨®n, las cr¨ªticas arrecian por los motivos m¨¢s dispares: los defensores del patrimonio lamentan que el Parlamento no se instalase en un edificio hist¨®rico como el Assembly Building de la Iglesia de Escocia; los empresarios locales deploran la madera francesa, el granito chino y el acero japon¨¦s, en contra de la promesa inicial de usar materiales escoceses; y los diputados denuncian la falta de flexibilidad de la planta, el exceso de hormig¨®n en los revestimientos y la ausencia de luz natural en los despachos, iluminados por unas caligr¨¢ficas ventanas que se han convertido en el rasgo m¨¢s caracter¨ªstico del proyecto, pero que a juicio de los parlamentarios se adaptan mejor a la luz intensa del Mediterr¨¢neo que al clima escoc¨¦s. Cuando a finales de agosto el edificio se inund¨®, obligando a desalojar las oficinas de la polic¨ªa en los s¨®tanos, el caricaturista Hellman aprovech¨® la ocasi¨®n para recordar festivamente la met¨¢fora de barcos volcados que hab¨ªa inspirado originalmente el proyecto, y que ahora se asocia inevitablemente al naufragio econ¨®mico y funcional del paquebote parlamentario.
El informe de lord Fraser pone especial ¨¦nfasis en advertir que no emite opiniones est¨¦ticas, recordando que la decisi¨®n del jurado que eligi¨® a Miralles en 1998 fue un¨¢nime, y glosando alg¨²n ejemplo de proyectos emblem¨¢ticos que fueron pol¨¦micos durante su ejecuci¨®n para convertirse en iconos universalmente aceptados a su t¨¦rmino. Subraya igualmente que el principal enfrentamiento de naturaleza simb¨®lica entre el arquitecto y el cliente, referido a la forma de la c¨¢mara, no tuvo repercusiones significativas en el coste. Miralles prefer¨ªa una disposici¨®n en arco, ya que -como destacaba en may¨²sculas en su memoria primera- "los asientos del Parlamento son un fragmento de un anfiteatro mayor donde los ciudadanos puedan sentarse en el paisaje", mientras que los parlamentarios demandaban un hemiciclo en herradura que les permitiese mirarse desde los esca?os, lleg¨¢ndose al final a una soluci¨®n intermedia. Tagliabue recupera estas intenciones cuando hoy destaca que quisieron relacionar el edificio con la naturaleza y la ciudad, evitando tanto los modelos parlamentarios centralizados de Le Corbusier y Louis Kahn como la representaci¨®n de la democracia con edificios enf¨¢ticamente transparentes.
Se?ala tambi¨¦n la responsable del despacho barcelon¨¦s a Dise?o Interior que el p¨²blico accede al Parlamento por la plaza del palacio de Holyrood, mientras los pol¨ªticos lo hacen por un nivel m¨¢s alto, de manera que se cruzan sin llegar a tocarse. "El d¨ªa que los escoceses quieran protestar", a?ade, "podr¨¢n hacerlo en el anfiteatro p¨²blico que hemos construido a los pies del Parlamento". El contenido del informe de lord Fraser -con momentos s¨®rdidos como las pugnas interminables por los honorarios y episodios tan disparatados como la designaci¨®n de compromiso del fallecido Miralles como "persona principal" del proyecto, y responsable ¨²ltimo, por tanto, de las decisiones en el curso de la obra- puede darles alg¨²n motivo para ello. Pero, lo mismo que la emoci¨®n del arte es independiente de su precio, y al igual que es dudosa la prolongaci¨®n artificial de un idioma formal tan singular como el de Miralles, tampoco es seguro que queramos saber todo lo que ocurre en los opacos laberintos de la creaci¨®n o la pol¨ªtica. Sin dejar de expresar admiraci¨®n por ese ejemplar ejercicio de la democracia anglosajona que ha sido la Holyrood Inquiry -el informe termina con humor lac¨®nico indicando que se ha redactado dentro del presupuesto y los plazos previstos- quiz¨¢ Bismark ten¨ªa tambi¨¦n algo de raz¨®n al recomendar la ignorancia sobre las tripas comestibles o las tripas del poder.
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