Marraquech, talism¨¢n bermejo
La m¨ªtica ciudad marroqu¨ª se reinventa mirando al futuro
Tanto en las caravanas del Atlas como en las trincheras de la rebeld¨ªa joven se pasaba el talism¨¢n de boca en boca: Marraquech, la bermeja, la risue?a. Cuidado, se dec¨ªan, para ir no hay que preparar maletas, hay que prepararse uno mismo. Puerta y antesala del desierto para unos, oasis de los sentidos y de la fantas¨ªa para trotamundos y apeados del tren de la vor¨¢gine. Sobre todo por aquel ¨®nfalos de la Xemaa el Fna, una explanada amorfa, un escenario desangelado que s¨®lo los personajes convierten en plaza y drama. All¨ª est¨¢n, desde primeras luces de la ma?ana, los m¨²sicos, rapsodas y p¨²giles, cuentacuentos y embaucadores, encantadores de serpientes y exhibidores de monos, echadores de cartas, aguadores que parecen brujos o pont¨ªfices, yerbateros y vendedores de p¨®cimas o de gafas graduadas, matronas bereberes que tat¨²an con alhe?a sobre la piel cartograf¨ªas de amor o desenga?o.
Y al ocaso, cuando el canto de los almu¨¦danos convoca a la oraci¨®n desde los cuatro alminares que asoman, el hervidero se torna un inmenso est¨®mago, alumbrado por l¨¢mparas de acetileno y el brillo de los ojos. Hasta ¨¦l llegan olores y ruidos de los zocos, de verbena y albahaca, de especias almizcladas, de bosta recostada en los surcos de las calesas.
Se comprende bien que este panal haya engatusado a artistas y escritores de Europa y a los n¨®madas del desierto. El pintor franc¨¦s Jacques Majorelle se hizo en los a?os veinte un taller con jard¨ªn, que luego restaur¨® Yves Saint-Laurent. Juan Goytisolo posee una casa cercana al cine Ed¨¦n, y Lorenzo Silva y otros aprovechan la ciudad como trama de alguno de sus relatos.
Fue hace s¨®lo mil a?os cuando desde las profundidades del S¨¢hara partieron como una flecha ej¨¦rcitos de creyentes, con aliento suficientepara rebasar el Estrecho y llevar su rigor religioso a los decadentes reinos taifas de la Pen¨ªnsula. Primero, los almor¨¢vides fundaron Marraquech en 1070 y plantaron vergeles mediante un sistema de pozos artesianos. Un siglo despu¨¦s, la dinast¨ªa almohade levant¨® la Giralda de Sevilla y su hermana menor de Marraquech, la Kutubiya, as¨ª llamada, seg¨²n Le¨®n el Africano, porque a su vera traficaban un centenar de libreros (kutubun, libros). Tras una relativa decadencia, la dinast¨ªa saad¨ª devolvi¨® el esplendor a la ciudad en el siglo XVI. Fue entonces cuando el pa¨ªs tom¨® su nombre, Marruecos, de la capital. Pero un siglo despu¨¦s, los alau¨ªes repartir¨ªan su corte por otras ciudades imperiales (Mequ¨ªnez, Fez, Rabat), y Marraquech empez¨® a quedar orillada, ensimismada en su espl¨¦ndido aislamiento.
Los casi 20 kil¨®metros de muralla terriza, con 20 puertas, puede que le valieran el apodo de al hamra, la roja; como ocurri¨® con el palacio rojo (Alhambra) levantado en la Granada nazar¨ª, cuyo eco, por cierto, asoma en esta ciudad con la que est¨¢ hermanada; sobre todo en las Tumbas Saad¨ªes, algunas puertas monumentales y palacetes.
La respiraci¨®n de los vecinos
Pero no es ¨¦ste el im¨¢n principal de la ciudad; es sobre todo la respiraci¨®n de sus vecinos, en la m¨ªtica Xemaa el Fna, que fue declarada patrimonio de la humanidad. Y algo cambi¨®: adi¨®s al polvo dorado, gracias a una decente pavimentaci¨®n. Desaparecieron los petits guides que persegu¨ªan al turista (aunque no son menos protervos los gu¨ªas oficiales ahora). Est¨¢ claro que aguadores o vendedores de dientes s¨®lo est¨¢n ah¨ª para la foto. Tambi¨¦n se esfumaron los enjambres de moscas, y los puestos de casquer¨ªa: ahora todo est¨¢ limpio, y en los chiringuitos de comida se ofrecen viandas que los turistas prueban sin remilgos.
La magia est¨¢ en el aire, no en los harapos. A unos metros de esta feria domesticada hierve otra ciudad ajena a los t¨®picos. En las terrazas de la aleda?a calle de Banni Marine se consumen hamburguesas y refrescos globales. Y no digamos en la parte moderna, la llamada Gu¨¦liz, surcada de avenidas arboladas y hoteles de lujo. El paisaje de gr¨²as y parcelas que abrocha ahora los huertos de La Menara con la Medina amurallada indica que, al menos por aqu¨ª, se han tomado en serio el proyecto Visi¨®n 2010, impulsado por el rey Mohamed VI. Este plan sit¨²a al turismo como motor principal de desarrollo y, mediante una inyecci¨®n de m¨¢s de 8.000 millones de euros, se propone alcanzar en 2010 diez millones de visitantes y doblar as¨ª los actuales. Marraquech se lleva la mejor tajada. Una superficie de 76 hect¨¢reas formar¨¢, m¨¢s que un barrio nuevo, una especie de parque tur¨ªstico. La compa?¨ªa a¨¦rea nacional, Royal Air Maroc, aporta su granito de arena, con vuelos directos desde Madrid y Barcelona y la creaci¨®n de una compa?¨ªa de bajo coste, Atlas Blue, que operar¨¢ desde el pr¨®ximo noviembre.
?Aguantar¨¢ la magia tal atrac¨®n de medios? De momento, la restauraci¨®n y mantenimiento se agradece. El palmeral almor¨¢vide es ahora un remanso de calma, con tres campos de golf. Los viejos palacetes se transforman en hoteles con encanto. En los complejos y hoteles se vive la fiebre de los spas, dirigidos por una ¨¦lite francesa, aunque heredera del hamman cl¨¢sico. Eso s¨ª, cuando uno sale a explorar los entornos de Marraquech se sorprende enlatado en alguno de los convoyes que trepan la monta?a ante la mirada ausente, y el saludo casi hiriente, de cuadrillas de segadores que arrancan la cosecha a un pedregal, a mano, con una hoz que pudo ser fabricada por los almohades.
Dec¨ªa el escritor marroqu¨ª Tahar Ben Jelloum que su pa¨ªs es biling¨¹e, por cuestiones de idioma y por su manera de casar la tradici¨®n con los anhelos de modernidad. En Marraquech, donde la tradici¨®n pesa tanto, esa afirmaci¨®n no es menos cierta. Marraquech al hamra, la bermeja, la bah¨ªa, la risue?a, sigue circulando de boca en boca como santo y se?a, secreto talism¨¢n de quienes buscan reponer sus sentidos y su ¨¢nimo para enfrentarse a los desiertos invisibles. Que son los peores.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir- Royal Air Maroc (902 210 010; www.royalairmaroc.com) ofrece un vuelo directo a Marraquech desde Madrid, en c¨®digo compartido con Iberia, a partir de 367 euros. Vuelos directos desde Barcelona, desde 426. - Politours ofrece un paquete de 4 d¨ªas / 3 noches, que incluye vuelo directo a Marraquech, media pensi¨®n en el hotel Atlas Medina (de cuatro estrellas), visita guiada y traslados, por 399 euros desde Madrid, 424 euros desde Barcelona (tasas de aeropuerto no incluidas). En agencias.Dormir- Hotel Medina & SPA (00 212 44 33 99 99; www.hotelsatlas.com). Avenida de Mohammed VI. Es uno de los m¨¢s recientes entre los grandes hoteles en el ensanche entre la Medina y la Menara. La doble, 118 euros.- Riad Aida (00 212 44 43 07 23). Charm, 59, Derb Lamouagni. Un hotel con encanto que se articula en torno a un patio de una callejuella situado en la vieja medina. Desde 48 euros.- Riad Kniza (00 212 44 37 69 42; www.riadkniza.com) Bab Doukala, 34. Uno de los m¨¢s hermosos palacetes dentro de la medina. De 180 a 290 euros.Comer- Ksar el Hamra (00 212 44 42 76 07; www.net-tensift.com/ksar-hamra) 28, riad Zitoun kadim Sabt Ben Daoud. Uno de los locales con mejor ambiente, cocina marroqu¨ª y m¨²sica andalus¨ª, en un patio con fuentes. Unos 35 euros. - Dar Essalam (00 212 44 44 35 20; www.daressalam.com) 170, riad Zitoune el Kedim. Ofrece cocina marroqu¨ª en un suntuoso palacio del siglo XVII. Entre 25 y 30. - Les Cepages (00 212 44 43 94 26; www.ilove-marrakesh.com/lescepages). 9 Rue Ibn Zaidoun Gu¨¦liz. Restaurante moderno en la parte nueva de Marraquech. Entre 25 y 30.
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