Solos. Sin [Ley de] Acompa?amiento
El autor defiende la eliminaci¨®n de la Ley de Acompa?amiento de los Presupuestos como signo de calidad democr¨¢tica y critica el uso que han hecho de ella los Gobiernos del PP.
El an¨¢lisis del Presupuesto se realiza habitualmente desde la perspectiva econ¨®mica, poniendo particular atenci¨®n en los efectos que ocasionan los programas de ingreso y gasto p¨²blico. Ahora bien, el Presupuesto tambi¨¦n es el resultado de una serie de factores pol¨ªticos que lo moldean, ya que detr¨¢s de ¨¦l siempre hay tensiones, disputas y conflictos que afectan a su contenido material y a las reglas de juego del proceso presupuestario.
En relaci¨®n con estas ¨²ltimas, en Espa?a llevamos a?os asistiendo a la degradaci¨®n de aquellas fases del proceso presupuestario que coinciden con el paso del mismo por el Parlamento. Con pasividad hemos vivido una crisis aguda y persistente en una instituci¨®n esencial de los sistemas pol¨ªticos liberales. A ella se ha llegado por varias v¨ªas.
Al eliminar el texto se permite al Parlamento un debate m¨¢s reflexivo de las normas tramitadas
Ha dejado de saberse qui¨¦n acompa?a a qui¨¦n, si la ley al Presupuesto o al rev¨¦s
Unas, relacionadas con la cantidad de recursos que se manejan y con la fiel contabilizaci¨®n de los mismos. Desde estas p¨¢ginas he tenido la oportunidad, en diversas ocasiones, de exponer mis puntos de vista sobre esta cuesti¨®n.
Pero tambi¨¦n hay otras v¨ªas relacionadas con el papel efectivo que juegan las C¨¢maras legislativas en la definici¨®n de la pol¨ªtica presupuestaria. A ellas me referir¨¦ a continuaci¨®n, si bien antes de detallar las que considero m¨¢s significativas tengo que decir que este segundo grupo de elementos que determinan la situaci¨®n de crisis del Presupuesto en el Parlamento reflejan un fen¨®meno dif¨ªcilmente reversible: la extensi¨®n de los poderes del Gobierno.
?ste, en su relaci¨®n con el Parlamento, se ha movido de muy diversas maneras. Algunas han sido tan sutiles como la de acumular, en un momento determinado del a?o, una serie de proyectos de ley para aprobarlos conjuntamente en un plazo fijo. Su pretensi¨®n no era otra que la de evitar el tener que informar, discutir y debatir mucho sobre su contenido. ?ste es el caso de la Ley de Presupuestos, a la que se uni¨® la denominada Ley de Acompa?amiento.
Es esta ¨²ltima una ley joven -la primera de las aprobadas lo fue para 1994-, que nace para regular materias imprescindibles para conseguir la m¨¢s correcta y eficaz ejecuci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica. Sentado este dato, conviene saber que con este enfoque s¨®lo se aprob¨® la ya mencionada y la de 1995. Las siguientes obedecieron a una filosof¨ªa bien distinta. Donde mejor se explica este cambio en el contenido de estas normas es en la correspondiente a 1997, aprobada cuando se inicia el periodo de mandato del PP. En ella se dice que "incluye un amplio conjunto de medidas referidas a los distintos campos en que se desenvuelve la actividad del Estado". A partir de entonces nos encontramos con sucesivas Leyes de Acompa?amiento, la ¨²ltima correspondi¨® al a?o 2004, donde quedaron n¨ªtidamente se?alados dos rasgos:
El primero es la persistente ampliaci¨®n de las materias incluidas en ellas, lo que origina un desbordamiento normativo que poco o nada tiene que ver ni con el Presupuesto ni con la pol¨ªtica econ¨®mica. De tal forma que ha dejado de saberse qui¨¦n acompa?a a qui¨¦n; si la Ley de Acompa?amiento acompa?a a la Ley de Presupuestos o si el Presupuesto se ha convertido en una excusa para, a su calor, fabricar f¨¢cilmente una ley en la que se puede legislar sobre todo.
En segundo lugar, el baratillo normativo al que se ha conducido la instituci¨®n presupuestaria da?a el principio de seguridad jur¨ªdica. Ocasiona un desarrollo tan ineficiente de las tareas de deliberar, de estudiar, de dar publicidad y de integrar intereses contrapuestos, todas ellas consustanciables en la atribuci¨®n de competencias de un Parlamento moderno, que en la pr¨¢ctica han perjudicado gravemente al contenido de la funci¨®n legislativa.
A partir de estos hechos, creo que un recorrido pol¨ªtico que ha permitido el que cristalicen los rasgos que acabo de describir s¨®lo puede producirse si quienes han asumido las responsabilidades de poder durante estos a?os decidieron renunciar de manera sistem¨¢tica al sano ejercicio de los l¨ªmites.
Pero no s¨®lo hicieron eso. Para afianzar la ¨²ltima consideraci¨®n que he efectuado, conviene hacer un breve repaso por el discurso de investidura del se?or Aznar en mayo de 1996. ?l nos lleva hacia enf¨¢ticas proclamas en las que dec¨ªa -supongo que sinceramente- que era preciso modificar los modos bajo los que se ejerce el poder y, adem¨¢s, reducir los m¨¢rgenes de discrecionalidad de los poderes p¨²blicos. A la vez, se anunciaban reformas para introducir mayor racionalidad en la elaboraci¨®n de los Presupuestos y... aumentar la transparencia de todos los organismos p¨²blicos. Queriendo focalizar la pol¨ªtica a desarrollar, manifest¨® que "el Parlamento debe recuperar el lugar que le corresponde: el centro del debate pol¨ªtico".
Semejantes planteamientos no soportan la m¨¢s liviana contrastaci¨®n. Visto el periodo de gobierno de los conservadores de manera retrospectiva puede sostenerse que en ¨¦l se levantaron m¨²ltiples barreras al Parlamento. Desde la realidad de las mismas es posible el que afirme que, al menos en este ¨¢mbito de la pol¨ªtica, ha existido falsedad en los prop¨®sitos del se?or Aznar y de sus Gobiernos. La constataci¨®n de estos comportamientos ha tra¨ªdo a mi memoria un breve aserto de Voltaire. "S¨®lo tenemos una peque?a luz para orientarnos: la raz¨®n. Viene el te¨®logo, dice que alumbra poco y la apag¨®". La reflexi¨®n que puede hacerse a partir de ella no s¨®lo es v¨¢lida para la relaci¨®n Parlamento-Presupuesto, sino que se extiende m¨¢s all¨¢, hasta el punto que abarca amplios campos de la pol¨ªtica.
Los cuatro recursos de inconstitucionalidad que los parlamentarios socialistas hemos presentado ante otras tantas Leyes de Acompa?amiento expresan nuestra opini¨®n sobre el hecho de que la aprobaci¨®n, en el ¨²ltimo trimestre del a?o, de la Ley de Presupuestos no puede utilizarse como excusa para la tramitaci¨®n de un artificial instrumento legislativo que incluye cuantas materias se estiman oportunas.
Con semejantes antecedentes, lo l¨®gico era poner coto a este tipo de pr¨¢cticas pol¨ªticas. Hab¨ªa que ser coherentes con lo que tantas veces se anunci¨®, defendi¨® y critic¨®. As¨ª lo ha hecho el Gobierno del PSOE, quien ha decidido que la Ley de Presupuestos de 2005 no vaya unida a una Ley de Acompa?amiento. Una decisi¨®n con la que se aleja de los abusos hasta ahora cometidos por los Gobiernos del PP. Y con la que se sit¨²a dentro del espacio de los sistemas de buen gobierno. Con ella, se recupera centralidad parlamentaria, ya que se abre la posibilidad de que en el Parlamento se lleve a cabo un debate m¨¢s reflexivo y sosegado de las normas sometidas a tramitaci¨®n.
Renunciando a presentar esa ley ¨®mnibus, vulneradora de muchos principios parlamentarios, algunos dir¨¢n que se pierde eficacia. No comparto este planteamiento, ya que esta decisi¨®n no impide el que pueda existir un abanico de leyes ordinarias e independientes que est¨¦n destinadas a modificar determinados aspectos de la acci¨®n administrativa. Es m¨¢s, en el caso de que as¨ª se actuara, estas leyes se tramitar¨ªan mediante el procedimiento ordinario, sin que disfrutaran de ning¨²n privilegio reglamentario. Por lo tanto, remitiendo s¨®lo el Presupuesto (con su ley y sus secciones) y renunciando a la Ley de Acompa?amiento, se produce un avance notable en la calidad de la democracia en Espa?a.
Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n es portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Socialista y diputado por Badajoz.
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