Un combate desigual
Sobre una excelente versi¨®n de Rodolf Sirera, mucho m¨¢s teatral que otras m¨¢s cl¨¢sicas, Rafael Calatayud ha dise?ado un espect¨¢culo complejo y muy ajustado al esp¨ªritu de la obra de Ibsen (la tremenda historia de una mujer inteligente y de su viaje sin retorno hacia la autodestrucci¨®n). Lo ha actualizado mediante el dise?o del espacio esc¨¦nico y de un cierto ritualismo ic¨®nico, incluso en el vestuario y en la direcci¨®n de actores, m¨¢s emparentado con el cine negro norteamericano de los a?os cuarenta que con la asfixiante Oslo de finales del diecinueve. El cuadril¨¢tero de boxeo como met¨¢fora vital puede parecer algo simplista y un tanto forzado en principio, pero gana peso, y oportunidad, a medida que se va afianzando como espacio vital de Hedda Gabler, hasta el punto de que s¨®lo desaparece de ¨¦l cuando se dispone a dar por liquidada su historia.
Hedda Gabler
De Henryk Ibsen, en versi¨®n de Rodolf Sirera, por La Pavana. Int¨¦rpretes, Amparo Ferrer B¨¢guena, Mamen Garc¨ªa, Carlos Vicente, Resu Belmonte, Carles Sanjaime, Manel Barcel¨®. Vestuario, Roc¨ªo Cabedo. Iluminaci¨®n, Rafael Calatayud, Jos¨¦ Mart¨ªn M¨¢rquez. Coreograf¨ªa, Manel Barcel¨®. Audiovisual, Adolfo Mu?oz. Espacio esc¨¦nico y direcci¨®n, Rafael Calatayud. Teatro Rialto. Valencia.
A todo lo anterior hay que a?adir que la cadencia de acontecimientos que van urdiendo el tr¨¢gico final de la trama es perfecta, seg¨²n un ritmo que es fiel en casi todo al cuidado de Ibsen de ir diseminando indicios aqu¨ª y all¨¢ sobre lo que va a ocurrir algo despu¨¦s, de modo que nos encontramos ante el montaje de un Ibsen tan profesional como creativo, pues Rafael Calatayud ha distinguido cu¨¢ndo conven¨ªa cargar la suerte y cu¨¢ndo era preferible optar por la sugerencia. En un montaje, adem¨¢s, que sabe ir al grano, un grano de fino perfil psicologista transmutado en la f¨¦rrea encarnadura de sus atormentados personajes.
Rafael Calatayud siempre ha sido un buen director de actores, ya desde su inicio en Supongamos que no he dicho nada, y aqu¨ª encontramos a una Amparo Ferrer B¨¢guena algo pasada de revoluciones en alg¨²n pasaje pero muy convincente en su construcci¨®n de una protagonista de muchas vueltas, acaso remotamente inspirada en La mujer pantera, tan mal¨¦vola y encantadora al tiempo, y tan desvalida siempre como las hero¨ªnas tr¨¢gicas del cine, aqu¨ª envuelta por una m¨²sica de estirpe cinematogr¨¢fica. A ese espacio, que tambi¨¦n debe algo a la tradici¨®n del cabaret, se une el hecho de que los personajes est¨¦n casi siempre en escena, aunque jugando con los planos de relevancia, siempre al hilo de la melancol¨ªa agresiva de una protagonista que algo tiene tambi¨¦n de mujer ara?a.
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