Una recompensa para dos cl¨¢sicos de la econom¨ªa
Los nombres de los dos laureados con el Premio Nobel de Econom¨ªa de este a?o resultan familiares a cualquier estudiante de esta ciencia, pues en 1977 y en 1982 publicaron conjuntamente dos art¨ªculos que se han convertido en cl¨¢sicos de la econom¨ªa. Y deber¨ªamos decir que cl¨¢sicos por partida doble: por la frecuencia con que se citan y se utilizan y porque sus ense?anzas se enmarcan dentro de la escuela cl¨¢sica (o neocl¨¢sica), contraria a la l¨ªnea de pensamiento de la escuela keynesiana, predominante desde la Gran Depresi¨®n hasta principios de los setenta.
Durante el periodo de predominio keynesiano se crey¨® (en realidad correctamente, pues as¨ª sucedieron las cosas durante esas d¨¦cadas) que los ciclos econ¨®micos eran debidos a fluctuaciones del consumo de las familias y de la inversi¨®n empresarial debidas a oscilaciones en la confianza de ¨¦stos (Keynes utiliz¨® la expresi¨®n animal spirits para referirse a esas oscilaciones). En consecuencia, los gobiernos deb¨ªan utilizar la pol¨ªtica fiscal y la monetaria para compensar esas p¨¦rdidas de confianza y suavizar los ciclos econ¨®micos. Las contrapartidas que se aceptaban como males menores eran la inflaci¨®n y el d¨¦ficit p¨²blico, problemas cuya soluci¨®n se pospon¨ªa hasta que las econom¨ªas salieran de la recesi¨®n
Los cl¨¢sicos chocan con Keynes al decir que los ciclos obedecen tambi¨¦n a cambios en la oferta
En los a?os setenta, sin embargo, cuando los gobiernos utilizaron las pol¨ªticas monetarias y fiscales expansivas observaron c¨®mo sus econom¨ªas reaccionaban de una forma distinta, en la que el paro y la inflaci¨®n aumentaban simult¨¢neamente. Los economistas cl¨¢sicos se?alaron entonces que los ciclos tambi¨¦n pod¨ªan ser debidos a perturbaciones de la oferta, en forma de aumento de los precios del petr¨®leo y de las materias primas, o de p¨¦rdidas de la competitividad de las empresas. En este contexto, las pol¨ªticas keynesianas perd¨ªan su utilidad, y es ah¨ª precisamente donde se inscriben los art¨ªculos de Kydland y Prescott aportando dos cuestiones b¨¢sicas al debate: la consistencia intertemporal de las pol¨ªticas econ¨®micas y los ciclos econ¨®micos reales.
La esencia del primer concepto consiste en que una pol¨ªtica que de entrada se considera conveniente, pues genera unas expectativas adecuadas entre familias y empresas, puede no llevarse a cabo una vez estas expectativas est¨¢n ya formadas. El resultado final para la econom¨ªa es peor que el que se habr¨ªa dado si los responsables de esa pol¨ªtica no hubieran tenido la posibilidad de cambiarla discrecionalmente. El ejemplo habitual, y el utilizado inicialmente por Kydland y Prescott, hace referencia a la pol¨ªtica monetaria. Si los responsables de la pol¨ªtica econ¨®mica anuncian que se llevar¨¢ a cabo una lucha contra la inflaci¨®n y los trabajadores y empresarios creen ese anuncio, habr¨¢ aumentos salariales menores, lo cual es bueno para luchar contra la inflaci¨®n, pero una vez esas expectativas est¨¢n consolidadas, los responsables pueden tener la tentaci¨®n de no llevar a cabo la pol¨ªtica anunciada y bajar los tipos de inter¨¦s, porque eso reduce el paro a corto plazo, o simplemente porque les puede dar votos de cara a las elecciones pr¨®ximas. Pero, desafortunadamente, este cambio de pol¨ªtica a ¨²ltima hora hace que la inflaci¨®n sea mayor de lo inicialmente previsto y anunciado. El problema es que despu¨¦s de caer en esta inconsistencia varias veces ya no ser¨¢ posible convencer a empresarios y trabajadores de que se llevar¨¢ a cabo una pol¨ªtica dispuesta a luchar contra la inflaci¨®n, lo cual convierte en in¨²tiles futuros esfuerzos, incluso si entonces son sinceros, de llevar a cabo una pol¨ªtica antinflacionaria. ?sta fue la raz¨®n por la cual los gobiernos en los setenta no tuvieron ning¨²n ¨¦xito en la lucha contra la inflaci¨®n.
Esta idea est¨¢ en la ra¨ªz de un cambio importante en la organizaci¨®n institucional: la ¨²nica forma de hacer cre¨ªbles las pol¨ªticas antinflacionarias fue dotar de independencia a los bancos centrales, gobernados por t¨¦cnicos responsables de luchar contra la inflaci¨®n y que no se ven presionados por las inminencias electorales, pues sus cargos no dependen del resultado de estas elecciones. Nos encontramos ante un ejemplo de c¨®mo un concepto nacido en el abstracto mundo de las ideas y de los congresos te¨®ricos aparentemente apartados de la realidad tiene consecuencias evidentes y positivas sobre la econom¨ªa real: hoy en d¨ªa, gracias a esa independencia de los bancos centrales, la inflaci¨®n es menor en casi todas las econom¨ªas del mundo, incluso en algunas de aquellas que experimentaron en la d¨¦cada de los ochenta hiperinflaciones por encima del 500% o del 1000%.
La otra gran contribuci¨®n de los profesores Kydland y Prescott se ha dado en la comprensi¨®n del fen¨®meno de los ciclos econ¨®micos, aunque en este caso no han aportado una respuesta definitiva sobre el tema, y la importancia radica m¨¢s en la utilizaci¨®n de un nuevo enfoque. Hasta principios de los ochenta se cre¨ªa que el crecimiento a largo plazo de las econom¨ªas y los ciclos econ¨®micos observados a corto plazo eran dos fen¨®menos completamente independientes. El crecimiento a largo plazo era debido al desarrollo tecnol¨®gico, y las oscilaciones a corto plazo de la actividad econ¨®mica eran fruto de variaciones en la demanda (los animal spirits ya mencionados). Esto hab¨ªa sido parcialmente cierto hasta los a?os setenta, pero desde entonces han entrado en juego otras variables no contempladas hasta el momento, como los precios del petr¨®leo, el historial de las pol¨ªticas econ¨®micas utilizadas, o los procesos de desregulaci¨®n de los mercados. Kydland y Prescot construyeron un modelo donde ambas cuestiones estaban entrelazadas: en ¨¦l, las oscilaciones a corto plazo de la tasa de progreso tecnol¨®gico se difunden hacia toda la econom¨ªa produciendo las fluctuaciones de la actividad econ¨®mica a corto plazo alrededor de la tendencia al crecimiento a largo plazo. Al comparar el modelo con la realidad se observ¨® que ¨¦ste explicaba con una precisi¨®n remarcable la evoluci¨®n c¨ªclica de variables agregadas como el PIB, el consumo o la inversi¨®n. En realidad se trataba de un modelo bastante b¨¢sico, pero ha sido el punto de partida de una familia de modelos m¨¢s sofisticados sobre ciclos econ¨®micos, que a?aden a las fluctuaciones de la demanda otros factores procedentes del lado de la oferta, como el entorno institucional en que se fijan los salarios o el comportamiento de la oferta de trabajo. Tambi¨¦n ha servido como punto de partida para el an¨¢lisis de los efectos a largo plazo de las pol¨ªticas econ¨®micas. Y ha sido ¨²til incluso para los economistas de la escuela keynesiana, que lo han utilizado para mostrar c¨®mo la falta de competencia en los mercados o las rigideces en precios y salarios pueden jugar tambi¨¦n un papel importante para explicar los ciclos econ¨®micos.
Anna Laborda y Josep M. Comajuncosa son profesores de Econom¨ªa de ESADE.
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