En busca de una nueva visi¨®n
Al asistir hace poco a un simposio de la Fundaci¨®n Barenboim-Said en Sevilla, me encontr¨¦ con que un fuerte sentimiento de optimismo dominaba entre los all¨ª reunidos; un optimismo condicionado por la necesidad de una nueva ret¨®rica, una nueva aproximaci¨®n para resolver el conflicto cr¨®nico palestino-israel¨ª.
Durante 13 a?os, el llamado "proceso de paz" en Oriente Pr¨®ximo se ha ido arrastrando de un oscuro y atascado t¨²nel a otro. El precio ha sido no s¨®lo la p¨¦rdida de tiempo, sino tambi¨¦n la m¨¢s importante p¨¦rdida de vidas: m¨¢s de 950 israel¨ªes y no menos de 3.305 palestinos asesinados tan s¨®lo en los ¨²ltimos cuatro a?os, y 53.000 palestinos y 4.500 israel¨ªes heridos. Tanto la econom¨ªa de Palestina como la de Israel se han visto gravemente afectadas: el PIB palestino cay¨® en un 50%, a menos de 1.000 d¨®lares per c¨¢pita, dejando a un 60% de la poblaci¨®n bajo el nivel de pobreza de dos d¨®lares diarios, seg¨²n reconoce el Banco Mundial.
Ahora, el tiempo se agota. Mientras los medios de comunicaci¨®n internacionales se centran en los planes unilaterales de Sharon, su ej¨¦rcito, el muro y la expansi¨®n de los asentamientos est¨¢n destruyendo f¨ªsicamente la posibilidad de una paz basada en la soluci¨®n que contemple la existencia de dos Estados.
La pregunta es: ?por qu¨¦? Aunque se ha se?alado hasta la saciedad, apenas se ha hecho nada para comprender por qu¨¦ se frustra constantemente una soluci¨®n pac¨ªfica, para preguntarse si la aproximaci¨®n dominante es siquiera la adecuada. Una visi¨®n que desde el Acuerdo de Oslo ha estado sometida al concepto israel¨ª de seguridad -seguridad basada en una mezcla de poder militar y estrecha colaboraci¨®n de las fuerzas policiales palestinas-. De esta noci¨®n tan simple se deduce que los palestinos s¨®lo pueden ser controlados por la fuerza en un Estado policial.
Esta aproximaci¨®n es el resultado de los fallos fundamentales de Oslo, sobre todo de su arranque a partir de los t¨¦rminos adoptados en la Conferencia de Madrid -legitimidad internacional y resoluciones de las Naciones Unidas-, que supone la perpetuaci¨®n de la ocupaci¨®n militar israel¨ª. Despu¨¦s de Oslo no ha habido m¨¢s referencia que la prolongaci¨®n del equilibrio de poder, forzando a que todo acuerdo fuera impuesto por una parte a la otra. Abandonada toda forma de justicia, un "acuerdo" as¨ª s¨®lo pod¨ªa ser mantenido por la fuerza (materializada, parad¨®jicamente, en forma de una fuerte organizaci¨®n policial palestina).
El resultado ha sido un desastre. Puesto que la fuerza militar israel¨ª ha inclinado la balanza del poder del lado de Israel, los sucesivos gobiernos del derechista Likud se han visto cada vez menos motivados a cumplir incluso con los m¨ªnimos acuerdos propuestos en Oslo. Por el contrario, al comprobar que su domino militar facilitaba la anexi¨®n del 58% de Cisjordania en lugar del menor porcentaje que Oslo le asignaba, Israel ha decidido tomar todo lo que ha podido.
Sin embargo, la visi¨®n israel¨ª de garantizar la estabilidad y la seguridad por la fuerza ha fracasado. El sistema de represi¨®n policial palestino por el que ellos optaron para que actuara como agente de seguridad propio se ha venido abajo, sobre todo a causa del peso econ¨®mico del mantenimiento de tama?o aparato de seguridad. ?ste supone el 39% del funcionariado y consume el 34% del presupuesto de la Autoridad Palestina (mientras que a la sanidad es destinado el 9%).
Aunque este acuerdo haya fracasado estrepitosamente, sigue siendo el ¨²nico sistema que se propone constantemente, no s¨®lo por parte de Sharon, sino tambi¨¦n por la Hoja de Ruta que defiende el Cuarteto [EE UU, Rusia, UE y ONU]. Si la experiencia hist¨®rica de Europa y Occidente pone de manifiesto unas bases para la paz diametralmente opuestas, ?por qu¨¦ seguir defendiendo un modelo que no sea el del respeto democr¨¢tico de la igualdad y la justicia?
En 1994 advert¨ª sobre las consecuencias de descuidar la democracia en la reci¨¦n nacida entidad palestina. Pero en lugar de fomentarse la democracia, Israel y Occidente han tolerado, si no patrocinado, el crecimiento de la ilegalidad, la corrupci¨®n y un gobierno basado en la seguridad. Todo ello bajo la manida ret¨®rica de las "razones de seguridad".
Lo que los palestinos necesitan por encima de todo es que se les permita ejercer la opci¨®n democr¨¢tica, incluida la participaci¨®n en elecciones democr¨¢ticas. S¨®lo as¨ª podr¨¢n elegir un liderazgo democr¨¢tico que pueda negociar en su nombre con confianza; y s¨®lo un liderazgo elegido democr¨¢ticamente puede defender adecuadamente los derechos palestinos b¨¢sicos y exigir la igualdad en un proceso de justicia.
Un liderazgo elegido democr¨¢ticamente que respete la ley no puede evitar responder de sus acciones, ni puede ser manipulado para que acepte acuerdos que no satisfagan a aquellos que se supone que representa, hasta el punto de crear una revuelta o una prolongaci¨®n de la Intifada. Adem¨¢s, las estructuras creadas democr¨¢ticamente son la llave de las reformas, aut¨¦nticas reformas m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica de los gobiernos israel¨ªes, que lo ¨²nico que piden es la reestructuraci¨®n de la Autoridad para que siga siendo un aparato de seguridad que reprima a la poblaci¨®n palestina. Las iniciativas propuestas por Israel van incluso hasta a defender la transferencia de autoridad de un presidente electo a un primer ministro no electo, que cuenta con menos de un 2% de popularidad entre los palestinos. ?Es eso reforma?
La democracia no s¨®lo supone un liderazgo electo, sino tambi¨¦n que se garantice que las fuerzas de seguridad no est¨¦n controladas por una facci¨®n pol¨ªtica o por el l¨ªder de una de ellas. Implica la total reforma de las fuerzas de seguridad dirigida hacia una unificaci¨®n apol¨ªtica sujeta al mando del Gobierno elegido. Promover la democracia en Palestina facilitar¨¢ que el aparato de seguridad se convierta en un ¨®rgano de aplicaci¨®n de la ley.
La democracia eliminar¨¢ igualmente toda pretensi¨®n de imponer un acuerdo de paz, puesto que las posibilidades de aceptaci¨®n y apoyo a tal iniciativa se ver¨¢n reforzadas significativamente si ha sido previamente respaldado por un ¨®rgano democr¨¢ticamente elegido, frente a los acuerdos adoptados arbitrariamente e impuestos por un represor aparato de seguridad.
Aquellos que se sienten alar
mados por las posibilidades que la democracia presenta para los grupos fundamentalistas no tienen m¨¢s que mirar las ¨²ltimas encuestas realizadas entre la poblaci¨®n palestina para que se disipen sus temores. Las ¨²ltimas estad¨ªsticas muestran que si Ham¨¢s obtendr¨ªa el 23% de los votos, no ser¨ªa m¨¢s de lo que conseguir¨ªa el partido de Al Fatah. La influencia real est¨¢ en el 50% de mayor¨ªa silenciosa que no quiere entrar en esta polarizaci¨®n; esa mayor¨ªa, en mi opini¨®n, apoyar¨ªa una oposici¨®n democr¨¢tica si tuviera oportunidad de hacerlo. Es una mayor¨ªa cuya voz se est¨¢ viendo silenciada en este momento por el ruido de las armas. Y que puede tener voz s¨®lo si se le permite votar. El 80% de los palestinos de los Territorios Ocupados tienen menos de 33 a?os. Luchan por tener una oportunidad, por participar y por la esperanza de un futuro mejor.
Seguramente ha llegado ya el momento de abandonar el sue?o mortal de imponer agentes de seguridad en los "bantustanes" de una Palestina fragmentada, retrotray¨¦ndonos a las injusticias criminales de los homelands de Sur¨¢frica. El mundo democr¨¢tico occidental tiene que apoyar y fomentar ahora a la sociedad civil palestina en su intento de materializar las posibilidades que presenta el desarrollo de las tendencias democr¨¢ticas. M¨¢s a¨²n, ha llegado ya el momento de adherirse sinceramente a lo que el TPI declara abiertamente: que la violaci¨®n de los derechos humanos y nacionales en Palestina tiene que pararse ya. Que los palestinos, al igual que los israel¨ªes, tienen derecho a la autodeterminaci¨®n, a la democracia y a una patria propia en la que puedan vivir con libertad y dignidad, sin ser ocupados, sin muros, sin puestos de control ni represi¨®n.
Se trata de darse cuenta de que Israel puede tener seguridad aceptando a los palestinos como seres humanos iguales. Mi profunda creencia es que la ¨²nica paz duradera que veremos ser¨¢ aquella alcanzada por dos democracias gobernadas por la igualdad y la justicia.
Mustaf¨¢ Barghouthi es el l¨ªder del nuevo movimiento pol¨ªtico democr¨¢tico palestino Al Mubadara, fundado por los l¨ªderes palestinos Haider Abdul Hafi y el fallecido Edward Said.
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