La diva del imperio
Los primeros bravos vinieron de la sala cuando la soprano estadounidense a¨²n no hab¨ªa abierto la boca. Eran un reflejo de la expectaci¨®n levantada y una consecuencia de no ser una funci¨®n incluida en el abono, con un p¨²blico m¨¢s entusiasta que el habitual. Tambi¨¦n era un indicador de la necesidad de divos en la actualidad, pero eso es otra historia.
Ren¨¦e Fleming es una cantante impecable. Tiene homogeneidad en todos los registros, un sentido mel¨®dico excepcional, gran capacidad respiratoria con lo que la regulaci¨®n del sonido es extraordinaria, facilidad en la coloratura, precisi¨®n en la utilizaci¨®n de las medias voces. En fin, una joya. En las declaraciones previas al concierto ha manifestado una y otra vez su admiraci¨®n por Victoria de los ?ngeles. Tiene pues las mejores referencias en su ideal de cantar. La sensibilidad llena todo lo que hace y ese concepto tan socorrido de la musicalidad cobra con ella un sentido.
Ren¨¦e Fleming (soprano)
Oberturas, arias o canciones de Mozart, H?ndel, Massenet, Korngold, Strauss, Barber, Previn, Gershwin, Verdi, Puccini y Dvor¨¢k. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Director: Jes¨²s L¨®pez Cobos. Teatro Real, Madrid, 12 de octubre.
Cant¨® Fleming en franc¨¦s, italiano, alem¨¢n, ingl¨¦s y checo, con gran variedad de estilos y autores. Cant¨® ¨®pera fundamentalmente y un par de lieder de Richard Strauss. El momento que m¨¢s me conmovi¨® de la noche fue el aria Gl¨¹ck, das mir verlieb, de La ciudad muerta, de Korngold, pero no se quedaron excesivamente atr¨¢s la canci¨®n de la luna, de Rusalka, de Dvor¨¢k o, ya como segunda propina, el aria de Adriana Lecouvreur, de Cilea. Y por supuesto los lieder C?cilie y Morgen, expuestos con la justa dosis de ambig¨¹edad po¨¦tica y voluptuosidad. Los momentos en que m¨¢s envuelve la soprano son aquellos en los que la naturalidad del fraseo facilita una emotividad cercana con la complicidad de un timbre aterciopelado. La exactitud de la cantante est¨¢ a la altura de su buen gusto. Quiso adem¨¢s salirse del gui¨®n y hacer alguna improvisaci¨®n en Summertime, de Porgy and Bess, de Gershwin, pero entonces la orquesta las pas¨® canutas para adaptarse, limitando de alguna manera el vuelo expresivo de la cantante. Fue un concierto l¨ªrico excepcional, en el que tambi¨¦n se luci¨® el violinista Rafael Khismatulin. La experiencia de L¨®pez Cobos fue otra baza determinante. El ¨¦xito fue apote¨®sico.
La tarde en que Ren¨¦e Fleming se present¨® en Madrid falleci¨® el director de escena Santiago Castillo Pal¨¦s, calentito a¨²n su triunfo con Electra, de Strauss, en la inauguraci¨®n de la temporada de ¨®pera de Oviedo. A ¨¦l van dedicadas, de todo coraz¨®n, prioritariamente estas l¨ªneas.
Babelia
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