Una casa de novela
Hay casas en Barcelona que contienen en esencia una o varias novelas. Basta con observarlas atentamente y con escarbar un poco en su historia para extraer de ellas uno de esos relatos que enganchan al lector desde la primera p¨¢gina. El Palau G¨¹ell, por ejemplo, dar¨ªa para un buen novel¨®n, con el arquitecto Antoni Gaud¨ª y su mecenas, Eusebi G¨¹ell, de destacados protagonistas. El g¨¦nero depende del autor, pero creo que, para no desentonar con la t¨¦trica ambientaci¨®n medievalista del palacio, lo mejor ser¨ªa una novela g¨®tica. Otro edificio con novela es sin duda La Pedrera. De nuevo Gaud¨ª tendr¨ªa en ella un papel principal, aunque esta vez compartir¨ªa la escena con la familia Mil¨¤. El tono, a juzgar por la sinuosa fachada, tendr¨ªa que ser algo as¨ª entre la ciencia-ficci¨®n y la fantas¨ªa lis¨¦rgica. Podr¨ªamos seguir con una larga lista de edificios de Barcelona, pero hoy me interesa detenerme en las llamadas Cases d'en Xifr¨¦, ese antiguo bloque de pisos que se encuentra en el Pla del Palau, muy cerca del puerto, y en cuyos bajos abre cada d¨ªa un restaurante cl¨¢sico de la ciudad, el Set Portes. Son tantas las historias que contiene este edificio que bastar¨ªa con poner un poco de orden a la vida de su constructor y a la escenograf¨ªa de las casas que nos dej¨® para que saliera un novel¨®n con grandes dosis de dinero, ambici¨®n, ¨¦xito, fama y amores traicionados.
Josep Maria Carandell, que estudi¨® la casa a fondo, estaba convencido de que los Porxos d'en Xifr¨¦ respond¨ªan a criterios masones
La escenograf¨ªa de las Cases d'en Xifr¨¦ es de las que causan impresi¨®n. Estamos ante el primer bloque de pisos modernos construido en Barcelona, entre los a?os 1836 y 1839, y estamos ante una elegante sucesi¨®n de arcos que han hecho que se conozca el edificio como los Porxos d'en Xifr¨¦. Si nos fijamos en la fachada, veremos que hay en ella una serie de medallones que llaman la atenci¨®n. Tenemos, entre otros, los rostros de Juan Sebasti¨¢n Elcano, de Hern¨¢n Cort¨¦s, de Col¨®n, de Ercilla, de Magallanes, de Pizarro... y tenemos tambi¨¦n detalles que enlazan con la tradici¨®n marinera, con la riqueza y las Am¨¦ricas. Las pistas son los suficientemente claras como para adivinar que el promotor de estas casas, que ahora contrastan con la escultura Cabeza Barcelona, de Roy Lichtenstein, tuvo una fuerte relaci¨®n con Am¨¦rica.
En efecto, Josep Xifr¨¦ Casas, el millonario que construy¨® las casas que llevan su nombre, naci¨® en Arenys de Mar en 1777. Su padre ya hab¨ªa iniciado el comercio con Am¨¦rica con ¨¦xito, ya que lleg¨® a tener cuatro bergantines de su propiedad, pero acab¨® en la ruina por culpa de los azares del destino. Fue su cuarto hijo, Josep, quien se encarg¨® de reflotar la econom¨ªa familiar y de reunir una inmensa fortuna que le convirti¨® en el hombre m¨¢s rico de Espa?a. Cuba fue el escenario de sus triunfos. Como en las mejores historias de indianos, lleg¨® all¨ª con lo puesto, pero al cabo de pocos a?os ya ten¨ªa en aquella isla un floreciente negocio de pieles, varias haciendas de ca?a de az¨²car y de tabaco, y m¨¢s de 700 plantaciones de caf¨¦. Contaba, claro est¨¢, con numerosos esclavos, circunstancia que a?ade un nuevo elemento novel¨ªstico a su vida.
Josep Xifr¨¦ acab¨® cas¨¢ndose en Nueva York, en 1818, con la hija de su agente en esta ciudad, Judith Downing, de una belleza excepcional. ?l ten¨ªa 41 a?os y ella tan s¨®lo 17. Se instalaron durante unos a?os en Cuba y tuvieron un ¨²nico hijo, Jose¨ªto, pero en 1823 decidieron instalarse en Nueva York, donde Xifr¨¦ se asoci¨® con el banquero de origen gallego Peter Harmony y se dedic¨® a las altas finanzas y al negocio de la construcci¨®n. En 1829, los Xifr¨¦ regresaron a Catalu?a, aunque la esposa, fascinada por la alta sociedad, prefiri¨® instalarse en Par¨ªs. En la capital francesa se hizo amiga, por cierto, y al parecer amante, de los escritores Prosper M¨¦rim¨¦e y Stendhal.
En 1840, Xifr¨¦ se instal¨® en la planta noble de las Cases d'en Xifr¨¦ y continu¨® aumentando su fortuna y su anecdotario. Intentando copiar lo que hab¨ªa visto en Nueva York, cre¨® en Barcelona un cuerpo de bomberos del que se autonombr¨® capit¨¢n y no tard¨® en convertirse en el hombre de referencia de la sociedad catalana. En 1850 le propusieron como alcalde, pero rehus¨®. Muri¨®, inmensamente rico, en su mansi¨®n de Horta en 1856 y est¨¢ enterrado en Arenys de Mar.
Tanto la vida de Josep Xifr¨¦ como sus porches dan para un novel¨®n. Si le a?adimos adem¨¢s que en los bajos del edificio se encuentra el conocido Caf¨¦ de les Set Portes, m¨¢s todav¨ªa, ya que el local permanece abierto desde 1838 y ha visto desfilar por sus salas a todo tipo de personajes y todo tipo de intrigas. Por si todo esto no fuera bastante, queda todav¨ªa un ¨²ltimo elemento que tener en cuenta: la presunta masoner¨ªa de Josep Xifr¨¦ y la presunta simbolog¨ªa mas¨®nica del edificio. Josep Maria Carandell, que estudi¨® la casa a fondo, estaba convencido de que los Porxos d'en Xifr¨¦ respond¨ªan a criterios masones y afirmaba que el primer simbolismo radicaba en los arcos y en el n¨²mero 7, considerado m¨¢gico por los masones.
Lo dicho: hay casas en Barcelona que contienen en esencia una o varias novelas y, visto el trasfondo de los Porxos d'en Xifr¨¦, no hay duda de que dan no ya para una novela, sino para uno de esos interminables culebrones en los que aparecen todos los elementos capaces de atrapar al lector. En la l¨ªnea de El rojo y el negro, por ejemplo, por citar una novela pr¨®xima a la esposa de Xifr¨¦. Para la banda sonora no habr¨ªa que preocuparse demasiado: unos fragmentos de La flauta m¨¢gica, de Mozart, le ir¨ªan de perlas y acentuar¨ªan los ecos de conspiraci¨®n mas¨®nica.
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