Llev¨¢rselo de viol¨ªn
Tras confirmarse el rumor de que la empresa mediado el verano se da una vuelta por las distintas dehesas en pos de los toros ganga de las mismas, los aficionados zaragozanos encuentran respuesta razonable al vergonzante ganado que se lidia en la feria. Ayer no fue una excepci¨®n. Los toros ganga son un chollo. Ni asustan, ni mochan, ni muerden y se dejan hacer de todo. Otro tema es que los artistas lo sepan aprovechar.
El Fandi, por ejemplo, los aprovecha a su manera. Torero de zapatilla inquieta (quiz¨¢ por deformaci¨®n rehiletera), le bastan un par de largas cambiadas, unas chicuelinas al paso, unas aragonesas al trote y el viol¨ªn a la carrera con adorno en turbo marcha atr¨¢s para llevar el delirio a los tendidos. El Fandi abusa de los toros ganga, tiene m¨¢s facultades que los seis lidiados juntos. Eso carrera adelante, porque corriendo para atr¨¢s les saca una vuelta. Como torear es otra cosa, con la muleta no pasa de vulgar pegapases. Se dej¨® ir el quinto. Un toro de puerta grande para hacer el toreo y no la pantomima rid¨ªcula que larg¨®. El Fandi se lo lleva de viol¨ªn. Los aficionados quer¨ªan hacer un escrito para dirig¨ªrselo a quien proceda en solicitud de sanci¨®n econ¨®mica para el diestro granadino por haberse dejado sin torear al hasta ayer toro de la feria.
Domecq / Abell¨¢n, El Fandi, Perera
Toros del Marqu¨¦s de Domecq, sin presencia, descastados, blandos y manejables. 5?, encastado y noble. Miguel Abell¨¢n: estocada haciendo guardia (silencio); pinchazo, estocada (palmas). El Fandi: estocada ca¨ªda (vuelta); estocada (oreja). Miguel ?ngel Perera: pinchazo, estocada (silencio); estocada trasera (silencio). Plaza de Zaragoza, 13 de octubre. 6? de feria. Tres cuartos de entrada.
En cambio, a Miguel Abell¨¢n o no le van los chollos o le caen grandes. Inhibido de la lidia de sus dos oponentes, traste¨® sin pena ni gloria a su blando primero. En el otro, que brind¨® al p¨²blico por aquello de hacer las paces, se vio arrollado, tropezado y enganchado por el inocente animal. Perdidos los papeles, recurri¨® al arrim¨®n. Pero ni por ¨¦sas convenci¨®. Esto enfad¨® no s¨®lo a sus seguidores, sino al aficionado en general que siempre espera lo m¨¢ximo del torero madrile?o.
A Miguel ?ngel Perera, nuevo en la plaza, le pill¨® pegando trapazos a diestra y tocata el aviso que le mand¨® el presidente. En el que cerr¨® festejo, le volvi¨® a suceder lo mismo. Perera no entiende de chollos, lo suyo es pura voluntad a destajo. L¨®gico, por otra parte, el muchacho est¨¢ reci¨¦n alternativado y le faltan corridas para ir haci¨¦ndose un hueco en la tan dif¨ªcil profesi¨®n que ha escogido.
Por fin, el presidente estuvo en su puesto y cumpliendo con su obligaci¨®n. Prueban su acertada labor las soluciones que a lo largo de la tarde recibi¨® de los aficionados al darle por certeras las decisiones que tom¨®.
Babelia
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