'Big Parade'
Dentro de la desgracia, la mayor de las desgracias es que no est¨¦n vivos los genios que podr¨ªan contarla con gracia. Es decir (aparte de por s¨ª mismos, y mucho), no s¨®lo necesito a Gila a nivel guerra global, sino que, desde hace cierto tiempo, preciso de Luis Carandell, a nivel Ministerio de Defensas y Zarzuelas.
Qu¨¦ gran cr¨®nica habr¨ªa escrito don Luis sobre el Desfile de la Reconciliaci¨®n y su Colof¨®n Discordante, la pelea entre do?a Esperanza y don Alberto, y don Alberto y el se?or Acebes. En cuanto al desfile, he de confesar que mi coraz¨®n se encuentra dividido, no como las dos Espa?as, sino como las dos marujonas que hay en m¨ª. Para una, las demostraciones militares, los himnos y banderas en general se traducen en sarpullidos y retortijones sumamente desagradables; la otra, en cambio, admira todo buen espect¨¢culo, cuanto m¨¢s quincallero, mejor: se d¨¦ en el Liceo o en el F¨®rum, en Broadway o en la Castellana.
Hay que decir que, en este ¨²ltimo apartado del showbizz, el ministro de Casta?uelas y Defensas tiene un instinto b¨¢sico que le coloca en lugar preferencial como aspirante a realizar coreograf¨ªas en el mejor estilo Busbsy Berkeley. As¨ª fue como consigui¨®, el pasado martes, convertir la v¨ªa m¨¢s popular de Madrid en la neoyorquina Calle 42 (menos claqu¨¦, hubo de todo), con las Ziegfeld Follies desfilando en pos del pa¨ªs de Oz, do mora la Conciliaci¨®n, concepto que tan bals¨¢mico debe de resultarle a un buen socialista y buen hijo de falangista a la vez.
Qu¨¦ l¨¢stima, pens¨¦ (en cuesti¨®n de procesiones soy muy locaza), que el ministro de Defensas y Patriot¨ªmetros no haya incluido a m¨¢s gente. ?No echaron a faltar, ya puestos a abrazarnos todos y pelillos a la mar, que caminaran juntos los Rivera y los Lapique, los Ord¨®?ez y los Alba, los Pantoja y otros Rivera? Adem¨¢s: una pareja gay que est¨¦ prepar¨¢ndose el ajuar, codo a codo con monse?or Rouco y acompa?ante; una mujer ex maltratada (a ser posible con se?ales: todo sea por el show) y un maltratador arrepentido pero con cachiporra (por la misma raz¨®n), y un... Las variaciones son casi infinitas.
Al final, el voluntarioso ministro fue superado por el rostro menos festivo de Celtiberia: la verdadera furia espa?ola.
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