Arquitectura sin nostalgia
Am¨¦n del presente galard¨®n veneciano, Jos¨¦ Antonio Mart¨ªnez Lape?a (Tarragona, 1941) y El¨ªas Torres (Ibiza, 1944) han obtenido los m¨¢s diversos premios a lo largo de su carrera. Fieles a la idea moderna de dise?arlo todo -desde una ciudad hasta el pomo de una puerta-, han visto premiado el racionalismo iluminado de su hospital en Mora de Ebro (Tarragona) o una instalaci¨®n en la que con cajas de cart¨®n, embudos, coladores y bombillas incandescentes explicaban algunos secretos de la iluminaci¨®n cenital (Torres dedic¨® su tesis doctoral a ese tema). Entre el hormig¨®n y el cart¨®n. Ah¨ª est¨¢ el talante abierto y dispar de la obra de estos arquitectos que forman, en el panorama espa?ol, un estudio at¨ªpico tan modesto en tama?o como ¨¢vido en ambici¨®n arquitect¨®nica. Un despacho que ha dejado tanta huella en la historia reciente de la arquitectura espa?ola como en el hacer de sus propios alumnos. Una oficina que, aun sin crecer en metros o en colaboradores, no ha dejado de internacionalizar sus proyectos ni de sorprender con sus propuestas.
"La sociedad, cada vez m¨¢s, exigir¨¢ de la arquitectura edificios que den respuesta a la preocupaci¨®n general que se siente por el ahorro de energ¨ªa"
Ahora, y fieles a su perfil de astuta cautela y perezosa discreci¨®n, restan importancia al galard¨®n recibido: "Con otro jurado posiblemente el resultado habr¨ªa sido otro", se?ala Mart¨ªnez Lape?a. La plaza que ha merecido el reconocimiento de la Bienal de Arquitectura de Venecia es, en realidad, la cubierta de una depuradora de aguas renovada, que "supone la consolidaci¨®n de un ¨¢rea de la ciudad", apunta. Resuelve adem¨¢s varios problemas: ?d¨®nde ubicar las depuradoras y plantas residuales que deben mantenerse cercanas a los centros urbanos?, ?c¨®mo hacer convivir estas infraestructuras con barrios residenciales o espacios p¨²blicos? Con una propuesta innovadora y camale¨®nica: la de construir una ciudad a capas superpuestas.
M¨¢s all¨¢ de los servicios urbanos, el metro, el alcantarillado o las v¨ªas de circulaci¨®n, la ciudad estratificada era hasta hace poco algo m¨¢s ut¨®pico que real. M¨¢s dibujado que construido. Remotamente liderados por el futurista Antonio Sant El¨ªa, numerosos arquitectos segu¨ªan vaticinando metr¨®polis complejas y laber¨ªnticas capaces de expandir no s¨®lo su arquitectura sino tambi¨¦n su urbanismo, en extensi¨®n y en altura. La explanada del F¨®rum, sobre la depuradora y bajo una nueva zona p¨²blica de recreo y ocio, consolida, dulcifica y simplifica ese crecimiento a estratos que los proyectistas hist¨®ricos previeron m¨¢s que complejo. Con todo, la explanada no trata tanto de hacer una propuesta rompedora como de dar soluci¨®n a un problema. La misma voluntad resolutiva y respetuosa que recorre las laderas de Toledo con un ingenioso zurcido en zigzag de escaleras mec¨¢nicas, o una voluntad similar a la que tratar¨¢ de convertir el metro de M¨¢laga, en el que trabajan, en un espacio habitable. Ni la sorpresa ni la nostalgia, ni siquiera los recursos pl¨¢sticos, que son muchos, est¨¢n detr¨¢s de las decisiones de Torres y Mart¨ªnez Lape?a. Para ellos, la ¨²nica clave de sus intervenciones urbanas se apoya en el equilibrio: "Lo importante es que las ciudades crezcan de forma equilibrada, que no se formen ¨¢reas perif¨¦ricas en las que la nueva residencia carezca de los equipamientos y servicios p¨²blicos necesarios", se?ala Mart¨ªnez Lape?a. Tambi¨¦n en M¨¢laga, como en Barcelona o en Toledo, el concurso ganado para construir el nuevo metro har¨¢ convivir su trabajo con los c¨¢lculos de ingenieros. "Trataremos de hacer confortable un lugar enterrado", apunta El¨ªas Torres. "Intervenimos en el dise?o de las estaciones y accesos a la v¨ªa urbana", concreta Mart¨ªnez Lape?a.
Pero adem¨¢s de solucionar dos problemas con un solo proyecto, la plaza que recubre la depuradora barcelonesa cuenta con un reclamo ¨²til que ha disputado el t¨ªtulo de s¨ªmbolo del F¨®rum al edificio triangular de Herzog & De Meuron: una p¨¦rgola fotovoltaica que representa, m¨¢s que un icono o una propuesta de futuro, una acuciante necesidad. "La sostenibilidad es un principio vital", sostiene Torres. Como el respirar. Mart¨ªnez Lape?a desgrana esa idea: la p¨¦rgola, convertida hoy en s¨ªmbolo y reclamo, es por encima de esa circunstancia "una fuente real de energ¨ªa. Con ella se puede abastecer a 700 viviendas". Aun desde su naturaleza descre¨ªda y posibilista, ambos consideran que es viable y necesario hacer una arquitectura sostenible. "La sociedad, cada vez m¨¢s, exigir¨¢ de la arquitectura edificios que den respuesta a la preocupaci¨®n general que se siente por el ahorro de energ¨ªa y, cada vez m¨¢s, los arquitectos deberemos considerar estas cuestiones a la hora de proyectar un edificio. La buena arquitectura no perder¨¢ inter¨¦s, al contrario".
Si la variedad formal y tipol¨®gica (han terminado recientemente la biblioteca del campus de Tarragona, el Jard¨ªn de las Eras en Formentera y unas viviendas en Pek¨ªn, por citar s¨®lo tres ejemplos) y la constante internacionalizaci¨®n de sus trabajos (han construido en Estados Unidos -casa en Nueva Orleans, 1990- y en numerosas ocasiones en Jap¨®n -museos de Kumamoto, 1992, o del bosque Nizayama, 2000-) se cuentan entre las m¨¢s firmes bazas del estudio, en la falta de sello se alimenta su estrategia. Y aunque consideran que el arquitecto debe tener cierta complicidad con el contexto cultural en el que se mueve, aseguran que no hay recetas internacionales: "Los lugares son distintos, los problemas a resolver se parecen", sentencia Torres. "Hoy la arquitectura que se construye dif¨ªcilmente se identifica con un pa¨ªs determinado. El comercio, el transporte y la industria posibilitan intercambios de materiales entre los pa¨ªses que hacen que la arquitectura que respond¨ªa a un lugar determinado, con una tradici¨®n constructiva y un uso de materiales locales, tienda a desaparecer", a?ade Mart¨ªnez Lape?a. En la diversidad topogr¨¢fica ven la clave para las diferentes configuraciones de las ciudades. "La topograf¨ªa de Hong Kong es muy distinta a la de Pek¨ªn, como consecuencia, su desarrollo morfol¨®gico tambi¨¦n es muy distinto", sostienen unos arquitectos que han construido tanto parques urbanos (Villa Cecilia en Barcelona, 1986, o Murallas en Palma, 1986-2003) como rehabilitaciones hist¨®ricas (Sant Pere de Rodes, en Girona, 1990, o la iglesia de l'Hospitalet, en Ibiza, 1984). Tanto espacios para el deporte (piscina en la Barceloneta, 2002) como lugares para la cultura. Ellos ser¨¢n los responsables de la nueva remodelaci¨®n del Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona. La ampliaci¨®n con otro edificio de la Casa de la Caritat, donde ya intervinieron, a principios de los noventa, Elio Pi?¨®n y Albert Viaplana, no les preocupa: "Toda obra de arquitectura remodela algo existente, incluso el vac¨ªo", apunta Torres.
Aunque el laconismo de sus respuestas y su escasa predisposici¨®n a la teor¨ªa trasluce que consideran su obra su expresi¨®n m¨¢s precisa, la estela de sus trabajos y de sus clases habla tambi¨¦n de una arquitectura que se aprende. De una manera de hacer interrogando. Sin nostalgia del pasado, pero conoci¨¦ndolo y poni¨¦ndolo al d¨ªa. Sin urgencias rompedoras pero sin descuidar los valores pl¨¢sticos. Una arquitectura de gestos y decisiones, pero sin etiquetas. Torres es imaginativo e imprevisible. Algunos dir¨ªan que su curiosidad y su fuerte temperamento lo mantienen joven. Mart¨ªnez Lape?a es discreto y reflexivo. Se supone el lado pragm¨¢tico de este singular equipo. Su relaci¨®n profesional es tan longeva como inexplicable, atendiendo a la disparidad de sus personalidades. A esa diversidad, precisamente, atribuye Torres el secreto de una uni¨®n que Mart¨ªnez Lape?a simplemente no se explica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.