La relojer¨ªa del arte
A m¨¢s de uno se le pondr¨¢ cara de estupor cuando entienda que el t¨ªtulo no invita a leer un ensayo sobre don Quijote sino una novela completa que trata de ¨¦l y de otras criaturas de Cervantes. La temeridad de la aventura no s¨¦ si tiene mucho verdaderamente de cervantino o de quijotesco, creo que no, pero s¨ª en cambio lo tiene de empe?o galdosiano, de una forma de entender la novela que andaba en otros t¨ªtulos del mismo Trapiello, como La malandanza, y que aqu¨ª asume otro cuerpo literario y categor¨ªa superior. La cara de bobo se me qued¨® a m¨ª desde las primeras de cambio porque las cien primeras p¨¢ginas se van en un plis plas, y cuando apenas no ha sucedido nada m¨¢s que la muerte y el entierro de don Quijote, que aqu¨ª sale como sujeto enteramente vivo, tan vivo como vivos est¨¢n otros nombres que fueron figurantes de la novela de Cervantes -la sobrina Antonia, el ama o Sans¨®n Carrasco- o directamente protagonistas, como este Sancho Panza hecho de melancol¨ªa y a?oranza, adelgazado y enmudecido, apagado y disciplinado aprendiz que se pone, con cuarenta a?os hechos, a saber de letras (y entonces se retoman y reescriben, como en muchos otros momentos de la novela, palabras de exaltaci¨®n de la lectura y de los buenos libros, de la honradez y la belleza moral, que son emocionantes y cre¨ªbles). Ni hay contagio alguno de locura ni se le ha secado el cerebro, sino m¨¢s bien todo lo contrario: el ansia de la libertad perdida, el ensue?o de hacer algo de provecho y la nostalgia de su amo lo dejan en una postraci¨®n sentimental de la que acabar¨¢ saliendo con Sans¨®n Carrasco, que casi es el protagonista de esta novela, aunque protagonista inventado, como inventada es la sobrina Antonia con sus problemas, y como inventados son la mayor parte de los personajes que viven y padecen por la libertad y valen, en casi todos lo casos, por met¨¢foras de la compasi¨®n.
AL MORIR DON QUIJOTE
Andr¨¦s Trapiello
Destino. Barcelona, 2004
412 p¨¢ginas. 19 euros
Porque claro que es una no-
vela parasitaria de la obra de Cervantes, pero lo es de una acertad¨ªsima manera: es como un paisaje real, como un pedazo de historia ver¨ªdica del que es posible desarrollar y animar partes muertas, ¨¢ngulos oscuros, zonas deficitariamente iluminadas en el original. Y el resultado que Trapiello obtiene de esa temeraria ocurrencia que fue continuar el Quijote es una novela de aventuras que se mira en el espejo de otro libro, que lo explota y aprovecha, que lo utiliza cuanto quiere y como quiere, como si ese fondo literario sobre el que trabaja no fuese un libro sino una historia del pasado que puede recrearse de nuevo, o seguirse en otro tramo m¨¢s, todav¨ªa no visto o no recorrido. Y all¨ª se van Sancho y Sans¨®n Carrasco, a Madrid, a ver a Cervantes, cuando ha muerto ya, y descubrir que este Cervantes de la novela no muere un consabido 23 de abril de 1616 y que ha registrado en su testamento otro manuscrito in¨¦dito, El fin de Sancho Panza, del que no hab¨ªa noticia y que deja muy aprensivo al que fuera su escudero y es hoy un hombre hecho otro.
La novela avanza al margen de la historia madre de la que nace y sin embargo la tiene presente a cada paso porque el futuro se hace siempre, en la vida real y en la vida literaria, con retazos del pasado, ese mismo que los personajes saben ya contado por escrito, y que leen, en las dos partes publicadas de la novela. Lo evocan o lo maldicen pero se reconocen con gusto unas veces y apesadumbrados otras. La novela de Cervantes es el paisaje y el ox¨ªgeno de esta otra novela de Trapiello y est¨¢ tan perfectamente encajado en las vidas de sus modest¨ªsimos personajes que dif¨ªcilmente cabr¨ªa pensarles una vida distinta. Quiz¨¢ eso explique tambi¨¦n el logro ling¨¹¨ªstico y estil¨ªstico del autor al recrear una m¨²sica cervantina en la prosa que no enfada en su artificiosidad sino al contrario. La lengua es antigua y artificiosa porque lo lleva en el c¨®digo gen¨¦tico la novela misma, y las frases son largas y a menudo par¨®dicas, como en el Quijote, y los parlamentos literarios, y hasta algunos de los lances lo son tambi¨¦n porque ¨¦ste es el juego del que sale la novela (y los gui?os se diseminan aqu¨ª y all¨¢, para cervantistas a veces, para lectores sin m¨¢s, otras). Nace de una novela pero se hace novela propia y sabia, aut¨®noma, con sus propios dramas menores, el de la muchacha Antonia y el de Sans¨®n, el de la mujer de Sancho, el del ama ya mayor y siempre enamorada de don Quijote, esos mismos dramas cercanos y veraces de un novelista tan cervantino como Gald¨®s, que es, me parece, el referente literario moderno que sirve para entender c¨®mo ha hecho vivir este novelista a un personaje que fue siempre de letra y seguir¨¢ vivo ah¨ª, en los mismos papeles que leen los personajes y a los que esta misma novela de Trapiello anima a volver sin pausa, no para ver c¨®mo se codean una y otra, que eso es idiota, sino para cargar m¨¢s madera a la melancol¨ªa y a la libertad como lecciones de vida de este libro.
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