"El enemigo de la laicidad es el nacionalismo"
Claudio Magris acude casi todos los d¨ªas al caf¨¦ San Marco, una instituci¨®n triestina que apenas ha cambiado desde que abri¨® sus puertas en 1914, y que mantiene en su placidez un poco del viejo esp¨ªritu habsb¨²rgico que imper¨® durante siglos en estas tierras fronterizas. Eslovenia, Croacia y Austria est¨¢n a pocos kil¨®metros. Magris pasa horas leyendo o escribiendo en el San Marco, donde se desarrolla la entrevista.
Pregunta. Usted es profesor de Literatura alemana, uno de los principales especialistas en la cultura mitteleuropea y un europe¨ªsta convencido. ?Le parece que Turqu¨ªa puede encajar en la Uni¨®n Europea?
Respuesta. Estoy absolutamente a favor del ingreso de Turqu¨ªa en la UE, porque debemos ayudar al gobierno isl¨¢mico moderado de Ankara y porque no hay razones s¨®lidas para rechazarla.
"No nos aterran, creo, ni el terrorismo ni el islam. Lo que nos aterra de verdad son los movimientos migratorios"
"Nadie se enamora de un Estado, pero hace falta el Estado para que podamos exaltarnos tranquilamente por lo que nos d¨¦ la gana"
P. Pero la cultura europea se defini¨®, en parte, en oposici¨®n al imperio otomano. Europa y Turqu¨ªa parecen antit¨¦ticas.
R. No. Hay grandes diferencias pero hay tambi¨¦n zonas de confluencia, como los Balcanes, y desde un punto de vista cultural el ingreso de Turqu¨ªa supondr¨ªa un enriquecimiento. Mire, deber¨ªamos preocuparnos menos de si los turcos son esto o lo otro y trabajar m¨¢s en la unidad europea, o sea, en conseguir un sistema en el que las decisiones se tomen por mayor¨ªa. Corremos el riesgo de la Polonia del siglo XVIII, que fue a la ruina porque en la Dieta los arist¨®cratas ten¨ªan que aprobarlo todo por unanimidad, y, en consecuencia, no aprobaban nada.
P. ?No pesa en nuestra visi¨®n de Turqu¨ªa el terror que nos produce el islam?
R. No nos aterran, creo, ni el terrorismo ni el islam. Lo que nos aterra de verdad es la inmigraci¨®n. Los movimientos migratorios han adquirido proporciones gigantescas porque han ca¨ªdo, por fortuna, las murallas que manten¨ªan inm¨®viles a los parias de la tierra. Cientos de millones de personas se est¨¢n moviendo, con todo el derecho. Lo que pasa es que los derechos chocan a veces con la realidad. Todos los chinos tienen derecho a visitar la Galer¨ªa de los Uffizi en Florencia, pero no pueden venir todos el mismo d¨ªa. Hay que regular los flujos. Al margen de esa necesidad de regulaci¨®n, resulta indudable que nos atemoriza la perspectiva de quedar sumergidos bajo una oleada de extranjeros, porque tememos la p¨¦rdida de nuestra identidad. Como si la historia no fuera una continua mezcla de identidades. Como si nosotros fu¨¦ramos hijos de v¨ªrgenes. En el mundo est¨¢ ocurriendo hoy lo que ocurri¨® en la Grecia del siglo V antes de Cristo, cuando se hundieron las viejas unidades sociales, la familia, el clan, arrasadas por una unidad m¨¢s grande e impersonal que llamamos Estado. Aquello cre¨® un profundo desasosiego. Y el esp¨ªritu griego respondi¨® al desasosiego creando la tragedia. Medea y Edipo nacen de una turbulencia social. Hoy tenemos muy presentes aquellas obras y no recordamos nada de la inquietud que las gener¨®.
P. ?No le parece que, dentro del fen¨®meno migratorio, los europeos mantenemos un cierto prejuicio espec¨ªfico contra los musulmanes?
R. S¨ª, porque los pa¨ªses m¨¢s cercanos a la Europa rica son musulmanes, porque sus emigrantes fueron los primeros en llegar y porque el roce genera conflictos. Aquel se?or de all¨ª al fondo, al otro lado del caf¨¦, est¨¢ fum¨¢ndose un puro y me molestar¨ªa tenerle cerca, pero como le tengo lejos me parece muy bien. Eso es lo que pasa con los musulmanes. Que son muchos y vivimos con ellos. Tambi¨¦n inventamos algunos problemas, como el uso del velo. ?Qu¨¦ mal hace una chica llevando un velo en clase? Basta con que se le vea la cara, el resto es indiferente. Como no hace mal a nadie un chico con una cruz al cuello. Hay cosas inaceptables, como la castraci¨®n femenina que quieren seguir practicando algunos inmigrantes africanos, pero en casi todo lo dem¨¢s se puede llegar a compromisos razonables.
P. Y, sin embargo, hay quien considera que algunos problemas actuales entre la cultura occidental y la musulmana comenzaron con la Reconquista espa?ola o las Cruzadas.
R. Eso es una estupidez. El fen¨®meno que nos preocupa en el islam es el fundamentalismo. Y el fundamentalismo no es tradicional, sino contempor¨¢neo, y ajeno al integrismo. El fundamentalismo nace hace menos de cien a?os en c¨ªrculos protestantes estadounidenses, que acu?an un concepto para referirse a los principios irrenunciables de su religi¨®n, y es un fen¨®meno de masas t¨ªpicamente moderno. El fen¨®meno tradicional de las personas o grupos religiosos extremistas era el integrismo, de caracter¨ªsticas elitistas.
P. Bajo la forma que sea, el laicismo europeo parece tener problemas al enfrentarse con las manifestaciones p¨²blicas de religiosidad, incluidas las cat¨®licas.
R. Pueden darse situaciones anecd¨®ticas, como los recientes problemas de un cat¨®lico italiano, Rocco Buttiglione, que suscit¨® desconfianza al utilizar ciertas expresiones religiosas ante el Parlamento Europeo. Yo creo, sin embargo, que la laicidad europea no est¨¢ amenazada por ninguna religi¨®n, sino por los nacionalismos. El enemigo de la laicidad es el nacionalismo que sacraliza la naci¨®n y exalta los "valores calientes" de que hablaba Norberto Bobbio, en contraposici¨®n a un "valor fr¨ªo" como el del Estado. Nadie se enamora de un Estado, pero hace falta el Estado para que podamos exaltarnos tranquilamente por lo que nos d¨¦ la gana y para que nuestra libertad, seg¨²n la vieja definici¨®n liberal, s¨®lo termine donde comienza la libertad del otro. No hablo de federalismos, autonomismos o devolutions, sino de esos movimientos nacionalistas que manipulan, que acaban enfrentando a unos con otros como ha ocurrido aqu¨ª al lado, en la antigua Yugoslavia, y que se empe?an en conseguir que el mundo comience en Trieste y acabe en M¨®dena. Yo soy de Trieste, me gusta mi ciudad, la amo como amo a mi gente, todos ¨¦sos son "valores c¨¢lidos", pero es un error t¨ªpicamente fascista considerar que s¨®lo los "valores c¨¢lidos" son nobles.
P. Desde Israel y Estados Unidos se lanzan cada vez m¨¢s acusaciones de antisemitismo contra Europa.
R. El enfrentamiento entre palestinos e israel¨ªes complica las cosas, porque cualquier cr¨ªtica al Gobierno israel¨ª se hace pasar, injustamente, por antisemitismo. Tambi¨¦n es cierto que ese enfrentamiento ha reavivado viejos prejuicios antisemitas, muy minoritarios pero reales. Por otra parte, nadie se ha mostrado tan antisemita como el propio Ariel Sharon, que ha aconsejado a los jud¨ªos franceses que emigren a Israel, esgrimiendo el est¨²pido prejuicio seg¨²n el cual los jud¨ªos nunca se integran del todo y no est¨¢n seguros fuera de Israel. El catolicismo ha reconocido, por boca del propio Juan Pablo II, que sent¨® las bases del antisemitismo europeo. Ahora hay que evitar caer en el otro extremo. Mi amigo Egon Schwartz, un jud¨ªo que escap¨® de Austria en 1938, suele decir que, despu¨¦s del antisemitismo, lo peor es el filosemitismo nacido de la mala conciencia.
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