Ejecutiva talib¨¢n
La asunci¨®n de la derrota por parte de Ruiz-Gallard¨®n, no frente a Esperanza Aguirre, que tambi¨¦n ha salido descalabrada, sino frente a la concepci¨®n del ordeno y mando del partido conservador, es la derrota de un PP que torpemente se obstina en ocupar un centro derecha que ni existe ni para el que, de existir, est¨¢ preparado. Sus mandarines no acaban de entender qu¨¦ es eso de la democracia, y su pretendido ejercicio resulta patoso y hasta grotesco. El PP es una olla podrida que Fraga coci¨® en el franquismo y lo recoci¨® y refund¨® Aznar. Rajoy es un alma en pena y est¨¢ a la que le dictan las rancias voces de un pasado condenado a consumirse en s¨ª mismo. Ruiz-Gallard¨®n no tiene truco: es un hombre de derechas, aunque intelectualmente capaz de practicar el di¨¢logo y de mostrarse respetuoso con sus adversarios pol¨ªticos. Algo, en fin, nada excepcional, salvo por estas intemperies, donde tales actitudes califican a quienes las manifiestan de "infiltrados de izquierda"; hasta qu¨¦ punto pueden llegar los miedos de los mendas. Mendas que por la Comunidad Valenciana han montado un totum revolotum, un verdadero teatro de t¨ªteres que, tras la crisis de los chiringuitos, de las oficinas de apoyo a Camps, sus protagonistas han sido puestos a disposici¨®n del comit¨¦ ejecutivo provincial de Alicante, que preside el adem¨¢s siempre inefable De Espa?a: tras una parodia de auto de fe, los censur¨® y los conden¨® en efigie, a entregarlos al comit¨¦ de derechos y garant¨ªas, para que los escarmiente por proferir "insultos y otras groser¨ªas". En efigie, porque los presuntos ni asistieron a la representaci¨®n.
En este juego de romanos y cartagineses, Camps movi¨® ficha y salieron sus enviados a todo galope -Font de Mora y Blasco- para sustraer de las iras zaplanistas y sus pretorianos a sus buenos vasallos y alcaldes de Alicante, Torrevieja y Crevillente, Luis D¨ªaz Alperi, Pedro Hern¨¢ndez Mateo y C¨¦sar Augusto Asencio. Y los honorables caballeros cumplieron y los pusieron a salvo de tanta asechanza. Los enfrentamientos entre los partidarios del presidente de la Generalitat y el portavoz en el Congreso de los Diputados se acent¨²an de cara al congreso regional del mes que viene. Las v¨ªsperas son hist¨®ricamente atroces y reveladoras en estos menesteres. Y tanto m¨¢s si el PP hace ya aguas por las brechas de Galicia y Madrid b¨¢sicamente. La Comunidad Valenciana es otro de los puntos m¨¢s cr¨ªticos y donde mejor se observan las grietas de un partido en trance de camuflarse en los m¨¢s abruptos territorios de la reacci¨®n. En ese mapa de la caverna, la provincia de Alicante es, sin duda, la cabeza de puente de un zaplanismo ag¨®nico. Con toda su furia, pero tambi¨¦n con toda su sinceridad, a la cautela de Ruiz Gallard¨®n le ha sucedido la transparencia de su segundo. Manuel Cobo ha sido meridiano y, por fin, ha tirado de la manta: hay en el PP, seg¨²n ha confesado p¨²blicamente, sectores integristas y ultras, con un discurso pol¨ªtico orientado hacia el rencor, el odio, la intransigencia y el encanallamiento. ? D¨®nde est¨¢n los talibanes valencianos? ?En el propio Consell? ?En la ejecutiva alicantina? Das una patada en el suelo y te salen como bichos.
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