"?No sin mis 'manolos'!"
Primero es palmero y luego es zapatero y ciudadano del mundo. Cuando vuelve a La Palma, donde naci¨®, hijo de checo y de palmera, agricultores, comerciantes, la florister¨ªa que le provee de flores celebra una fiesta. Y la celebra a cada rato, pues Manolo Blahnik vuelve constantemente al lugar donde naci¨® -a ver a su madre, a la que adora, con la que habla cada d¨ªa desde donde est¨¦-, y una de sus maneras de expresar la felicidad es llenando de flores la antigua casa de la familia.
?l cre¨ªa -con los contados amigos muy ¨ªntimos que le rodean- que la exposici¨®n de su fabulosa colecci¨®n de zapatos, prevista por la anterior Administraci¨®n en el Museo del Traje y suspendida por la actual, iba a marcar su encuentro art¨ªstico con el pa¨ªs del que procede. La pasi¨®n espa?ola por el espa?ol Blahnik se queda con las ganas. ?C¨®mo ha reaccionado? Tiene mucho sentido del humor: "As¨ª no tendr¨¦ que cenar con quienes no me invitan".
Iban a exponerse 900 zapatos dise?ados por ¨¦l en 30 a?os; comisariaban la exposici¨®n el arquitecto ?scar Tusquets y la periodista Silvia Alexandrovich. A Tusquets lo introdujeron en la religi¨®n de Blahnik sus amigos comunes Miriam y Guillermo Cabrera Infante, y Silvia cuenta de sus fabulosos encuentros en Bath, Inglaterra (donde Manolo vive, donde tiene su museo), como la relaci¨®n con un artista total que ha hecho lo mejor que puede hacer con el insomnio: llenarlo de arte. Durante esas jornadas, Manolo era como Pen¨¦lope: por el d¨ªa, Silvia y ¨¦l agrupaban los zapatos que iban a exponer en funci¨®n de las familias o de los raptos de su inspiraci¨®n, y por la noche, insomne, los volv¨ªa a separar para agruparlos de otra manera. "Y ten¨ªa raz¨®n, cuando lo hac¨ªa y tambi¨¦n cuando lo deshac¨ªa".
El insomnio le viene de lejos. Su madre le le¨ªa, para adornarle la vigilia, poemas de Lorca, sobre todo El llanto por la muerte de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, y ahora lo sigue memorizando todo, pel¨ªculas y poemas; a veces, cuando hace una escala en Madrid camino de su tierra o de vuelta a Londres, compra pel¨ªculas que le sustituyen el sue?o y libros que le han hecho una persona extraordinariamente culta. Silvia Alexandrovich le regal¨® uno de aquellos d¨ªas de los preparativos frustrados las Coplas de Jorge Manrique; al d¨ªa siguiente, no s¨®lo se las sab¨ªa de memoria, sino que cre¨ªa que eran un compendio de sabidur¨ªa sin parang¨®n en el mundo.
En esa infancia mir¨® a su madre, una de las elegancias legendarias de La Palma, hacerse los zapatos; estudi¨® luego decoraci¨®n en Ginebra y a veces ven¨ªa con sus profesores a enterarse de c¨®mo iban vestidos los personajes de los cuadros del Museo del Prado. Cuando regresaba a su tierra vest¨ªa camisetas de colores, desafiando la moda oscura de la larga posguerra. De su viaje por el mundo tiene el aire cosmopolita y refinado de su apariencia; donde Blahnik es absolutamente Manolo, seg¨²n Elsa L¨®pez, es en su otra casa palmera de Garaf¨ªa, en medio de las brumas que alimentan los frutales que son el cultivo m¨¢s delicado de su para¨ªso h¨²medo...
Sus zapatos son legendarios. Cabrera Infante, que le introdujo como un personaje incluso literario en el mundo de habla espa?ola, y en el mundo, ha dicho que su genio est¨¢ en la zaga de Lorca, Picasso y Almod¨®var, y es notorio lo que dijo Madonna: "Los manolos
[as¨ª se llaman en el mundo los zapatos de Blahnik] son mejores que el sexo, y adem¨¢s duran m¨¢s". La ¨²ltima entrega de la serie Sexo en Nueva York (Canal +), que gira muchas veces en torno a estos zapatos, los ten¨ªa el ¨²ltimo domingo como personajes absolutos. La protagonista de esta serie, Sarah Jessica Parker, ha dicho: "Podr¨ªa correr un marat¨®n en los manolos".
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