Absentismo residencial
Juan Tutau, ministro de Hacienda de la I Rep¨²blica, denunciaba el absentismo de los propietarios rurales como una de las causas de la decadencia de la agricultura en el Empord¨¤ en el siglo XIX. Algo parecido podr¨ªa reprocharse hoy a los promotores de la fiebre urbanizadora en las comarcas litorales, en la Cerdanya y el Pirineo. El absentismo durante 11 meses al a?o es una pauta de conducta muy extendida entre los nuevos propietarios residenciales y una causa de decadencia segura para los municipios y comarcas que se entregan a un crecimiento urbano desmedido.
La construcci¨®n de segundas residencias es una antigua tradici¨®n originaria del turismo interior, que ha dado car¨¢cter y prestigio a numerosas poblaciones de la costa y del interior. En una de las primeras situaba Eugeni d'Ors el escenario de su c¨¦lebre obra La ben plantada, que incluye el elogio del veraneo burgu¨¦s de hace un siglo. En los felices sesenta, en los inicios del turismo de masas, la construcci¨®n de urbanizaciones en el exterior del casco urbano fue una opci¨®n de calidad y estabilidad, aunque tambi¨¦n un elemento de desorden y especulaci¨®n, tolerado e incluso promovido por algunas autoridades locales.
El modelo de extensas urbanizaciones no corresponde a un proyecto razonable ni sostenible de desarrollo
La extensi¨®n ilimitada de ese modelo de crecimiento que hoy se pretende en algunas zonas m¨¢s preciadas del paisaje catal¨¢n provoca reacciones contrapuestas. La paralizaci¨®n de nuevos proyectos de campos de golf, puertos deportivos y urbanizaciones apartadas de n¨²cleos urbanos anunciada por la Generalitat satisface a quienes denuncian ese proceso expansivo como una huida hacia delante ante la crisis de calidad del turismo de masas, pero alarma a quienes se agarran a su capacidad para activar las econom¨ªas comarcales.
En la misma edici¨®n de EL PA?S del martes 5 de octubre donde se anunciaban los anteriores prop¨®sitos del Gobierno catal¨¢n, aparec¨ªa un dato macroecon¨®mico positivo que se presta a la doble lectura: el mayor ¨ªndice de crecimiento econ¨®mico de Catalu?a en 2003 se ha dado en la regi¨®n del Pirineo -3,47%, el doble de la media catalana-, gracias al auge de la construcci¨®n. El dato revelado por un informe de Caixa Catalunya llega muy pocas semanas despu¨¦s de que la sugerencia de una tasa o impuesto auton¨®mico sobre la construcci¨®n de segundas residencias en la zona pirenaica levantara una r¨¢pida ventolera de protestas.
La dependencia econ¨®mica de las comarcas tur¨ªsticas respecto al sector de la construcci¨®n no es un dato nuevo, pero cuando se concentra en ¨¦ste de manera creciente -caso del Empord¨¤ y la Costa Brava- o exclusiva -caso del Pirineo- los resultados son peligrosos. En ambas zonas, las expectativas de segundas residencias con niveles de ocupaci¨®n regular se han satisfecho suficientemente en las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX, con altos niveles de participaci¨®n extranjera. Uno de los problemas estructurales que restan dinamismo al desarrollo tur¨ªstico es precisamente el desequilibrio entre los porcentajes de segundas residencias y los de oferta hotelera, seg¨²n se vio en el reciente Debat Costa Brava.
La alegr¨ªa con que los peri¨®dicos locales dan cuenta del inter¨¦s que suscitan las nuevas promociones en mercados inversores alejados -ya sea en Madrid o en otros pa¨ªses de la Uni¨®n Europea- anima a las econom¨ªas comarcales pero confirma los temores. El riesgo que se afronta ahora es el sacrificio de las mejores zonas del territorio catal¨¢n a un uso residencial absentista, cuyo est¨ªmulo hay que considerar dentro de la llamada burbuja inmobiliaria.
El absentismo de los propietarios rurales del XIX y el de los nuevos residentes estacionales o inversores -cada vez menos veraneantes, en el sentido tradicional- tienen pocos puntos en com¨²n, pero suficientes para asociarlos como factores negativos. La ausencia del amo, desinteresado del
progreso del negocio agr¨ªcola mientras le produjera las rentas necesarias para vivir c¨®modamente en la ciudad, ha sido suficientemente tratado por los historiadores e incluso por los novelistas. La ausencia de residentes -que ya es real en zonas litorales y prelitorales- en extensas urbanizaciones, que no producen otros beneficios que los derivados de su construcci¨®n y de la satisfacci¨®n regular de impuestos municipales, no corresponde a un proyecto razonable ni sostenible de desarrollo.
Ya ha habido en la costa toda una generaci¨®n de alcaldes y consistorios democr¨¢ticos -de todos los colores pol¨ªticos- que ha defraudado las esperanzas de una gesti¨®n razonable del turismo y del urbanismo. La defensa de ese modelo se entiende por la falta de actividades econ¨®micas alternativas, pero los dirigentes locales deber¨ªan movilizarse tambi¨¦n en promoverlas.
Jaume Guillamet es decano de la Facultad de Periodismo de la UPF.
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