Sobre el perfil de Jerusal¨¦n
Veo caer el sol sobre el perfil de Jerusal¨¦n desde el Monte de los Olivos. El Canciller del Consulado de Espa?a, el gran Pedro, nos dice que el monte que se ve a la izquierda de la explanada de las mezquitas es el monte Sion. Dice que all¨ª "nuestro Se?or Jesucristo celebr¨® la ¨²ltima cena, despu¨¦s baj¨® por ese camino junto a los ap¨®stoles y all¨ª, frente a la tumba de la Virgen Mar¨ªa, fue detenido por los romanos". Siento que me encuentro en una especie de centro. Quiz¨¢ sea la certeza de que en la regi¨®n de Palestina, donde se inscribe esta ciudad, empezaron a surgir hace 2000 a?os, las tres religiones monote¨ªstas que cambiaron los c¨¢nones del pensamiento y el discurrir del ser humano en la historia.
El muro de aislamiento del Gobierno israel¨ª conforma una c¨¢rcel vital para decenas de miles de palestinos
La situaci¨®n del pueblo palestino se define desde la miseria y la desconfianza hacia el futuro y la democracia
En un punto subrayado mil veces en las p¨¢ginas de la historia, en un lugar trascendental de la memoria del hombre, percibo el olor de la ciudad mientras visualizo su divisi¨®n en barrios diferentes de jud¨ªos, ¨¢rabes y cristianos en su mezcla imposible.
He venido aqu¨ª formando parte de una misi¨®n de observaci¨®n internacional de elecciones. Si todo saliera bien, Palestina celebrar¨¢ elecciones locales a finales de noviembre. Actualmente se encuentra inmersa en la elaboraci¨®n del censo electoral para este importante proceso pol¨ªtico. La misi¨®n estudia la situaci¨®n y elabora un informe para el Ministerio de Asuntos Exteriores espa?ol sobre la situaci¨®n t¨¦cnica del proceso de registro y la viabilidad de la celebraci¨®n de los comicios locales.
Las elecciones parecen viables y la parte t¨¦cnica del procedimiento de registro aparenta ser correcta, pero en el aire flota una sensaci¨®n de desconfianza hacia la Autoridad Nacional Palestina y un cierto pesimismo sobre la capacidad de estas elecciones para cambiar las cosas.
Hay mil centros de registro dando cobertura a 16 distritos electorales, incluyendo la ciudad de Jerusal¨¦n; 3.000 personas trabajando en ellos para hacer posible el proceso de inscripci¨®n; 2.500 agentes que orientan y visualizan el proceso, y alrededor de 2.400 observadores locales e internacionales que dan cobertura y estudian la parte t¨¦cnica del registro para la celebraci¨®n de este momento electoral. Tras todo ello, tan solo hay un 30% de palestinos inscritos sobre la base de 1.800.000 posibles votantes en los primeros d¨ªas de octubre.
Algo sucede para que la desconfianza haya calado hondo y Palestina parezca olvidar que s¨®lo la pr¨¢ctica democr¨¢tica le conducir¨¢ hacia la libertad. Parece claro que los sectores violentos de Palestina y sus grupos terroristas han monopolizado la respuesta a la ocupaci¨®n israel¨ª y han colaborado para que la situaci¨®n del pueblo palestino se defina desde la miseria y la desconfianza hacia el futuro y hacia la democracia.
Todo indica que tambi¨¦n influye la corrupci¨®n de la ANP para que cuaje entre los propios palestinos una sensaci¨®n de desprotecci¨®n y ausencia de un liderazgo firme que saque a Palestina de la situaci¨®n en la que se encuentra. Pero tambi¨¦n supongo que tener enfrente al gobierno israel¨ª, controlado por el mayor criminal de guerra de nuestro tiempo, alimenta el odio y hace crecer la violencia dejando en un brindis al sol la celebraci¨®n de estas elecciones locales.
Resulta evidente que el Gobierno israel¨ª colabora. Han cerrado todos los centros de inscripci¨®n en Jerusal¨¦n Este, su estrategia de control impide el movimiento de los palestinos hacia los centros de registro; la presencia de soldados israel¨ªes en cada entrada y salida de los enclaves atemoriza a los ciudadanos palestinos, el muro de aislamiento del Gobierno israel¨ª conforma una c¨¢rcel vital para decenas de miles de palestinos y la situaci¨®n de violencia constante que se vive en la regi¨®n ha causado millares de muertos. No parece que tampoco el Gobierno Israel¨ª sepa mucho de democracia.
Con todo, recuerdo aquella conversaci¨®n entre Kafka y su amigo Gustav Janouch cuando este le preguntaba: "Pero Franz, ?Es que no hay esperanza?", y Kafka respond¨ªa: "S¨ª, y en abundancia, pero no para nosotros". Es evidente que hoy, Israel impide esa esperanza.
Vuelvo de nuevo la vista hacia el monte Si¨®n y recuerdo aquella reflexi¨®n de George Steiner: "Yo no puedo ser sionista, pues la supervivencia de un Estado es menos importante que el asesinato y la violencia. El precio del sionismo es, para m¨ª, demasiado alto. Desconozco el concepto de exilio y por eso pienso que hay que abandonar la ciudad que se conduce mal. Pertenezco a un peque?o pueblo en el que nos consideramos los invitados de la vida y en el que debemos aprender a ser los invitados de la tierra. As¨ª es como entiendo yo el deber del jud¨ªo; ense?ar a los hombres a ser invitados unos de otros porque esto significa comprender que la verdad est¨¢ siempre en el exilio, en tr¨¢nsito y en marcha. Es maravilloso poder caminar, las ra¨ªces est¨¢n bien para los ¨¢rboles, pero yo prefiero el movimiento. Un brusco giro hacia el chovinismo territorial es algo que me espanta, ocurra en Irlanda, en los Balcanes o en el Pa¨ªs Vasco".
Y as¨ª, junto a la tumba de Oscar Schindler, cuando el color rojo bordea ya todo el perfil de la ciudad, me da por pensar que el Muro de las Lamentaciones y las mezquitas ¨¢rabes quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa pudieran conformar, bajo una misma luz de primavera, un conjunto arm¨®nico sobre el sitio exacto del templo de Salom¨®n.
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