'Niet' a Lukashenko
Durante los ¨²ltimos 10 a?os, 10 millones de bielorrusos han estado mal gobernados por Alexandr Lukashenko. Probablemente al presidente le ha sabido a poco, y por ello se ha montado un refer¨¦ndum para poder seguir indefinidamente en el cargo. Ha sido una pantomima -oficialmente ha contado con un 86,2% de votos favorables en una votaci¨®n que ha registrado una participaci¨®n de casi el 90%- que Europa y el mundo no deber¨ªan permitir. Pues lo que empez¨® con una farsa se est¨¢ convirtiendo en una tragedia para sus conciudadanos y puede acabar en un verdadero problema para una Europa que le tiene claramente que decir niet a este nietecillo de Stalin.
Bielorrusia es una mancha en el mapa de los miembros del Consejo de Europa, donde no ha logrado ingresar porque no respeta unos m¨ªnimos democr¨¢ticos y merecer¨ªa que la OTAN cortara su asociaci¨®n y cooperaci¨®n con ese pa¨ªs. Al mismo tiempo que el plebiscito se han celebrado unas elecciones legislativas en las que no ha sido elegido ning¨²n representante de la oposici¨®n y cuyas garant¨ªas han estado, a juicio de la OSCE (Organizaci¨®n de Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa), "significativamente por debajo" de las exigibles en un proceso democr¨¢tico. El resultado del escrutinio oficial no es nada sorprendente ante los recortes en la "libertad de expresi¨®n, asociaci¨®n y reuni¨®n" que han se?alado tanto la OSCE como los observadores independientes.
Present¨¢ndose como un paternalista, Lukashenko se ha convertido en realidad en un autoritario a la antigua usanza sovi¨¦tica. La oposici¨®n le califica como "el ¨²ltimo dictador de Europa". Desde su llegada al poder ha frenado e invertido las reformas econ¨®micas, y recortado las incipientes libertades y el pluralismo, manteniendo el antiguo Estado policial del KGB. Cree encontrar su salvaci¨®n en su total alineamiento con Rusia. Pero cuando Mosc¨² se mira en su espejo bielorruso tambi¨¦n se retrata. El pleno apoyo dado ayer por el Gobierno ruso a los resultados del refer¨¦ndum en el vecino pa¨ªs es un s¨ªntoma m¨¢s de que el desarrollo de la democracia no figura entre las prioridades de la agenda de Putin.
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