Al electorado del condado de Pasco (Florida)
Tal vez hay un buen motivo -s¨®lo uno- para reelegir a George W. Bush: obligarle a vivir con las consecuencias de sus terribles acciones y responder de sus mentiras, en vez de encomendarle la tarea a un dem¨®crata al que se acaben reprochando las locuras de su predecesor.
Seguramente, ning¨²n presidente estadounidense en la historia ha despertado un odio tan generalizado en el extranjero como George W. Bush: por su unilateralismo mat¨®n, su desprecio a los tratados internacionales, su indiferencia temeraria respecto a las aspiraciones de otras naciones y culturas, su desd¨¦n por las instituciones de gobierno mundial y, sobre todo, por abusar de la causa del antiterrorismo para desencadenar una guerra ilegal -y ahora la anarqu¨ªa- en un pa¨ªs que, como tantos otros en todo el mundo, sufr¨ªa una dictadura espantosa, pero no hab¨ªa tenido nada que ver con el 11-S, ni pose¨ªa armas de destrucci¨®n masiva, ni ten¨ªa antecedentes de terrorismo salvo como aliado de Estados Unidos en una guerra sucia contra Ir¨¢n.
?Acaso su presidente es un gran l¨ªder guerrero porque se dej¨® manipular por un pu?ado de ide¨®logos enga?ados? ?Acaso Tony Blair es un gran l¨ªder guerrero porque comprometi¨® tropas brit¨¢nicas, la pol¨ªtica exterior y la seguridad interior en esa misma aventura descabellada?
Ustedes votan en noviembre. Nosotros votaremos el a?o que viene. Pero, en ambos pa¨ªses, el resultado depender¨¢, en gran parte, de la misma pregunta: ?hasta cu¨¢ndo pueden durar las mentiras ahora que, por fin, se ha dicho la verdad? La guerra de Irak se plane¨® mucho antes del 11-S. Osama proporcion¨® la excusa. Irak pag¨® el precio. Pagaron el precio j¨®venes estadounidenses. Pagaron el precio j¨®venes brit¨¢nicos. Nuestros pol¨ªticos nos mintieron.
Al mismo tiempo que Bush libraba la guerra de su padre a costa de todos ustedes, tambi¨¦n arruinaba al pa¨ªs. Enriquec¨ªa a¨²n m¨¢s a los ricos y aumentaba el n¨²mero de parados. Arrebataba a los veteranos de guerra sus derechos y reduc¨ªa el acceso de los ni?os a la educaci¨®n. Y privaba de atenci¨®n sanitaria a m¨¢s estadounidenses que nunca. Ahora se dedica a manipular los libros, enterrar d¨¦ficit y reclamar fondos de contingencia para seguir con una guerra que sus asesores le prometieron que iba a poder encender y apagar como una vela.
Mientras tanto, la Ley Patri¨®tica ha marginado las libertades constitucionales y civiles que cost¨® consolidar doscientos a?os a unos americanos valientes y que, en otro tiempo, eran la envidia de un mundo que ahora observa con horror, no s¨®lo Guant¨¢namo y Abu Ghraib, sino lo que est¨¢n haciendo con su propio pa¨ªs.
Pero, por favor, no se sientan aislados de la Europa a la que salvaron en dos ocasiones. Devu¨¦lvanos la Am¨¦rica que am¨¢bamos, y sus amigos estar¨¢n esper¨¢ndoles. Y aqu¨ª, en Gran Breta?a, mientras Tony Blair siga contando las mismas patra?as que George W. Bush, sus pesadillas ser¨¢n las nuestras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.