Nuestra lengua, nuestras lenguas
Parece que el marinero Crist¨®bal Rodr¨ªguez fue el primer espa?ol que aprendi¨® una lengua precolombina. Comenzaba el siglo XVI y, por entonces, hab¨ªa unas 2.000 lenguas s¨®lo en la parte sur del continente americano. Eran muchas m¨¢s de las que quedan, pero todav¨ªa subsisten alrededor de 170 familias ling¨¹¨ªsticas -similar cada una al tronco indoeuropeo-, de las que a su vez se desgajan cientos de lenguas y dialectos.
Al principio, Crist¨®bal Col¨®n, emocionado por lo que encontraba a su paso, hab¨ªa escrito en su diario el 12 de noviembre de 1492 que la lengua "es toda una en todas estas islas de India, y todos se entienden", y 15 d¨ªas despu¨¦s se prometi¨® a s¨ª mismo ense?arla a la gente de su casa. Pero lo cierto es que en pocos lugares del mundo exist¨ªan -y se acumulan todav¨ªa hoy- tantos idiomas como en Suram¨¦rica. El propio Col¨®n acab¨® por darse cuenta, y se resign¨® no sin iron¨ªa: cada pueblo ten¨ªa su idioma y no se entend¨ªan los unos con los otros "m¨¢s que nos con los de Arabia".
As¨ª que muy pronto los int¨¦rpretes se hicieron imprescindibles, porque all¨ª de nada serv¨ªa la humorada de Quevedo: "Si quieres saber todas las lenguas, h¨¢blalas entre los que no las entienden, y est¨¢ probado". Los int¨¦rpretes se llamaban ladinos, farautes o lenguas, palabra que se usaba con art¨ªculo femenino quiz¨¢ como fortuito homenaje a que muchos de los mejores int¨¦rpretes eran mujeres. Algunos se hicieron famosos, como la Malinche y Jer¨®nimo de Aguilar, que traduc¨ªan para Hern¨¢n Cort¨¦s del n¨¢huatl al maya y del maya al castellano. Otros fueron singularmente canallas, entre los que quiz¨¢ Felipillo, int¨¦rprete de Pizarro, result¨® el m¨¢s notable. Se revel¨® pronto como consumado esp¨ªa y su mayor haza?a consisti¨® en enga?ar a los espa?oles para que ejecutaran al emperador inca Atahualpa, de una de cuyas hermosas mujeres se hab¨ªa enamorado. Acabar¨ªa descuartizado.
La historia de las lenguas forma parte de la profunda intrahistoria de los pueblos, porque la lengua es tal vez la manifestaci¨®n m¨¢s elaborada de la inteligencia y la cualidad que distingue a las personas del resto de los animales. Es tambi¨¦n un fen¨®meno social, pues su funci¨®n b¨¢sica consiste en ser instrumento de comunicaci¨®n y de intercambio.
A partir de ah¨ª, se puede utilizar para muchas otras cosas, como la frecuente confrontaci¨®n entre hablantes de lenguas diferentes. Baste un ejemplo. El inca Garcilaso ofreci¨® a principios del siglo XVII una imagen id¨ªlica de la sociedad incaica en los Comentarios reales, pero no pudo sustraerse a escribir frases como ¨¦stas: "Los que se entend¨ªan en un lenguaje se ten¨ªan por parientes; y as¨ª eran amigos y confederados. Los que no se entend¨ªan por la variedad de las lenguas se ten¨ªan por enemigos y contrarios, y se hac¨ªan cruel guerra". El lector conocer¨¢ casos similares que suceden hoy en d¨ªa, y quiz¨¢ no lejos de su casa. Aunque tambi¨¦n ha habido casos contrarios muy recientes.
Sin embargo, nada nos iguala tanto a los seres humanos como la capacidad para utilizar una lengua, cualquier lengua. Sirve para expresar las necesidades de sus usuarios -dicen los ling¨¹istas- y por ello nos ofrece tambi¨¦n la m¨¢s preciosa y precisa informaci¨®n sobre la naturaleza y la sociedad humanas. Por eso tambi¨¦n todas las lenguas son iguales y toda expresi¨®n ling¨¹¨ªstica, sea mayoritaria o minoritaria, tiene valor universal.
Hemos destruido y perdido muchas cosas a lo largo de la historia: ecosistemas, especies animales, ciudades, monumentos, obras de arte, libros, culturas y hasta civilizaciones enteras. Tambi¨¦n han desaparecido lenguas, muchas lenguas, y se dice incluso que en los pr¨®ximos cien a?os desaparecer¨¢n todav¨ªa varios miles. Si as¨ª ocurriera, se desvanecer¨¢n con ellas los sue?os, los afectos, las ideas, los saberes y los mundos que concibieron sus hablantes. Es m¨¢s de lo que nos podemos permitir.
Necesitamos lenguas que sean habladas por millones de personas, que faciliten la comunicaci¨®n en un momento en el que se viaja continuamente de un lado a otro del planeta, se hacen negocios por tel¨¦fono y videoconferencia desde los lugares m¨¢s remotos, se disfruta en el hogar de centenares de los m¨¢s variados canales de televisi¨®n y se est¨¢ en contacto por Internet. El espa?ol, con sus m¨¢s de 400 millones de hablantes, es una de las dos o tres lenguas privilegiadas que desempe?an este papel de idioma de relaci¨®n internacional, pero no debemos olvidar que all¨ª donde habitan sus hablantes, sea en Am¨¦rica o en Espa?a, hay muchas otras lenguas que no debemos perder. Conservarlas es un imperativo moral y cultural al menos tan obligado como conservar nuestro patrimonio arquitect¨®nico. Por lo tanto, cuando nos referimos a 400 millones de hablantes, no queremos decir que todos tengan el espa?ol como lengua materna, sino que la comparten en r¨¦gimen de biling¨¹ismo con otra de menor amplitud geogr¨¢fica.
A menudo se piensa que lo normal consiste en que en cada pa¨ªs se hable un solo idioma, cuando de hecho las fronteras pol¨ªticas y las fronteras ling¨¹¨ªsticas coinciden pocas veces e incluso hay demoling¨¹istas que afirman que no existe ning¨²n Estado totalmente monoling¨¹e. Es cierto que menos de una cuarta parte de los Estados reconocen de manera oficial dos lenguas y que apenas una docena reconocen tres o m¨¢s, pero si en la actualidad hay unas cinco mil o seis mil repartidas por unos 200 pa¨ªses, resulta f¨¢cil llegar a la conclusi¨®n de que el multiling¨¹ismo es la situaci¨®n m¨¢s corriente en el mundo. Incluso se producen paradojas como que en algunos pa¨ªses de ?frica oficialmente monoling¨¹es el 90% de la poblaci¨®n habla m¨¢s de un idioma. Las formas de vida, las tradiciones y el concepto de mundo de los habitantes de un territorio pueden expresarse hist¨®ricamente a trav¨¦s de varios idiomas. Porque no son las lenguas las que sostienen una cultura, sino al contrario, las culturas justifican las lenguas.
La lengua espa?ola y la cultura en espa?ol de los dos lados del Atl¨¢ntico no ser¨ªan lo que son sin las otras lenguas de Espa?a, sin el Tirant lo Blanc de Joanot Martorell, sin los cancioneros galaico-portugueses, sin el Popol Vuh, el quechua y el resto de las culturas y lenguas precolombinas. Tampoco sin los millones de personas que, venidos de las m¨¢s distintas procedencias, se incorporan a nues-tra cultura. Unamuno lo expres¨® mejor que nadie: el espa?ol -dec¨ªa- es un "lenguaje de blancos y de indios, y de negros, y de mestizos, y de mulatos; lenguaje de cristianos cat¨®licos y no cat¨®licos, y de no cristianos, y de ateos; lenguaje de hombres que viven bajo los m¨¢s diversos reg¨ªmenes pol¨ªticos". Esta diversidad, que lo convierte en un idioma mestizo y multicultural, es la que le da toda su fuerza como gran lengua de comunicaci¨®n internacional y la que constituye una de sus grandes bazas.
El III Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola, que se celebrar¨¢ en Rosario del 17 al 20 de noviembre organizado por la Rep¨²blica Argentina, el Instituto Cervantes y las Academias de la Lengua, se ha propuesto analizar el presente y el futuro de nuestra lengua com¨²n, cuya unidad y expansi¨®n constituyen hoy uno de los bienes m¨¢s preciosos de Iberoam¨¦rica y Espa?a. Pero tambi¨¦n dedicar¨¢ ponencias a estudiar sus relaciones con las lenguas ind¨ªgenas de Am¨¦rica y con el resto de las lenguas espa?olas, as¨ª como a la creaci¨®n literaria hisp¨¢nica en situaci¨®n de lenguas en contacto y a los v¨ªnculos entre migraciones, lengua e identidad.
De igual forma, el Instituto Cervantes difunde el espa?ol en la treintena de pa¨ªses en los que est¨¢ presente, pero se esforzar¨¢ tambi¨¦n a partir de ahora en dar a conocer y ense?ar todas las lenguas de Espa?a. Ellas constituyen parte esencial de nuestro patrimonio cultural y tenemos el deber no s¨®lo de protegerlas, sino tambi¨¦n de fomentar su uso y de dar a conocer esta riqueza fuera de nuestras fronteras. El pasado mes de septiembre, el Instituto Cervantes firm¨® el primer convenio de colaboraci¨®n con el Instituto Ram¨®n Llull para promover de forma conjunta la lengua y cultura catalanas, y se har¨¢ lo propio con la Real Academia Gallega y con las instituciones encargadas de velar por el euskera.
El ling¨¹ista brit¨¢nico David Crystal se propuso escribir su Enciclopedia del lenguaje con el objetivo de desterrar una falacia soterrada en muchas mentes y que atraviesa de parte a parte la historia de la humanidad: "No hablan como nosotros; luego no se parecen a nosotros; luego no son como nosotros". El temor a lo desconocido y el odio a lo extranjero han provocado algunos de los grandes males de la humanidad, y resultan todav¨ªa m¨¢s crueles cuando se decide que lo extra?o habita en nuestra propia casa en forma de personas que hablan un idioma diferente.
C¨¦sar Antonio Molina es director del Instituto Cervantes.
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