El Villarreal desaprovecha su superioridad
El Villarreal se encontr¨® en Roma con un paisaje tan inesperado, por favorable, que al final no supo aprovecharlo por culpa de su dejadez y falta de punter¨ªa. No auguraba el conjunto de Pellegrini que el hist¨®rico Lazio presentara tan poca resistencia. As¨ª que se las dese¨® muy felices cuando atrap¨® un gol tempranero y comenz¨® a tocar en el centro del campo. El Lazio es hoy un rival en horas bajas, un club en una grav¨ªsima crisis financiera y un equipo sin pies ni cabeza, tan corto de ideas con la pelota como endeble detr¨¢s de ella. S¨ª, pero conserva su esp¨ªritu batallador, propio de los conjuntos italianos. El mismo que le ayud¨® a suplir su falta de f¨²tbol con un gol en que s¨®lo ellos cre¨ªan.
LAZIO 1 - VILLARREAL 1
Lazio: Sereni; Oddo, Negro, Siviglia, Zauri; Manfredini (Rocchi, m. 46), Davo (Giannicheda, m. 57), Liverani, Seric (Di Canio, m. 65); Inzaghi y Pandev.
Villarreal: Reina; Javi Venta, Quique ?lvarez, Gonzalo, Alc¨¢ntara; Cazorla (Josico, m. 77), Battaglia, Arzo (Armando S¨¢, m. 84), Roger (Font, m. 72); Riquelme y Jos¨¦ Mari.
Goles: 0-1. M. 3. Jos¨¦ Mari se adentra en el ¨¢rea y marca de fuerte tiro.
1-1. M. 83. Rocchi bate a Reina tras un pase interior.
?rbitro: Michael Weiner (alem¨¢n). Amonest¨® a Seric, Negro, Battaglia, Pandev y Di Canio. Expuls¨® a Jos¨¦ Mari (m. 75) por un codazo a Giannicheda.
Unos 20.000 espectadores en el estadio Ol¨ªmpico de Roma.
Jos¨¦ Mari, de regreso a Italia tras su paso hace tres a?os por el Milan, se recuper¨® de su virus estomacal para hacer de diana. Apenas necesit¨® tres minutos para dejar su sello. Se at¨® un bal¨®n a la bota, correte¨® en paralelo a la meta del Lazio y solt¨® un zapatazo dentro del ¨¢rea que dej¨® frito a Sereni. El Villarreal comenz¨® entonces un mon¨®logo sin mucho sudor. Se guard¨® la pelota en el bolsillo, comenz¨® a tocar, a mover, con tanta facilidad que pec¨® de lentitud y desidia.
Sin Anderson, Forl¨¢n ni Guayre, Riquelme adelant¨® su posici¨®n para enganchar con Jos¨¦ Mari. La facilidad con que el Villarreal teji¨® el juego era a veces asombrosa. Incluso en las cercan¨ªas de Sereni. Los defensores del Lazio miraban el bal¨®n como si tuvieran miedo de ¨¦l. Su centro del campo, con Davo y Liverani, fue engullido por Battaglia, Roger y Riquelme, que triangulaban con todo tipo de facilidades. Tan claro vio el panorama el Villarreal que se atrevi¨® a desperdiciar varias ocasiones de Cazorla, Roger y Jos¨¦ Mari.
A sus 36 a?os, el veterano Paolo di Canio vio el partido en el banquillo como si fuera el entrenador. Se levant¨® cuando Jos¨¦ Mari adelant¨® al Villarreal y no volvi¨® a sentarse. Hablaba con los suplentes, con los titulares, gesticulaba... Hasta que pasada la hora de juego salt¨® por fin al c¨¦sped para pasarse a la pr¨¢ctica. Su equipo se lanz¨® al ataque en la segunda parte. Si antes su c¨ªrculo central era una zona poco transitada, tras el descanso se convirti¨® del todo en un lugar de paso. El Lazio tir¨® por la directa contra la meta de Reina, sin perder el tiempo en adornar el juego. Bal¨®n a la banda y centro en busca de Inzaghi y Pandev, bien defendidos por Quique ?lvarez y Gonzalo.
El Villarreal se encontr¨® con un desierto al contraataque. Pero tambi¨¦n con poca imaginaci¨®n para aprovecharlo. Jos¨¦ Mari fue una isla en campo ajeno mientras el resto del equipo reculaba ante el empuje del Lazio. El delantero hizo la guerra por su cuenta contra Negro y Siviglia, y en un arrebato agredi¨® a Giannicheda y fue expulsado. Despu¨¦s de perdonar y de pasearse, el Villarreal acab¨® encerrado, con un jugador menos y ante un rival que no dej¨® de creer en el empate. Tal fue su fe que lo acab¨® consiguiendo por medio de Rocchi. Un premio a su entrega, un castigo a la dejadez del Villarreal.
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