Lecci¨®n tenebrista de Jiri Kilian
Las dos soberbias piezas de Jiri Kilian que vertebran el programa del teatro de la Zarzuela corresponden a su periodo tenebrista (Elisa Guzzo Vacarino, en su libro, la ha estudiado a fondo), que va desde mediados a finales de los a?os noventa, y en ambas la cuerda est¨¢ utilizada como urdimbre m¨¢s que como apoyo sonoro, en una gama que va desde P?rt a Ives o Webern, en la primera, y de Biber y Bach -transcrito- a Glass, en la segunda, creando un razonado de imbricaciones entre pulsaci¨®n y acentos.
Un ejemplo: el uso consonante de la lectura musical, usufructuando incluso las appoggiature del registro seleccionado: riqueza de figuras, encadenados (como el tutti en adagio con que empieza Whereabouts...).
Nederlands Dans Theater
Whereabouts unknown (1993): Jiri Kilian / Arvo P?rt, Anton Webern, Steve Reich y otros; Wings of wax (1997): J. Kilian / Heinrich Biber, John Cage, Philip Glass y otros; Shutters shut (2003): Paul Lightfoot y Sol Le¨®n / Voz de Gertrude Stein; Signing off (2003): P. Lightfoot y S. Le¨®n / Philip Glass. Teatro de la Zarzuela. Madrid. 20 de octubre.
Arvo P?rt dec¨ªa recientemente que no sab¨ªa explicar qu¨¦ produc¨ªa esa amable liaison entre su m¨²sica y la coreograf¨ªa, y se?alaba la persecuci¨®n de un punto elevado.
En Kilian, ese punto se abre y focaliza sobre la din¨¢mica en una est¨¦tica de construcci¨®n, al contrario de Forsythe (de quien est¨¢ el checo en estas obras bastante cerca menos en el fondo y s¨ª en las formas: pensemos en Limb's theorem I, II y III), que esforzadamente deconstruye acci¨®n y dibujo.
Paisaje
El paisaje esc¨¦nico kilianiano se basa en luces rasantes, fundidos en negro, geometr¨ªa inestable (corporeizada en la movilidad de las estructuras) y una b¨²squeda de po¨¦tica pura que lleve a espectador y creador en un l¨ªrico "viaje a la semilla", a los or¨ªgenes verbales: uni¨®n, lucha, viaje, instinto.
La evocaci¨®n del mundo primitivo no es nueva en Kilian (recu¨¦rdese Stamping ground, 1983), ese sublime abatimiento, esa b¨²squeda de representaci¨®n en lo abstracto de lo humano b¨¢sico, la domesticaci¨®n de su lado tan¨¢tico, que ahora se consuma en esa pintura en grisalla, sobre negros empolvados, la carne del hombre, siempre hermosa, en tensi¨®n, explic¨¢ndose. En sus alas de cera (?caro siempre presente en el ballet, desde Lifar y Millos) Kilian metaforiza la ca¨ªda de todos los deseos; inexplicablemente, esta coreograf¨ªa ha viajado a Madrid sin su imprescindible y simb¨®lico decorado.
Ninguna de las dos piezas firmadas por Lightfoot y Le¨®n, que cerraron la velada, resisten al lado de los kilian. El d¨²o, que usa como fondo un poema recitado por la propia Gertrude Stein (¨²nico elemento de inter¨¦s: o¨ªr a la gran poetisa norteamericana), es un soso ejercicio escolar, con poca gracia y escasa originalidad; la otra obra, m¨¢s pretenciosa y con aires de querer ser radical, imita al maestro checo y a otras muchas cosas, como el discurso gr¨¢fico-espacial de Forsythe, para establecer una conexi¨®n epid¨¦rmica con la gran corriente internacional del ballet contempor¨¢neo.
La compa?¨ªa, su empaque y concentraci¨®n, desbordan belleza. Da una enorme satisfacci¨®n ver una paleta amplia de mujeres y hombres maduros bailando excelsamente, y de ah¨ª el rigor, ese natural virtuosismo que habla de una verdad por encima del espect¨¢culo mismo.
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