"El viol¨ªn es un arist¨®crata y el tromb¨®n, un negro"

Christian Lindberg (Estocolmo, 1958), el ¨²nico trombonista del mundo que ejerce su carrera como solista, es imposible de encasillar. Lo mismo compone, que dirige orquestas, sale al escenario en motocicleta o hace ante el p¨²blico de Don Quijote luchando contra los molinos. Es un esp¨ªritu libre y, por eso, su trayectoria acaba siempre por escurrirse a cualquier posible definici¨®n. "Soy un m¨²sico como los de los siglos XVII, XVIII y XIX", afirma. "En el XX se opt¨®, pienso que de forma equivocada, por la especializaci¨®n. Y al final los compositores se quedan s¨®lo con su momento creativo, los directores con la partitura y los instrumentistas con la m¨²sica. Son, parcialmente, tres ciegos".

Lindberg estren¨® ayer en el Kursaal de San Sebasti¨¢n junto a la Orquesta Sinf¨®nica de Euskadi (OSE) y el trompetista Ole Edvard Antonsen su obra Behac Munroh, dentro de un programa que incluye tambi¨¦n piezas de Agust¨ªn Gonz¨¢lez Acilu y Camille Saint-S?ens y que se repite hoy en el Euskalduna de Bilbao, el lunes de nuevo en San Sebasti¨¢n, el martes en el Baluarte de Pamplona y el mi¨¦rcoles en el Principal de Vitoria. "La obra no tiene nada que ver con ning¨²n estilo musical, es simplemente la m¨²sica que hay en mi alma y mi cerebro", explica Lindberg. Es la reivindicaci¨®n de la libertad creativa sin l¨ªmites frente al "intelectualismo" que se impuso entre los compositores tras la Segunda Guerra Mundial. "En la m¨²sica hay un exceso de intelectualidad. Pienso que hay que recuperar la naturalidad y el sentido del humor. La fantas¨ªa y la creatividad sirven para ganar audiencia. Tambi¨¦n en m¨²sica cl¨¢sica".

El trombonista ha roto moldes desde el principio de su trayectoria. Dej¨® su trabajo en la Real Orquesta de la ?pera de Estocolmo porque no soportaba las desigualdades. "En una orquesta el viol¨ªn es el arist¨®crata y el tromb¨®n el negro", apunta. Inici¨® entonces una carrera en solitario que fue cuestionada por los cr¨ªticos. "Tocar el tromb¨®n en solitario en un escenario es tan terrible como escuchar un acorde¨®n en una iglesia", dijo uno de ellos. Pero no ha debido ser tan terrible porque Lindberg, cuyo ¨²ltimo disco est¨¢ en el primer puesto de las listas de venta en Suecia, est¨¢ considerado como uno de los mejores trombonistas del mundo. Para ¨¦l han escrito decenas de composiciones.