Nabokov a orillas del Neva
La casa natal del escritor en San Petersburgo esconde un museo
El Nevskoye Vremya es un semanario de informaci¨®n general que se publica en San Petersburgo. No s¨¦ si ser¨¢ mejor o peor que otras muchas publicaciones rusas que han aflorado tras la relativa libertad de prensa, pero sobre todas ellas tiene una caracter¨ªstica especial. Su Redacci¨®n y oficinas est¨¢n situadas en la casa que fue de la familia Nabokov. El Nevskoye Vremya (La Hora del Neva) ocupa el primer y el segundo piso, mientras que el bajo ha sido habilitado en los ¨²ltimos a?os como un peque?o museo dedicado al novelista. Aunque en Habla memoria Nabokov escribe que la calle fue cambiada de nombre (Hertzca se lleg¨® a llamar, curiosamente, en honor de un ilustre liberal) y actualmente recuper¨® su antigua denominaci¨®n y n¨²mero, Bolshaya Morskaya, 47. La calle Grande del Mar. "Luego ven¨ªa la casa del pr¨ªncipe Oginski, en el 45; despu¨¦s, la embajada italiana, en el 43; luego, la embajada alemana, en el 41, y a continuaci¨®n, la amplia plaza Mar¨ªa". Calle ancha y majestuosa, repleta de grandes edificios, como ¨¦ste de la familia Nabokov, que fue levantado por su abuelo en la d¨¦cada de los ochenta del siglo XIX. Edificio italianizante construido con granito finland¨¦s, semejante a otros florentinos, de Ferrara o Parma.
Combates desde el balc¨®n
A pesar de que el interior sufri¨® diversos desmanes provocados por los avatares de la revoluci¨®n y de las guerras mundiales, la fachada se conserva intacta. Los frescos florales, encima del tercer piso, brillan todav¨ªa, as¨ª como a¨²n se alzan inc¨®lumes los forjados con que se culmina el saliente techado. De la fachada destaca en su centro, en el segundo piso, un gran balc¨®n decorado con temas florales. Pertenec¨ªa al tocador de la madre del escritor. Nabokov cuenta c¨®mo desde este lugar vio varios sangrientos combates durante la revoluci¨®n.
Nabokov naci¨® en el a?o 1899 en este inmueble, "en la ventana de la esquina oriental del segundo piso". Vivi¨® all¨ª sus primeros 18 a?os. En 1919 parti¨® con su familia al exilio. En una foto que aparece en Habla memoria se queja de que unos grandes tilos, plantados posteriormente, impiden la visi¨®n de esta parte de la fachada. Hoy, delante de la misma no hay ¨¢rboles y s¨®lo interrumpen la panor¨¢mica los coches aparcados junto a la acera.
Una vez se entraba en la casa hab¨ªa cuatro espacios: la biblioteca, modelada por el arquitecto con ornamentos semejantes al castillo de Fontainebleau, con m¨¢s de 11.000 ejemplares en varios idiomas que fueron desperdigados tras la marcha - "descubr¨ª un d¨ªa en la Biblioteca P¨²blica de Nueva York, y puesto en el ¨ªndice con el nombre de mi padre, una copia del completo cat¨¢logo que hizo imprimir particularmente cuando aquellos libros fantasmales que aparec¨ªan en la lista todav¨ªa se encontraban, frescos y pulcros, en los anaqueles de su biblioteca", aquella biblioteca que hab¨ªa sido visitada por H. G. Wells-; una sala de reuniones, la Komitetskaya, muy visitada durante los primeros tiempos de la revoluci¨®n por los pol¨ªticos que, como su padre, pretend¨ªan un cambio pac¨ªfico y burgu¨¦s lejos de la violencia; un amplio comedor y la sala de estar. Todos estos espacios se visitan ahora di¨¢fanos, desnudos de aquellos impresionantes muebles que debieron de albergar, entre otros, una mesa de billar y varios pianos, del que se conserva uno que nadie me acert¨® a decir si era r¨¦plica u original. Apenas hay recuerdos de la ¨¦poca, m¨¢s all¨¢ de una colecci¨®n de primeras ediciones de las obras del antiguo inquilino, fotos familiares y reproducciones de las peque?as pinturas de Elena Nabokova, su madre. En un v¨ªdeo se pasan diversas secuencias de la vida de la familia y del autor, as¨ª como algunas entrevistas a Nabokov.
En el primer y segundo piso estaban las habitaciones familiares de los mayores, y en el ¨²ltimo, la de los ni?os y la servidumbre, "un personal permanente de unos cincuenta criados (...). La direcci¨®n de la casa estaba en manos de la que fuera la ni?era de mi madre...". Tambi¨¦n en el segundo piso, junto al tocador de la progenitora, el padre ten¨ªa un despacho. La casa dispon¨ªa de un ascensor, cinco cuartos de ba?o y garaje para los coches. La comunicaci¨®n telef¨®nica funcionaba en todas las plantas.
Una mujer sentada a los pies de una gran escalera que divide la parte baja de la alta, es decir, las dependencias del museo de las del semanario, impide la subida a todas aquellas personas que no sean trabajadores de la publicaci¨®n. Nos regala algunos ejemplares del ¨²ltimo n¨²mero, recientemente aparecido, y trata de alejarnos con una amable sonrisa. Yo saco de mi cartera un viejo carn¨¦ de periodista; ella lo mira sin mucha importancia y acude a acompa?arme r¨¢pidamente hasta el primer rellano, desde donde se vislumbra una panor¨¢mica de la primera planta, muy distinta a la que debi¨® de tener: "Escalera central que sub¨ªa y sub¨ªa, y arriba del todo s¨®lo unos cristales como de invernadero separaban el ¨²ltimo rellano del cielo verde claro anochecer. Al llegar a la escalera ten¨ªa por costumbre subir a los pelda?os col¨¢ndome por debajo de la barandilla, entre los dos ¨²ltimos postes. Cada verano que pasaba, colarme por all¨ª iba result¨¢ndome m¨¢s dif¨ªcil; hoy d¨ªa, hasta mi fantasma se quedar¨ªa atascado". Escalera, pelda?os, barandilla, cristalera, todo estaba all¨ª m¨¢s ajado por el tiempo y por el uso.
Un templo del ate¨ªsmo
La Ulitsa Bolshaya Morskaya fue entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, hasta la revoluci¨®n, una de las calles m¨¢s elegantes de la hasta entonces capital rusa. Estaba cubierta de ricas mansiones y de embajadas. Daba y da a la plaza de San Isaac, presidida por la catedral dedicada al mismo santo. La inmensa c¨²pula dorada refulge en toda la ciudad. Frente al templo (en la ¨¦poca sovi¨¦tica lo convirtieron en museo del ate¨ªsmo) est¨¢ el monumento ecuestre dedicado al zar Nicol¨¢s I, impulsor de esa extraordinaria obra arquitect¨®nica debida a Augusto de Montferrand, quien tambi¨¦n se ocup¨® de dise?ar el monumento. La plaza es de dimensiones inmensas. Nabokov conoci¨® adem¨¢s la mole modernista que alberga el hotel Astoria, pues fue levantado entre los a?os 1910 y 1912. En ¨¦l se alojaron John Reed, autor del libro sobre la revoluci¨®n bolchevique Diez d¨ªas que conmovieron al mundo, y, entre otras personalidades, el poeta ruso Sergu¨¦i Esenin y su esposa entonces, la bailarina Isadora Duncan. Esenin eligi¨® este mismo lugar para suicidarse, escribiendo con su propia sangre estas palabras: "Morir no es nuevo, pero tampoco vivir" ("Hasta pronto, amigo m¨ªo, hasta pronto. / Conmigo vas, querido, en este pecho. / Este fijado abandono / promete m¨¢s tarde un encuentro. / Hasta pronto, sin gestos ni palabras. / No arrugues el ce?o y divi¨¦rtete. / En esta vida, el morir no es cosa nueva. / Y el vivir, tampoco nuevo es").
Nabokov tambi¨¦n vio la esbelta torre y aguja del Almirantazgo; admir¨® la escultura a caballo de Pedro el Grande aplastando la serpiente de la traici¨®n, a la que Pushkin le dedic¨® el poema ¨¦pico El jinete de bronce; pas¨® bajo el arco de la plaza de los Decembristas, y observ¨® tantos y tantos palacios hasta llegar al Neva, "tan luminoso como el mar". Y all¨ª, el Ermitage, el Louvre de San Petersburgo. Pero en Habla memoria, la calle a la que m¨¢s se refiere, adem¨¢s de la Ulitsa Bolshaya Morskaya, es la Nevski, el verdadero coraz¨®n de San Petersburgo, "la ciudad m¨¢s adusta y enigm¨¢tica del mundo". En la Nevski estaban los cines Parisiana y Piccadilly; hab¨ªa numerosas librer¨ªas, y aquellos caf¨¦s donde jam¨¢s se acababa de imaginar el mundo. Corr¨ªan por la Nevski durante el invierno nevado los ligeros trineos tirados por caballos alazanes. Tambi¨¦n estaban instaladas en la Nevski las grandes agencias de viajes publicitando en sus escaparates los coches-cama internacionales que conectaban San Petersburgo con Par¨ªs. En aquellos carteles estaba el anuncio de su futuro errante por el mundo, "el hecho de que el m¨¢s robusto superviviente de nuestra herencia rusa haya resultado ser una peque?a maleta me parece l¨®gico y a la vez emblem¨¢tico".
Paralela a la calle de la familia Nabokov est¨¢ otra que puede llevarnos a confusi¨®n por su muy semejante denominaci¨®n, la Ulitsa Malaya Morskaya. En ¨¦sta vivieron los escritores Gogol y Dostoievski, que tuvo aqu¨ª diversos domicilios; as¨ª como se suicid¨® Chaikovski en un ¨¢tico del n¨²mero 13, tras finalizar su sinfon¨ªa Pat¨¦tica en el mes de noviembre del a?o 1893.
En las memorias, Nabokov hace el siguiente comentario tras ver unas pel¨ªculas caseras rodadas por sus progenitores en esta misma mansi¨®n: "... contempl¨® un mundo pr¨¢cticamente inalterado -la misma casa, la misma gente-, pero comprendi¨® que ¨¦l no exist¨ªa all¨ª, y que nadie lloraba su ausencia". Todos quienes pasamos por esta casa, que ¨¦l siempre record¨® como su ¨²nica casa en el mundo, sentimos esa misma nostalgia y melancol¨ªa recordando aquellas otras que tambi¨¦n fueron las de nuestra infancia: derribadas o igualmente en otras manos.
"La nostalgia que he estado acariciando durante todos estos a?os no es el dolor por los billetes de banco perdidos, sino una hipertrofiada conciencia de infancia perdida". Nabokov lleg¨® incluso a escribir estos versos: "Bajo el cielo / de mi Am¨¦rica, en donde suspirar / por un lugar de Rusia". Ese lugar, aunque sea p¨®stuma y todav¨ªa parcialmente, ya ha vuelto a ser suyo. "Apenas puedo imaginar qu¨¦ supondr¨ªa ver de nuevo en la realidad mi antiguo mundo. A veces fantaseo que lo visito de nuevo, provisto de un pasaporte falsificado, con nombre supuesto. No es imposible...". Nabokov ya no lo puede hacer, no puede volver a imaginarse aquel olor a mandarinas de la habitaci¨®n verde, pero s¨ª sus lectores, en quienes ¨¦l ha delegado este reencuentro.
- C¨¦sar Antonio Molina es director del Instituto Cervantes.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos
Prefijo telef¨®nico: 00 78 12.
Poblaci¨®n: unos cinco millones de habitantes.
C¨®mo ir
- Lufthansa (www.lufthansa.com;
902 22 01 01). Ida y vuelta a San Petersburgo, con una escala en Francfort, por unos 370 euros m¨¢s tasas.
- Air France (901 11 22 66; www.airfrance.com). Comprando hasta el 31 de octubre, y para viajes hasta el 11 de diciembre, ida y vuelta, v¨ªa Par¨ªs, por 329 euros m¨¢s tasas.
Dormir
- Hotel P¨²lkovskaya (123 51 22). Ploshchad Pobedi, 1. Un establecimiento cuatro estrellas cerca del aeropuerto de P¨²lkovo. La doble, 75 euros.
- Hotel Astoria (303 50 10). Bolshaya Morskaya Ulitsa, 39. Un cinco estrellas de unos 300 euros la habitaci¨®n doble. En una de sus habitaciones se suicid¨® el famoso poeta Sergu¨¦i Esenin.
La visita
- La casa donde naci¨® Vlad¨ªmir Nabokov, el 23 de abril de 1899, se halla en el n¨²mero 47 de la calle de Bolshaya Morskaya (315 47 13;
www.nabokovmuseum.org). Abre de martes a jueves, de 11.00 a 18.00, y el resto de la semana, de 12.00 a 17.00. La entrada cuesta 0,54 euros, salvo los jueves, de 11.00 a 13.00, cuando se pide la voluntad. Los menores de 12 a?os entran gratis.
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