1.000 metros entre el lujo y la droga
El glamour de la Copa del Am¨¦rica contrasta con la prudencia de los vecinos de Natzaret ante los narcotraficantes
La Copa del Am¨¦rica giraba iluminada por focos la semana pasada en el tinglado n¨²mero dos del puerto de Valencia. Junto a ella permanec¨ªan todo el d¨ªa dos empleados de seguridad corpulentos, vestidos con traje oscuro, corbata, y comunicados con un hilo negro: "Por la noche duerme caliente. Viene a recogerla nuestro cami¨®n blindado". Ambos formaban parte de un formidable engranaje que inclu¨ªa polic¨ªa uniformada y secretas. Uno de estos dec¨ªa: "Somos muchos. No te puedo decir cu¨¢ntos exactamente porque yo s¨®lo conozco a los m¨ªos, que son x. A esos tendr¨ªas que sumar a todos los que van de uniforme".
El d¨ªa anterior, 15 de octubre, dos centenares de vecinos de Natzaret hab¨ªan recorrido el kil¨®metro escaso que separa sus casas de la entrada del puerto. Se manifestaban para exigir el pago de los da?os causados por las inundaciones de septiembre. En el comunicado que leyeron despu¨¦s de que se les denegara el acceso al recinto se dec¨ªa que los da?os reclamados por los 124 damnificado ascienden a medio mill¨®n de euros, "curiosamente, lo que vale la estancia de una semana del megayate Cristina O. que est¨¢ atracado ah¨ª delante".
"Aqu¨ª no hay tr¨¢fico al menudeo, sino algo mucho m¨¢s grande y peligroso"
Los damnificados reclaman da?os iguales a lo que cuesta atracar el yate de Onassis
Los vecinos ped¨ªan compensaciones al puerto, pero en su marcha llevaban tambi¨¦n la larga lista de agravios de un barrio que los valencianos asocia a la delincuencia y a la marginalidad. Entre los principales est¨¢ la falta de seguridad.
Unas 36 horas antes del inicio de la manifestaci¨®n, Carlos Estors, de 22 a?os, ca¨ªa muerto de un tiro junto al parque de Natzaret. Su amigo Vicente, V.G. recib¨ªa cinco balas y era ingresado con pron¨®stico grave en el hospital La Fe. El supuesto autor de los disparos, un adolescente de 16 a?os, se entregaba al d¨ªa siguiente despu¨¦s de que su familia negociara con la polic¨ªa.
El menor es hermano de Francisco Navarro, que fue detenido una semana antes acusado de matar de cuatro disparos a un joven en Torrent el 29 de septiembre.
La familia Navarro forma parte de lo que los vecinos del barrio llaman "los amos de Natzaret". Una nebulosa relacionada con el tr¨¢fico de drogas de la que los habitantes suelen hablar con met¨¢foras: A la puerta de su negocio, el due?o de un colmado en una calle de Natzaret se?ala una furgoneta: "?se es el coche de un trabajador. Ahora sigue hacia abajo, pasa el cuartel de la Guardia Civil, y cuando veas dos Mercedes y un BMW reci¨¦n matriculados ya sabes que son de gente que se gana la vida vendiendo ajos tiernos, no s¨¦ si me entiendes".
En Natzaret se trafica con droga y en eso es igual al resto de poblados mar¨ªtimos, Russafa, Velluters y otras zonas de Valencia. Lo diferente es que ni a las ONG, ni a la asociaci¨®n de vecinos, ni a la gente de la calle le gusta hablar del tema. Las denuncias son discretas y en sus calles, en las que viven cerca de 7.000 personas, no se ven toxic¨®manos ni camellos.
"Claro que muchos no queremos hablar porque sabemos muy bien c¨®mo son aqu¨ª las cosas. Aqu¨ª no es tr¨¢fico al menudeo. Aqu¨ª es algo mucho m¨¢s grande y peligroso, aqu¨ª hay armas por medio". Maite Biosca es presidenta de la coordinadora de organizaciones del barrio y directora del Centre Municipal d' Informaci¨® Juvenil. El primero creado en un barrio valenciano y el ¨²nico impulsado y dirigido por los propios vecinos.
Biosca, con una s¨®lida trayectoria en las luchas vecinales, afirma: "Yo no hablar¨ªa de miedo, hablar¨ªa de prudencia. El miedo te aniquila. La prudencia es darse cuenta de lo que pasa, ir despacio. Hay una parte que nosotros tenemos que resolver y es ¨¦sa: la de no tener miedo, la de ser valientes y saber c¨®mo organizarnos, saber responder y luchar por nuestra dignidad. El problema es que hay una dejaci¨®n por parte de quien deber¨ªa ocuparse de otras cosas".
En Natzaret no hay apenas ventas al por menor, se?ala una fuente policial. "All¨ª no ver¨¢s colas como las que se han formado en la calle Progreso de El Cabanyal ni nada parecido a las casitas rosas", en la Malva-rosa. Natzaret es una zona de almacenamiento y distribuci¨®n y el lugar de residencia de los narcotraficantes, contin¨²a la misma fuente, que viven en casas ostentosas cercanas al parque y conducen coches caros. Sus propietarios "no quieren que all¨ª se venda para que les dejen tranquilos", pero forman parte de las extensas familias gitanas que trafican en el mar¨ªtimo.
Los cronistas aseguran que la fundaci¨®n de Natzaret se remonta a 1720, con la creaci¨®n de un llatzaret, o lazareto, palabra de origen italiano que el diccionario define como un "establecimiento sanitario para aislar a los infectados o sospechosos de enfermedades contagiosas". Una zona de cuarentena asociada al puerto de Valencia, en la que se establecieron trabajadores portuarios y agricultores de La Punta, y en la que la evoluci¨®n popular del nombre desemboc¨® en Natzaret.
Casi tres siglos despu¨¦s, el barrio, encajonado al sudeste de Valencia entre el cauce viejo del r¨ªo Turia, el puerto, las obras de la Zona de Actividades Log¨ªsticas y las v¨ªas f¨¦rreas, sigue aislado de la ciudad, y parece ocupar el ¨²ltimo escal¨®n en las prioridades municipales.
Cuando la alcaldesa, Rita Barber¨¢, anunci¨® sus planes de reforma urbana con motivo de la Copa del Am¨¦rica, para los que pidi¨® 600 millones de euros, s¨®lo habl¨® de Natzaret para reiterar el viejo proyecto de soterrar las v¨ªas del tren.
La semana pasada, un centenar de curiosos se esforzaba por seguir las regatas previas a la Copa Louis Vuitton en las pantallas instaladas en el puerto de Valencia. Dudaban si comprar una gorra oficial por 20 euros o un impermeable por 180, y ve¨ªan pasar a los miembros de los equipos hacia la zona VIP. Entretanto, los vecinos de Natzaret eran conscientes de que para conseguir mejoras en el barrio relativas a la seguridad, al fin de la prostituci¨®n, o al traslado de la f¨¢brica de soja ubicada en el coraz¨®n de sus calles, tendr¨¢n que seguir haciendo lo mismo que toda la vida: "Aqu¨ª hemos tenido que luchar por todo: por el agua, por la luz, por el asfaltado, y hasta por legalizar nuestras casas, que est¨¢n construidas en terrenos ganados al mar".
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