El Madrid disfruta con el v¨¦rtigo
Un gran gol de Owen permite al conjunto blanco derrotar a un Valencia que pag¨® el miedo de su entrenador
El Madrid administr¨® razonablemente bien las tendencias suicidas que se apreciaron en su alineaci¨®n. Garc¨ªa Rem¨®n ha tirado por la tremenda para resolver la crisis de un equipo sin identidad: elige a los mejores y los pone a jugar. Eso influye en desequilibrios que se hacen cada vez m¨¢s evidentes con la fatiga. Pero all¨ª est¨¢n todos: Guti, Zidane, Figo, Ra¨²l y Owen. Donde no llega la t¨¢ctica, sirve lo disuasorio. Eso le pareci¨® a Ranieri. Retir¨® a Aimar de la titularidad y se blind¨® con Albelda, Baraja y Sissoko. Le quit¨® filo al equipo, en definitiva. Lo volvi¨® chato, sin ninguna capacidad emprendedora, un Valencia de medio pelo que dio se?ales de su crisis. Ni tan siquiera aprovech¨® las esperadas concesiones del Madrid en el segundo tiempo, disputado en medio de la m¨¢xima agitaci¨®n, con el partido roto y los dos equipos llegando al ¨¢rea sin apenas oposici¨®n. Finalmente el Madrid sali¨® ganador, pero el experimento tiene fecha de caducidad. El desgaste f¨ªsico es brutal y el v¨¦rtigo resulta excesivo. El Madrid necesitaba un empuj¨®n para salir de su ¨²ltima mediocridad, y no le vendr¨¢ nada mal el entusiasmo que producen las victorias, pero la Liga necesita de una velocidad de crucero, de un paso seguro y no del dado al aire.
REAL MADRID 1 - VALENCIA 0
Real Madrid: Casillas; Salgado, Samuel, Helguera, Roberto Carlos; Guti, Zidane; Figo (Celades, m. 86), Owen (Solari, m. 60), Ra¨²l; Ronaldo (Morientes, m. 79).
Valencia: Ca?izares; Curro Torres, Marchena, Navarro, Carboni; Albelda, Sissoko (Aimar, m. 46); Rufete (Fiore, m. 46), Baraja, Angulo; Di Vaio (Mista, m. 68).
Gol: 1-0. M. 7. Zidane recoge el bal¨®n en el centro del campo, pasa a Ra¨²l, quien mete una gran asistencia a Owen y el delantero ingl¨¦s culmina con un remate colocado de puntera.
?rbitro: P¨¦rez Lasa. Amonest¨® a Sissoko, Curro Torres, Ra¨²l, Roberto Carlos y Marchena.
Unos 68.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Hay dos cosas que asegura la actual alineaci¨®n del Madrid: partidos vibrantes y mucho descontrol. Es un equipo destinado a atacar con un n¨²mero sorprendente de delanteros, incluidos los dos que juegan en el medio campo. Guti, que sin duda es el que mejor oficia como medio centro, es un media punta requerido para funciones que incluyen un gran trabajo defensivo. A Zidane, eterno media punta en la Juve, le tocan ahora largos recorridos para socorrer a Guti. Pero Zidane no tiene la energ¨ªa de un juvenil, ni la querencia por una funci¨®n que le abruma. As¨ª y todo, se le vio mejorado, m¨¢s optimista que en las ¨²ltimas semanas. Mezcl¨® algunos detalles excepcionales con errores imprevistos, pero fue un jugador importante en el encuentro. Zidane se asom¨® al ¨¢rea con frecuencia y estuvo bien en el papel de pasador.
En el plan de Garc¨ªa Rem¨®n todos tienen que salirse un poco de su papel. Ra¨²l ha cedido su posici¨®n a Ronaldo, que ha dejado su lugar a Owen. Eso significa velocidad y desmarque, algo muy conveniente para un equipo que nunca se ha caracterizado por esas dos cualidades. A Ra¨²l le toca un trabajo muy ingrato, pero sin duda es el futbolista del Madrid mejor preparado para el sacrificio. Diez a?os despu¨¦s de su aparatosa irrupci¨®n en el gran f¨²tbol, Ra¨²l tiene que ocuparse de cosas que quiz¨¢ nunca so?¨®. Frente al Valencia fue el jugador total. Tuvo el don de la ubicuidad y termin¨® por desarrollar una labor capital como pasador. De su sensacional pase a Owen, precedido por una virguer¨ªa de Zidene, naci¨® el gol del Madrid. A Owen tambi¨¦n hay que atribuirle el m¨¦rito: gran desmarque, excelente aceleraci¨®n y una definici¨®n impecable. Por un momento record¨® al mejor Butrague?o.
El tanto consagr¨® la impetuosa arrancada del Madrid y la tristeza del Valencia, que pocas veces justific¨® su famoso car¨¢cter competitivo. Ranieri aline¨® un equipo que no invitaba al entusiasmo. Sin el lesionado Vicente y sin Aimar, condenado al indeciso papel que no merece, al Valencia le falt¨® claridad y determinaci¨®n. Sali¨® lastrado a jugar. Acostumbrado a vivir al borde de un ataque de nervios, Casillas disfrut¨® de una tranquila primera parte. No se estir¨® ni una vez. Su primera intervenci¨®n se produjo cerca de la hora de partido, tras un duro remate de Albelda. Ranieri hab¨ªa capitulado y Aimar ya estaba en el campo.
Desde ese instante, el partido fue m¨¢s ca¨®tico que hermoso, pero transmiti¨® a la grada. No puede ser de otra manera con el actual Madrid, descosido durante demasiados minutos. El partido entr¨® en un delirio: el Madrid trataba de defenderse sin especialistas y el Valencia buscaba el gol con la seguridad de recibir constantes contragolpes. Se encontr¨® con los extra?os problemas de Ronaldo ante el gol. En un partido donde Ronaldo se destac¨® por su inusitada actividad, le falt¨® cerrar alguna de sus estupendas acciones con los remates de costumbre. O sea, con el gol. Es curioso que el Madrid se aboque a partidos de muchos goles, pero los gane por la m¨ªnima. Como sucedi¨® frente al Dinamo, Garc¨ªa Rem¨®n se percat¨® de las dificultades en el medio campo y dio entrada a Solari. Pero el Madrid estaba agotado. Por cada contragolpe que tiraba, el Valencia le aplastaba en el ¨¢rea de Casillas. Sin hacer un gran partido, Aimar jug¨® con la astucia que le falt¨® a Sissoko. Alrededor del jugador argentino comenz¨® la t¨ªpica sensaci¨®n que desestabiliza a las defensas rivales, y no digamos a la del Madrid, que no necesita mucho para entrar en crisis. Y de nuevo el equipo sali¨® indemne en medio de tremendos sufrimientos en los ¨²ltimos minutos. No es la v¨ªa m¨¢s ortodoxa para la larga traves¨ªa de la Liga, pero tiene el valor de generar excitaci¨®n en un equipo que parec¨ªa desplomado. Si sirve como impulso para algo notable, habr¨¢ que verlo.
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