Amos Gitai recibe la Espiga de Oro a toda una vida de cine
La presentaci¨®n de su ¨²ltima pel¨ªcula, Promised land (Tierra prometida), que hace la n¨²mero 34 de la filmograf¨ªa de Amos Gitai, sirvi¨® ayer como marco para la entrega de la Espiga de Oro a toda una vida dedicada al cine, la que lleva el director israel¨ª, el m¨¢s preclaro protagonista cinematogr¨¢fico de su pa¨ªs. El filme abri¨® tambi¨¦n una retrospectiva completa, con sus pel¨ªculas de ficci¨®n, sus cortometrajes y su abundante producci¨®n documental, que ha hecho de Gitai uno de los nombres clave del cine de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas.
La programaci¨®n de ayer a concurso se complet¨® con Forbrydelser (En tus manos), una ¨¢spera indagaci¨®n casi teol¨®gica sobre el aborto de la danesa Annette K. Olesen, otra de las pel¨ªculas n¨®rdicas que se apuntan al c¨¦lebre Dogma 95, la brillante jugada propagand¨ªstica acu?ada por Lars von Trier para mejor vender el cine de la gente de su generaci¨®n.
Gran desconocido para el espectador espa?ol, puesto que s¨®lo uno de sus t¨ªtulos, la impactante Kadosh, vigorosa denuncia del integrismo religioso jud¨ªo, ha conocido estreno entre nosotros, Amos Gitai comenz¨® su trayectoria profesional como arquitecto, dedicaci¨®n que altern¨® con la elaboraci¨®n de numerosos cortometrajes dedicados a su actividad, hasta que el cine termin¨® por ocupar todo su tiempo creativo. Director pol¨¦mico, capaz de firmar encendidas proclamas patri¨®ticas (Kippur, 2000), pero tambi¨¦n de analizar en tono cr¨ªtico el largo conflicto israelo-palestino (buena parte de su filmograf¨ªa se centra en la revisi¨®n de la historia de su pa¨ªs), nadie mejor que ¨¦l para poner en im¨¢genes algunos aspectos de la nueva realidad social que viven hoy los territorios de la antigua Palestina.
Centrada en la denuncia de una de estas realidades, la trata de blancas en territorios del Pr¨®ximo Oriente, Promised land, t¨ªtulo ir¨®nico donde los haya, tiene la potencialidad de molestar por igual a israel¨ªes y a palestinos. Su argumento es muy simple: se limita a seguir las peripecias de un grupo de mujeres, provenientes de los antiguos territorios sovi¨¦ticos, que aceptan dedicarse a la prostituci¨®n, pero que, como el propio Gitai reconoci¨® en rueda de prensa posterior a la proyecci¨®n del filme, "no se esperaban ser tratadas como mercanc¨ªa, vejadas, violadas, humilladas y vendidas al mejor postor".
La c¨¢mara del director sigue a esas mujeres, documenta el progresivo proceso de conversi¨®n de las pobres ex sovi¨¦ticas en carne de prost¨ªbulo, aunque con la curiosa ausencia de los clientes, que permanecen siempre fuera del rect¨¢ngulo de la pantalla, una ausencia que hace a¨²n m¨¢s terrible y angustiosa la desprotecci¨®n y el d¨ªa a d¨ªa de esas mujeres. La pel¨ªcula, que muestra la querencia del director por los modos de hacer del documental (incluye, por ejemplo, im¨¢genes captadas clandestinamente en la ciudad palestina de Ramallah), deja sobre la mesa la tremenda denuncia de que, en lo que hace a la explotaci¨®n sexual, israel¨ªes y palestinos tienen los mismos intereses y se comportan con sus v¨ªctimas de la misma manera..., un diagn¨®stico ciertamente indigesto para integristas de uno y otro campo.
Y si la visi¨®n de Promised land se antoja dif¨ªcil, agobiante casi, otro tanto puede decirse de Forbrydelser (En tus manos), de Annette K. Olesen. Segundo largometraje de la directora danesa (el anterior, Peque?os contratiempos, 2002, tambi¨¦n concurs¨® en Valladolid), en ¨¦l se cuenta la historia de Anna, una licenciada en Teolog¨ªa que intenta sin ¨¦xito tener hijos, y que comienza a trabajar como capell¨¢n en una c¨¢rcel femenina. Estando all¨ª, har¨¢ dos descubrimientos: uno, que finalmente puede quedar embarazada, aunque el feto tiene problemas de cromosomas que ponen en riesgo su vida. Otro, la personalidad de una reclusa, Kate, a quien sus compa?eras creen dotada de la facultad de curar con las manos cualquier tipo de dolencia.
Narrada en un tono seco, como quieren los principios de Dogma 95, sin banda sonora y con una cercan¨ªa de c¨¢mara que resulta en ocasiones sofocante, la pel¨ªcula evoluciona hacia un final en el que la protagonista deber¨¢ hacer lo que el t¨ªtulo del filme sugiere: tomar en sus manos la decisi¨®n de permitir o no el crecimiento del feto. El final quedar¨¢ tan abierto como desesperanzado y terrible, nada complaciente y hasta un punto sorprendente.
Vuelve Kusturica
Llev¨¢bamos a?os sin saber de ¨¦l, m¨¢s all¨¢ de su absorbente dedicaci¨®n a la m¨²sica, y por fin el bosnio Emir Kusturica tiene nueva pel¨ªcula. Se titula La vida es un milagro; concurs¨®, no exenta de pol¨¦mica, en el pasado Festival de Cannes, y aqu¨ª lo vuelve a hacer en la secci¨®n oficial. El resultado es un filme que no renuncia a las constantes formales e ideol¨®gicas del cine de su autor, aunque su visi¨®n de la vida en los convulsos Balcanes aparece ahora m¨¢s amable y hasta pre?ada de esperanza. La vida es un milagro cuenta la historia de Luka, un ingeniero serbio que, instalado por su voluntad en un remoto pueblo en los l¨ªmites con Bosnia, sue?a con el progreso de la l¨ªnea f¨¦rrea que ¨¦l construye. S¨®lo se interpondr¨¢, entre ¨¦l y su sue?o, la mism¨ªsima guerra... y una prisionera bosnia.
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