S¨ª al sue?o europeo
Frente a la nueva escala de riesgos mundiales de todo tipo, es urgente avanzar hacia la unidad pol¨ªtica de una Europa que afronte el reto de construir unas nuevas pr¨¢cticas civilizadoras para el Siglo XXI.
La aprobaci¨®n de la Constituci¨®n Europea por una mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa puede ser el inicio de un camino esperanzador hacia la realizaci¨®n de este viejo y ut¨®pico sue?o europeo. Por modestos e insuficientes que puedan resultar estos primeros pasos, su novedad hist¨®rica llama la atenci¨®n: es el nacimiento de un espacio nuevo de paz y gobierno supranacional de 25 pa¨ªses y con 450 millones de personas como nueva ciudadan¨ªa europea fundada en derechos fundamentales, democracia y di¨¢logo internacional.
Llegar a una propuesta com¨²n de Constituci¨®n ha sido un parto dif¨ªcil. Ha sido en un proceso condicionado por las reglas de consenso y por los intereses tan distintos y opuestos de los estados miembros. Pero ha ganado la idea de una Europa algo m¨¢s unida y con instrumentos pol¨ªticos m¨¢s amplios de acci¨®n colectiva.
El texto propuesto, claro est¨¢ que no se corresponde plenamente con el ideal que Los Verdes (6% de la Euroc¨¢mara); desear¨ªamos un modelo federal europeo con un gobierno europeo que fuera elegido directamente por la ciudadan¨ªa europea, con una separaci¨®n clara de poderes, y con una f¨¢cil capacidad de actuaci¨®n en campos diversos: sociales, ambientales, fiscales, y por encima de las pol¨ªticas y leyes particulares de los territorios estatales. Pero, sin embargo, no podemos pasar por alto que hay avances significativos en el terreno de los derechos democr¨¢ticos de ciudadan¨ªa y de gobernabilidad.
Al aumentar sustancialmente el poder de codecisi¨®n del Parlamento Europeo en decenas de nuevas ¨¢reas hasta ahora reservadas a los acuerdos realizados a puerta secreta por parte de los gobiernos en el Consejo Europeo (que tambi¨¦n ahora ser¨¢n m¨¢s abiertas), no hay duda que ganaremos m¨¢s democracia, m¨¢s participaci¨®n y debate p¨²blico y m¨¢s transparencia.
El proyecto de Constituci¨®n Europea establece por primera vez un rango e identidad jur¨ªdica para la UE que instaura la Carta de Derechos Fundamentales que, entre otros avances, elimina para siempre la pena de muerte, protege los derechos de todo tipo de minor¨ªas y establece mecanismos de iniciativas legislativas populares. Tampoco cierra las puertas a la participaci¨®n europea directa de las nacionalidades sin estado o instituciones regionales, aunque deja la competencia en manos de los estados miembros. Con estos pasos democr¨¢ticos podremos llevar a Europa m¨¢s lejos, incluso para intentar corregir las insuficiencias de este texto constitucional en el futuro (a pesar de la unanimidad exigida para la reforma, la experiencia europea ha mostrado que nada es irreversible). En suma, el s¨ª de Los Verdes europeos es un voto exigente para ir m¨¢s all¨¢ de este texto.
En los tiempos que vivimos de violencia y fragmentaciones extremas, no es poca cosa el iniciar un periplo com¨²n en la regi¨®n del mundo con m¨¢s garant¨ªas del bienestar social y con m¨¢s compromisos con la ecolog¨ªa planetaria, la solidaridad internacional y la paz. No podemos olvidar que la gran mayor¨ªa de las tentativas institucionales de enfrentarse con los nuevos dilemas y retos globales han salido de Europa: Kyoto, el Tribunal Penal Internacional, el Tratado de Bioseguridad, el Acuerdo sobre Minas... En un mundo al borde del colapso y que puede que tenga que sufrir otros cuatro a?os m¨¢s de Bush, incluso moverse t¨ªmidamente hac¨ªa m¨¢s unidad europea se hace m¨¢s necesaria que nunca.
Tendremos la gran responsabilidad de celebrar el primer refer¨¦ndum del continente. Un resultado en Espa?a de fuerte apoyo ciudadano a la Constituci¨®n enviar¨ªa un mensaje claro al resto de los pa¨ªses europeos y dar¨ªa un empuje para seguir construyendo Europa despu¨¦s de la ratificaci¨®n. M¨¢s a¨²n en el contexto de la estrategia de brazos ca¨ªdos y de lengua ca¨ªda del Partido Popular ante el refer¨¦ndum (que preferir¨ªa a la camisa de fuerza de Niza). En cambio, un pobre resultado con una muy baja participaci¨®n o altos niveles de rechazo, reforzar¨ªa a las opiniones antieurope¨ªstas, respaldadas principalmente por los partidos conservadores, populistas y de extrema derecha de Europa.
Nuestra responsabilidad est¨¢ a favor del avance de esta nueva integraci¨®n pol¨ªtica en Europa. A pesar de las insuficiencias del texto, hay que elegir entre continuar progresivamente con el sue?o de convergencia o, en cambio, aparcar a la Uni¨®n Europea en una crisis paralizante de consecuencias nefastas para un mundo tan fr¨¢gil como el nuestro.
David Hammerstein es eurodiputado espa?ol de Los Verdes.
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