El nuevo realismo en pol¨ªtica exterior
La pol¨ªtica exterior del Gobierno de Zapatero se ha embarcado en un nuevo rumbo realista (proactivo, a?adir¨ªan algunos), en ruptura con el anterior giro neoconservador (americano) dado por Aznar. No se trata de una vuelta atr¨¢s a donde estaba Espa?a hace ocho a?os con los Gobiernos de Gonz¨¢lez, pues el mundo ha cambiado, sino de constatar que algunas pol¨ªticas -hacia Marruecos y el S¨¢hara Occidental, Cuba o Gibraltar, por ejemplo- no han funcionado en los ¨²ltimos a?os y hay que cambiarlas para lograr objetivos que sirvan mejor a los intereses y valores de Espa?a.
As¨ª, responde a este nuevo realismo partir de la constataci¨®n de que no es posible un refer¨¦ndum en el S¨¢hara Occidental para dirimir un conflicto, sino para ratificar, o no, un acuerdo previo entre las partes. El acercamiento a Marruecos es patente, y ¨²til por muchas razones, entre otras, como se est¨¢ viendo, para luchar en un inter¨¦s compartido contra el terrorismo de signo islamista. Y m¨¢s. A Espa?a, y a Europa, le interesa a medio y largo plazo un desarrollo integral del Magreb, lo que implica unas relaciones equilibradas con Argelia. La cumbre en 2005 para celebrar los 10 a?os y reactivar el languideciente Proceso de Cooperaci¨®n Euromediterr¨¢nea de Barcelona, deber¨ªa marcar una nueva etapa. Pero quiz¨¢s ha habido un exceso de prisas en la presentaci¨®n de estos planes antes de haber atado todos los cabos. La pol¨ªtica exterior consiste en fijarse objetivos razonables, pero tanto o m¨¢s en cuidar el proceso.
Con Cuba ha pasado algo similar. La pol¨ªtica ideologizada de Aznar no ha servido ni para defender los intereses espa?oles en aquel pa¨ªs -pues ha puesto en manos del r¨¦gimen de Castro el control de la agenda-, ni para mejorar la suerte de los disidentes. Era l¨®gico, desde un realismo bien entendido, un cambio. La posici¨®n com¨²n de la UE -de sanciones m¨¢s aparentes que efectivas- que hab¨ªa impulsado el anterior Gobierno espa?ol se hab¨ªa convertido en un cors¨¦ paralizante. Lo que ahora se plantea es diferenciar las relaciones entre Estados, de las que puedan y deben tenerse con la disidencia por numerosos cauces. Ahora bien, quiz¨¢s de nuevo las prisas, forzadas en parte por la inmediatez de la significativa recepci¨®n en la legaci¨®n espa?ola el 12 de octubre, han llevado a invertir lo que hubiera debido ser otro orden de los factores: primero cambiar la posici¨®n com¨²n europea, y luego la espa?ola. En general, hay un exceso de anuncio de intenciones. Las estrategias se siguen; no se anuncian.
Pero esto no obsta para que resulte ins¨®lito y desleal el comportamiento del PP: los viajes del simp¨¢tico Moragas a Tinduf y a Cuba intentan socavar sobre el terreno la pol¨ªtica del Gobierno. Sin duda la dictadura castrista ha echado una mano a Moragas al rechazar su entrada y la de dos parlamentarios holandeses en Cuba con un visado tur¨ªstico (pero tambi¨¦n EE UU podr¨ªa haberle devuelto de haber intentado entrar como turista para llevar a cabo actividades profesionales all¨ª). ?Alguien recuerda la que le armaron en febrero de 2002 al ex presidente Felipe Gonz¨¢lez por un supuesto viaje que no hab¨ªa realizado a Marruecos en momentos tensos de las relaciones del Gobierno de Aznar con Rabat?
El nuevo realismo podr¨ªa aplicarse asimismo a Gibraltar. Aznar estuvo al borde del acuerdo con su amigo Blair, pero al final no logr¨® nada. La pol¨ªtica de bloqueo, tampoco. Quiz¨¢s un cierto acercamiento a los llanitos en asuntos que ata?en a la vida cotidiana y no a los principios sea un camino a desbrozar. Realismo no es realpolitik, pura pol¨ªtica de poder en la que no tendr¨ªan cabida un cierto idealismo hacia ?frica, viajar a Darfur o la Cumbre del Hambre. La asignatura pendiente es la de las relaciones con Washington, que hay que afrontar tambi¨¦n con un nuevo realismo y menos declaraciones desafortunadas por ambas partes. ?Con Bush o con Kerry? Seamos realistas: esperemos. aortega@elpais.es
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