La catadura moral de Cela
Me refiero al art¨ªculo que public¨® el 21 de octubre Javier Tusell en el que acusa a Cela de mala catadura moral, partiendo de unos documentos de 1963 en los que aparece como informador del r¨¦gimen y denunciante de sus compa?eros intelectuales.
Para interpretar los datos es necesario situarlos en el contexto de la historia y de la biograf¨ªa del personaje. Hay que tener en cuenta muy especialmente los mecanismos de tipo parad¨®jico que utilizaba Cela. Sus expresiones de condolencia eran del estilo "los enfermos sois despreciables", su trabajo de censor se centraba en revistas como el bolet¨ªn del Sagrado Coraz¨®n, sus informes como delator en 1939 se materializaron en un certificado para que Juli¨¢n Mar¨ªas saliera de la c¨¢rcel y quien lee en profundidad Viaje a la Alcarria sabe que la crueldad encubre una compasi¨®n por sus criaturas. La crueldad sirve como denuncia, porque lo verdaderamente malo -dec¨ªa- es la indiferencia.
En el caso que denuncia Tusell, cuando Cela sugiere a Robles Piquer que se subvencione y soborne a sus compa?eros intelectuales, esta aparente traici¨®n (de forma) es (de hecho) una petici¨®n de que cese la censura y la represi¨®n y que se ofrezca a los escritores la posibilidad de publicar sus obras. Cela, que era un gran farsante (tanto en su obra como en su vida, a la que hab¨ªa dado tambi¨¦n un estilo literario), era capaz de encarnar la paradoja de ser una oveja con piel de lobo. Una estrategia para salvaral reba?o es ofrecerse como consejero de la manada de los lobos.
De todos modos, puesto que las intenciones hay que presumirlas, supongamos las mejores. En cuanto a sus hechos, aparte de su moral de liberaci¨®n por la palabra, quedaron expresados en la portentosa obra de Papeles de Son Armadans, donde dio cabida a los intelectuales exiliados y a las lenguas perif¨¦ricas, lo cual ya es mucho para esa ¨¦poca. Y, de entrada, se neg¨® a dedicar a Franco el primer n¨²mero. Era 1956.
Los documentos deben contextualizarse, pero antes de nada hay que leerlos con detenimiento. Si Tusell hubiese acudido a la fuente, empezar¨ªa por saber el tono y la temperatura de los cuatro folios del documento y tampoco cometer¨ªa el error de decir que Cela abandon¨® la reuni¨®n
cuando ni siquiera acudi¨® a ella.
Estos an¨¢lisis, tanto de los documentos como de la psicolog¨ªa de Cela, pueden ayudar a descifrar el enigma que confiesa tener Tusell de c¨®mo compatibilizar las excelencias de La colmena con la mala catadura de su autor. Lo m¨¢s sencillo para resolverlo es pensar que C. J. C. no era ninguna mala persona.
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