Serrat
Todo personaje p¨²blico es carne de especulaci¨®n. Son las reglas del juego. Nadie que cante, baile, act¨²e, pinte, escriba, toree, dise?e, pilote un f¨®rmula 1 o una moto estupenda, dirija, golpee un bal¨®n, presuma de t¨ªtulos nobiliarios, juegue al tenis, presente un telediario o deambule por una pasarela est¨¢ libre del aplauso o del escarnio popular. Ocupar un lugar en la fama equivale a situarse en el centro de la diana y ser un c¨ªrculo vulnerable a los dardos de la opini¨®n. Siempre habr¨¢ legiones de ac¨®litos, de admiradores o de simpatizantes, pero tambi¨¦n se formar¨¢n ej¨¦rcitos de detractores y enemigos instruidos para vilipendiar a cualquier precio. Uno se expone al juicio diario cuando abandona su condici¨®n de ciudadano an¨®nimo y salta a la escena p¨²blica. As¨ª son las cosas. No obstante, cuando esto sucede, cuando la fama y la popularidad se adue?an de uno, tambi¨¦n se pone a prueba la calidad moral y humana del individuo en cuesti¨®n; incluso la inteligencia, una de esas cualidades en peligro de extinci¨®n que s¨®lo cultivan unos pocos. Lo digo, sin ir m¨¢s lejos, a prop¨®sito de las declaraciones que estos d¨ªas ha hecho a los medios Joan Manuel Serrat. El cantautor catal¨¢n sab¨ªa que el carcinoma de vejiga que le detectaron no hace mucho y que exige una inmediata intervenci¨®n quir¨²rgica y un tratamiento de choque era un asunto que, tarde o temprano, ser¨ªa del dominio p¨²blico. Ocultarlo no s¨®lo le ha parecido absurdo sino que, adem¨¢s, habr¨ªa generado r¨ªos de conjeturas, de bulos y de malsanas ficciones. Su jugada, como casi todas las suyas, ha sido de maestro: anticiparse a la morbosa ruleta de la rumorolog¨ªa y no dar tregua a m¨¢s. Y ya de paso, como si perge?ara la estrofa de una de sus canciones, consider¨® hasta conveniente salir al trapo con una nueva lecci¨®n de sabidur¨ªa: "Lo importante", dijo Serrat desde el Teatro Alb¨¦niz de Madrid, "no es lo que te ocurre sino c¨®mo te enfrentas a ello. Hay que mirar de frente a la adversidad". Buen ejemplo, maestro. Ahora s¨®lo queda desprenderse de la nostalgia, evitar el acecho de las peque?as cosas y abrazarse al tiempo como a una amante fiel que nos inspira canciones, que nos amarra m¨¢s que nunca a la vida.
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