Protagonista de la m¨²sica contempor¨¢nea
Los dos conciertos de la Orquesta Sinf¨®nica de Londres, dirigida por Pierre Boulez, presentados en los ciclos de Iberm¨²sica forman parte de la conmemoraci¨®n del gran instrumento orquestal en el centenario de su fundaci¨®n, que, por cierto, coincide con la creaci¨®n de la Sinf¨®nica de Madrid por Enrique Fern¨¢ndez Arb¨®s. Naturalmente, la vida y aventura de ambas agrupaciones son bien distintas. Para empezar, la London Symphony tuvo largos periodos sin maestro titular permanente despu¨¦s de que lo fuera el legendario Hans Richter entre 1904 y 1912 y de que otra batuta no menos m¨ªtica, Arthur Nikisch, la condujera durante su primera tourn¨¦ americana. Formaci¨®n de car¨¢cter autogestionario, la LSO viene reuniendo en sus filas profesionales de primera categor¨ªa y en el p¨®dium ha contado con la pr¨¢ctica totalidad de grandes maestros como invitados o permanentes, tanto en sus temporadas regulares como para las producciones discogr¨¢ficas.
Ciclo Grandes Orquestas (Iberm¨²sica)
London Symphony Orchestra. Director: P. Boulez. Obras de Boulez y Mahler. Auditorio Nacional. Madrid, 29 de octubre.
La presencia de Boulez frente a la LSO supone tambi¨¦n un acontecimiento, pues se trata de una de las personalidades m¨¢s fuertes e importantes de la m¨²sica de nuestro tiempo en su doble condici¨®n de compositor y director, por no aludir a la ejemplaridad de su infatigable magisterio y su incesante promoci¨®n a escala mundial de las nuevas formas de pensamiento y expresi¨®n musical. A punto de arribar a los 79 a?os, Pierre Boulez parece y es un joven artista como persona y como creador y parece conservar una extraordinaria vitalidad f¨ªsica aliada con el frescor joven de su pensamiento significativo a lo largo de su "obra en marcha". Resultar¨ªa dif¨ªcil -adem¨¢s de err¨®neo- explicar la historia de las vanguardias musicales del siglo XX y parte del XXI sin contar con la figura de este franc¨¦s universal nacido en Montbrison el 26 de marzo de 1925, el mismo a?o que vino al mundo Luciano Berio.
Cuando Boulez explica sus obras o las de los dem¨¢s desde el pupitre principal de una orquesta recibimos, ante todo, una sensaci¨®n: el triunfo de la verdad, el imperio de la raz¨®n, el buen orden de la belleza sonora comunicados sin vana ret¨®rica. As¨ª volvimos a escuchar el Libro para cuarteto en su redacci¨®n para orquesta de cuerda, de 1968, casi 20 a?os posterior a la primera formulaci¨®n, pero en la revisi¨®n sintetizada de 1989 (la versi¨®n primera se dio en Madrid por el Cuarteto Parrenin en diciembre de 1964). Ya puede admirarse, como se admir¨® ahora, esta m¨²sica renovadora de Boluez con la naturalidad de su lenguaje, el preciosismo de su escritura y la voluntariosa o instintiva ligaz¨®n del germanismo de la Escuela de Viena y la herencia francesa de Debussy y hasta de Ravel. No se trata de que el Libro para cuarteto, como otras p¨¢ginas de Boulez (Improvisations sur Mallarm¨¦, Le marteau sans maitre o La tercera sonata) est¨¦n ya en la historia, sino de algo distinto: han cobrado virtualidad y vigencia social.
La segunda parte del programa estuvo consagrada a Gustav Mahler, y no precisamente al m¨¢s frecuentado. No es cuesti¨®n de volver sobre el intrincado universo musical mahleriano cada vez que escuchamos alguna de sus obras grandes o gigantistas, pero pienso que en la S¨¦ptima sinfon¨ªa el compositor supo utilizar la gran formaci¨®n instrumental de muy diversos modos para darnos esplendores semiwagnerianos o sutileza popularistas, poes¨ªa sin palabras -como recuerda Tom¨¢s Marco al eludir a Giacomo Manzoni- o imaginarias vivencias cotidianas con su carga de elementos vulgares que la sabidur¨ªa del autor salva para instalarlos en un panorama sensible y psicol¨®gico de rara toxicidad.
Pierre Boulez y los formidables profesores londinenses sirvieron una interpretaci¨®n esplendorosa acogida con largas ovaciones.
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