Locos
Un amigo me regala unas viejas entrevistas radiof¨®nicas de Jes¨²s Quintero. Los fieles seguidores de entonces hemos envejecido, pero sus programas mantienen cosas que la radio ha perdido: tiempo, dicci¨®n, pausa y la teatralidad necesaria para frenar la tentaci¨®n de la frivolidad. El loco de la colina, bastante menos loco que algunos concursantes de Gran Hermano, charla con un inspirado Francisco Umbral que, de vez en cuando, le dice: "Un momento. Voy a beber un poco de whisky y seguimos".
La colina
Las relaciones de Umbral con la televisi¨®n no son muy buenas. La apisonadora repetitiva lo ha inmortalizado en un corte de zapeo en el que se le ve, justamente indignado, diciendo que ha venido a hablar de su libro. La venganza ha reducido el talento de Umbral a una caricatura de la que todo el mundo se cachondea. En la entrevista de Quintero, sin embargo, dice a) "Soy un poeta que puso sus poemas en prosa para poder cobrarlos", b) "En televisi¨®n, la imagen prima sobre la interpretaci¨®n. La gente ve muchos muertos, muchos futbolistas, muchas t¨ªas buenas, pero no se entera muy bien", y c) "Es tan dificil hacer un buen art¨ªculo como hacer un buen soneto".
Hilo musical
Ha provocado cierta sorpresa que en el reci¨¦n estrenado programa Las cerezas (TVE) haya un disc jockey pinchando m¨²sica. Se llama Joan Quintanilla y ya trabajaba con Julia Otero en La columna (TV-3). Es una moda que no empieza en televisi¨®n, sino en modern¨ªsimos restaurantes de Ibiza, y que, posteriormente, adoptan otras ciudades propensas al mimetismo. Son locales en los que se recurre a la m¨²sica ambiental para, supongo, no notar lo peligrosa que puede ser la comida y, por otro, no tener que hablar con tus acompa?antes. En el caso de un programa de televisi¨®n, por muy moderno que pueda parecer, es un elemento que distrae. ?Un error? Si de lo que se trata es de que no se noten las deficiencias del programa, puede que sea una estrategia de camuflaje y una forma de dulcificar las transiciones entre secciones y de entretener al p¨²blico del plat¨®.
El gorro
Julia Otero le hizo una entrevista al deportista y medallista ol¨ªmpico David Cal en la que le pidi¨® que se quitara la camiseta con un retint¨ªn picante e insinuante digno de una despedida de soltera. M¨¢s tarde dijo: "Estoy hasta el gorro de que los hombres guapos se pongan serios cuando hablan de su belleza", una afirmaci¨®n que no s¨¦ c¨®mo le sentar¨ªa si se la hicieran a ella. Es una estrategia que desmerece sus virtudes y su dominio del plat¨® y a la que insiste en recurrir. El elemento m¨¢s esperanzador de Las cerezas fueron detalles del 'Microondas' y del 'Cerediario', parodias de la actualidad que elevan el nivel de libertad y que permiten recuperar la s¨¢tira pol¨ªtica para la causa del humor.
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