Los jugadores de ecuaciones y la I+D+i
Dec¨ªa Paul Dirac que lo que ¨¦l hac¨ªa era jugar con ecuaciones a ver lo que sal¨ªa. Es una excelente descripci¨®n del trabajo que hace un matem¨¢tico y, en general, la mayor parte de los cient¨ªficos. Jugando con ecuaciones a ver que sal¨ªa, Dirac descubri¨® la ecuaci¨®n del electr¨®n (y de paso la antimateria), y recibi¨® por ello el Premio Nobel de F¨ªsica en 1933. Jugando con ecuaciones, Claude Shannon invent¨® la Teor¨ªa de la Informaci¨®n que posibilita la sociedad de la informaci¨®n; John von Neumann y Oskar Morgenstern descubrieron la Teor¨ªa de Juegos, base de nuestra econom¨ªa; y Alan Turing y Von Neumann pusieron las bases para los modernos ordenadores, sin los que nuestro mundo actual ser¨ªa impensable. Y qu¨¦ decir del sin par Albert Einstein, uno de los mejores jugadores con ecuaciones de la historia. As¨ª pues, jugar con ecuaciones para ver lo que sale ha sido siempre un juego muy rentable para nuestra sociedad.
Espa?a ha sufrido un secular vac¨ªo de buenos jugadores con ecuaciones. Sin embargo, en los ¨²ltimos 20 a?os, nuestro pa¨ªs ha conseguido la mejor cosecha de la historia. Nunca hab¨ªamos tenido un plantel de j¨®venes investigadores como el de ahora. A la vez, las perspectivas de financiaci¨®n de la investigaci¨®n parecen las m¨¢s optimistas en mucho tiempo. Pero, parad¨®jicamente, afrontamos momentos dif¨ªciles. La trayectoria vital de un joven investigador es la siguiente: cuatro a?os de beca predoctoral, dos o tres con una beca postdoctoral o un contrato Juan de la Cierva, y para los mejores, cinco a?os m¨¢s de contrato Ram¨®n y Cajal. Despu¨¦s, la nada. Nuestras universidades ya no ofrecen plazas de profesor, saturadas de docentes y con una tendencia a la baja en el n¨²mero de nuevos estudiantes matriculados. Por otra parte, las universidades espa?olas -con presupuestos deficitarios- est¨¢n enfocadas en los aspectos docentes, y no abrir¨¢n el mel¨®n de los contratos de investigaci¨®n. Para empeorar la situaci¨®n, la inversi¨®n privada en I+D+i es muy escasa. No es de extra?ar que las vocaciones cient¨ªficas hayan comenzado a declinar si este es el futuro que podemos ofrecer a nuestros j¨®venes investigadores.
?Qu¨¦ hacer para solucionar esta situaci¨®n que puede convertirse en el mayor fracaso de una Espa?a que pretende ser alguien en el Espacio Europeo de Investigaci¨®n? Por una parte, es urgente dise?ar una aut¨¦ntica carrera investigadora, que permita contratos competitivos e indefinidos, tras una selecci¨®n rigurosa, un aut¨¦ntico tenure track. Complementariamente, son necesarias acciones conducentes a diversificar la investigaci¨®n a cuestiones en campos emergentes en los cu¨¢les la transferencia del conocimiento a la tecnolog¨ªa es r¨¢pida, permitiendo as¨ª que parte de estos j¨®venes investigadores accedan a la investigaci¨®n con financiaci¨®n privada. Las acciones que observamos tanto por parte de las administraciones auton¨®micas como del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia no van por ah¨ª: se prometen m¨¢s y mejores becas, y merecen nuestro aplauso por ello, pero no se habla de lo que pasar¨¢ con esos becarios al finalizar las mismas. La ecuaci¨®n es sencilla: seguiremos importando jugadores de f¨²tbol y exportando jugadores de ecuaciones. Pero con esa ecuaci¨®n ni queremos ni debemos jugar.
Manuel de Le¨®n es profesor de Investigaci¨®n del CSIC y presidente del Congreso Internacional de Matem¨¢ticos 2006
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