Islam: la batalla de Europa
Recep Tayyip Erdogan revel¨® en Par¨ªs, donde se encontraba para defender la causa de la incorporaci¨®n de Turqu¨ªa en Europa, que sus dos hijas, debidamente cubiertas con el velo, estudiaban en Estados Unidos al no poder asistir a la Universidad turca, donde el laicismo heredado de Atat¨¹rk proh¨ªbe llevar el hijab. En ese mismo momento, el presidente de la Uni¨®n de Organizaciones Isl¨¢micas de Francia declaraba a la prensa que su movimiento ya no se sent¨ªa vinculado por la tregua que sigui¨® al secuestro de Christian Chesnot y Georges Malbrunot en Irak: la guerra escolar -en versi¨®n islamista- se reaviv¨® con la comparecencia ante el consejo disciplinario de las primeras de las 70 alumnas que se obstinaban en llevar el velo en los colegios e institutos franceses. La coincidencia de estos dos acontecimientos arroja una cruda luz sobre el embrollo en el que est¨¢ atrapado el devenir de las poblaciones de origen musulm¨¢n en Europa, tanto los actuales 10 millones de ciudadanos de los Estados de la Uni¨®n, descendientes en su mayor¨ªa de inmigrantes del Magreb, as¨ª como de ?frica, Turqu¨ªa y del subcontinente indio, como los 70 millones de turcos, el d¨ªa en que su pa¨ªs se incorpore a Europa. Inscribe este devenir en la confluencia de los retos de la pol¨ªtica interior francesa, alemana, brit¨¢nica, italiana, etc¨¦tera, y de retos a nivel de civilizaci¨®n que determinan la evoluci¨®n del islam en su conjunto. ?Acaso la europeizaci¨®n de esta religi¨®n -mediante la combinaci¨®n de la demograf¨ªa y de la emigraci¨®n- trae consigo un aggiornamento decisivo con un valor ejemplar para el resto del mundo o, por el contrario, es la oportunidad para los militantes islamistas y salafistas de establecer las cabezas de puente de un proselitismo que, de creer a los m¨¢s exaltados, garantizar¨ªa la tercera -y victoriosa- expansi¨®n isl¨¢mica en suelo europeo, tras los dos fracasos sancionados por la Reconquista espa?ola en el siglo XV y la derrota otomana en el asedio de Viena en 1683?
Dos acontecimientos dram¨¢ticos que han tenido lugar en 2004 ilustran este dilema y lo llevan al paroxismo: el atentado de Madrid, por un lado, y por otro, la movilizaci¨®n de los ciudadanos de origen musulm¨¢n a favor de los periodistas secuestrados en Irak. El atentado de Madrid fue perpetrado por j¨®venes marroqu¨ªes inmigrados a Espa?a, con el apoyo log¨ªstico de "profesionales" de la red de Al Qaeda. Junto a los marginados y los delincuentes que son la presa habitual de los predicadores salafistas-yihadistas, hab¨ªa tambi¨¦n individuos socialmente bien integrados, como el estudioso Mohamed Ata, estudiante aplicado en Hamburgo y jefe de los terroristas del 11-S; la aparici¨®n de personalidades esquizofr¨¦nicas transfiguradas por el islamismo radical en asesinos en masa s¨®lo afecta a algunos individuos, pero su impacto es devastador para el devenir del islam europeo, al que toman como reh¨¦n, por encima incluso de los centenares de muertos que provocan. M¨¢s all¨¢ de la capacidad de Bin Laden y de sus subalternos para cambiar el resultado esperado de las elecciones espa?olas o para obtener la retirada de Irak del ej¨¦rcito de Madrid, en el movimiento salafista-yihadista encontramos la certeza de que Espa?a es desde la Andaluc¨ªa musulmana "tierra del islam" para la eternidad y que all¨ª es l¨ªcita la yihad contra los "ocupantes" no musulmanes cuyo asesinato est¨¢ permitido. Dentro de esta l¨®gica, el 11-M es tan s¨®lo la primera batalla de una Reconquista al rev¨¦s, cuyo horizonte es Europa.
Frente a esto tambi¨¦n se inscribe la movilizaci¨®n de los ciudadanos franceses de origen o de confesi¨®n musulmana (sea cual sea su fe o creencia, para la que la Rep¨²blica, al contrario que los Estados isl¨¢micos, les da la libertad) en apoyo de sus dos conciudadanos periodistas secuestrados en Irak y amenazados de muerte por otros salafistas-yihadistas si la ley sobre el laicismo en la escuela no era retirada. Con frecuencia nos hacemos preguntas sobre la incapacidad de los musulmanes no islamistas para hacer o¨ªr su voz: en este caso se ha expresado con fuerza y ha tenido un efecto de arrastre notable en las sociedades de Oriente Pr¨®ximo, donde los secuestradores del llamado Ej¨¦rcito Isl¨¢mico de Irak, al quedar en falso, han tenido que renunciar a ejecutar su amenaza. La mayor¨ªa de nuestros conciudadanos europeos de origen musulm¨¢n, cuando tienen la sensaci¨®n de una inserci¨®n satisfactoria en su entorno pol¨ªtico, social, econ¨®mico o cultural, no sienten la necesidad de convertir su confesi¨®n en una bandera de identidad m¨¢s de lo que pueda sentirla la mayor¨ªa de sus compatriotas de origen cat¨®lico, jud¨ªo, protestante u otro. Esto deja el campo libre a los activistas religiosos radicales para introducirse, partiendo de ciudadelas confesionales exaltadas, en el tejido de asociaciones culturales o comunitarias de las cuales se proclaman los representantes (un fen¨®meno que no se limita al islam). La reacci¨®n masiva frente al chantaje de los secuestradores tambi¨¦n ha expresado el rechazo de una "sociedad civil de origen musulm¨¢n" francesa a verse representada por las corrientes surgidas de los Hermanos Musulmanes, quienes, a trav¨¦s de su preponderancia en el Consejo Franc¨¦s del Culto Musulm¨¢n, dibujan d¨ªa tras d¨ªa los contornos confesionales de una fragmentaci¨®n de la sociedad francesa en comunidades enraizadas en identidades religiosas defensivas y avivan las brasas de la cuesti¨®n del velo en la escuela, bandera de identidad por excelencia de esta fragmentaci¨®n.
Mientras los grandes partidos franceses sigan con la pol¨ªtica del avestruz y se nieguen en la pr¨¢ctica a presentar en una posici¨®n elegible en los comicios legislativos, base de la representaci¨®n nacional, a unos candidatos con apellido de origen musulm¨¢n -sin que ¨¦stos tengan la vocaci¨®n de ser "diputados de los moros" m¨¢s que los diputados de origen jud¨ªo son "diputados de los israel¨ªes" o sus colegas de origen cat¨®lico "diputados de los galos"-, esta representaci¨®n nacional estar¨¢ sesgada y los activistas comunitaristas islamistas tendr¨¢n v¨ªa libre. En este terreno, la Francia republicana y asimiladora sufre un atraso parad¨®jico frente al Reino Unido y Alemania. Sin embargo, no es poco lo que est¨¢ en juego: se trata nada menos que de la capacidad de Europa para demostrar ante el mundo isl¨¢mico que sus ciudadanos de origen musulm¨¢n son la primera generaci¨®n surgida del universo del islam que participa en una sociedad democr¨¢tica cuyos beneficios est¨¢n vedados para la inmensa mayor¨ªa de los parientes que permanecen en la aldea en ?frica. Todo el mundo en el Magreb, en ?frica, en Pakist¨¢n o en Turqu¨ªa tiene un primo en Marsella, Birmingham, D¨¹sseldorf, Barcelona o Mil¨¢n. Est¨¢n pendientes de la evolu-
ci¨®n de este miembro de la familia, pr¨®xima o alejada, que participa al mismo nivel y en la realidad en el aggiornamento de la civilizaci¨®n musulmana heredada en contacto con la modernidad democr¨¢tica en el mismo lugar en el que ¨¦sta se elabora (mientras que en la aldea esto se vive por poderes, a trav¨¦s de la televisi¨®n por sat¨¦lite, Internet y sus efectos distorsionadores).
Con demasiada frecuencia, esta dimensi¨®n ejemplar tambi¨¦n se ve lastrada por las dificultades para el ascenso social de los j¨®venes pertenecientes a las ¨²ltimas generaciones de inmigrantes, muchos de los cuales proceden de pa¨ªses musulmanes. El ¨¢mbito de este malestar es un terreno predilecto del movimiento islamista que se esfuerza en convertir el des¨¢nimo en un rechazo de la sociedad "imp¨ªa" europea y en una cosificaci¨®n defensiva a nivel de la identidad que se proyecta en una Umma -una comunidad de creyentes mesi¨¢nica- cuyo mecanismo no deja de recordar al internacionalismo proletario de anta?o. No nos extra?e que los supervivientes del comunismo y del izquierdismo en el viejo continente hayan establecido, tanto dentro del Foro Social Europeo (FSE) como en diversas asociaciones de barrios desfavorecidos -sobre todo en V¨¦nissieux y en el gran Ly¨®n-, una alianza con los paladines del velo en la escuela. El dinamismo militante de estos ¨²ltimos transforma a los primeros en "compa?eros de ruta" y pone crudamente en evidencia su carencia de un proyecto, como han demostrado los ataques ampliamente divulgados de una inglesa conversa y portadora del velo contra la "Francia racista e islam¨®foba" en los bancos del FSE de Londres, en octubre de 2004, despu¨¦s de que Tarik Ramad¨¢n tuviera un papel destacado en el Foro de Par¨ªs en oto?o de 2003, en detrimento de los organizadores altermundialistas.
Esta batalla que se desarrolla en torno al futuro de los musulmanes en Europa y en la que la conquista de los medios de comunicaci¨®n es una cuesti¨®n de poder crucial, ya que se trata tambi¨¦n de una lucha de im¨¢genes, se dirime ya con fuerza en torno a la cuesti¨®n turca. Por un lado, el efecto de atracci¨®n de Europa ha obligado al AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), en el poder en Ankara -muchos de cuyos miembros salieron de la matriz de los Hermanos Musulmanes-, a disolver en el crisol democr¨¢tico de Bruselas la ideolog¨ªa islamista que hac¨ªa que Erbakan, la figura tutelar del islamismo turco, describiese a Europa como un "club judeocristiano" al que opon¨ªa un M-8 que agrupase a los grandes pa¨ªses musulmanes. Este factor se debe tanto a la presi¨®n del electorado del AKP, las clases ascendentes y piadosas de Anatolia deseosas de realizar las concesiones necesarias para fundirse en la prosperidad europea, como al tropismo europeo antiguo de las ¨¦lites pol¨ªticas turcas laicas que, a su vez, en gran n¨²mero son europeas "de origen", ya que proceden de Rumelia (la antigua parte europea del Imperio Otomano), y se instalaron en la Turqu¨ªa moderna durante los intercambios de poblaci¨®n de los a?os veinte. Pero, por otro lado, la integraci¨®n europea es tambi¨¦n, seg¨²n una ir¨®nica l¨®gica de frentes invertidos, la ocasi¨®n para los islamistas turcos de luchar contra el laicismo surgido con Atat¨¹rk, utilizando las libertades civiles europeas para convertir en l¨ªcito y promover, por ejemplo, el velo en la Universidad turca, a la vez que aportan el apoyo de su masa demogr¨¢fica a los Hermanos Musulmanes y salafistas franceses y dem¨¢s europeos que luchan a favor del velo en la escuela.
Como todas la batallas pol¨ªticas, la que implica al islam y a Europa no ver¨¢ a los diferentes protagonistas "salir del hamman igual que entraron", como dice el proverbio ¨¢rabe. Pero es necesario plantear los desaf¨ªos con claridad para que cada cual sepa c¨®mo definirse y con qui¨¦n identificarse.
Gilles Kepel es autor de Fitna, guerre au cœur de l'islam [Fitna, guerra en el coraz¨®n del islam] y es profesor de Ciencias Pol¨ªticas, c¨¢tedra de Oriente Medio y Mediterr¨¢neo. Traducci¨®n de News Clips.
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