La Luna, la teta y el eclipse
ERES UN LUN?TICO. Est¨¢s siempre en la Luna. Son expresiones cotidianas con las que se designa a alguien que tiene un comportamiento exc¨¦ntrico o extravagante. Que est¨¢ m¨¢s all¨¢ que aqu¨ª, vamos. Tal es el influjo que nuestro sat¨¦lite natural ejerce sobre los terr¨ªcolas que algunos han pretendido ver una supuesta influencia (mal¨¦fica, claro) en el comportamiento humano.
Los cambios peri¨®dicos de apariencia del disco lunar (fases) y hasta de color en los eclipses totales justifican su poder de seducci¨®n: refugio para melanc¨®licos, escenario de confidencias entre enamorados y objetivo de los primeros viajes espaciales, aunque sea a trav¨¦s de los sue?os (como en El sue?o, del astr¨®nomo Kepler) o la imaginaci¨®n (Cyrano y sus asombrosos m¨¦todos para alcanzar la Luna). No debe extra?ar que la blanca Selene haya sido inmortalizada en innumerables filmes, en escenas visualmente tan atractivas como el incre¨ªble vuelo, en bicicleta, del ni?o protagonista con el encapuchado extraterrestre de E. T. (1982) sobre un enorme disco lunar de fondo.
La teta y la Luna (1994), de Jos¨¦ Juan Bigas Luna, abunda tambi¨¦n en el uso de la Luna como elemento est¨¦tico. Se trata del ¨²ltimo filme de la denominada trilog¨ªa ib¨¦rica, de la que forman parte los tambi¨¦n inclasificables: Jam¨®n, jam¨®n (1992) y Huevos de oro (1993). El ni?o Tet¨¦ (Biel Dur¨¢n), celoso por el nacimiento de su nuevo hermano, le pedir¨¢ a la Luna una teta s¨®lo para ¨¦l: "Yo no entend¨ªa por qu¨¦ ten¨ªa que tomar leche de vaca mientras el monstruo mamaba de sus tetas". Ver¨¢ cumplido su deseo (o casi) al enamorarse de esa parte de la anatom¨ªa de Estrellita (Mathilda May), una francesa que se instala en el c¨¢mping de la localidad con su marido, pedomante en un n¨²mero de variedades. Tendr¨¢ como competidor a un adolescente, Miguel, que le dedica enardecidas serenatas flamencas (interpretado por el cantaor flamenco catal¨¢n Miguel Poveda).
No hace falta recurrir a la ficci¨®n para gozar (y gratis) de espect¨¢culos lunares como el reciente eclipse total de Luna, acontecido la madrugada el pasado 28 de octubre. Habituados al bombardeo continuo de im¨¢genes por parte de los medios de comunicaci¨®n (la "golosina visual", como lo ha definido Ignacio Ramonet), resulta hasta raro que uno puede maravillarse a¨²n por una exhibici¨®n semejante. Siempre que el tiempo lo permita, claro (no fue as¨ª en este caso).
Los eclipses de Luna acontecen cuando ¨¦sta penetra, en su periplo orbital, en el interior del cono de sombra creado por la Tierra al interponerse en el camino de los rayos luminosos solares. Debido al mayor tama?o de la Tierra, el cono de sombra es mayor que el tama?o de nuestro sat¨¦lite. Esto da lugar a varios efectos que diferencian estos eclipses de los de Sol (Ciberp@¨ªs, 9-10-2003). En primer lugar, los eclipses totales de Luna son m¨¢s comunes que los parciales, al rev¨¦s de lo que sucede en el caso de los eclipses de Sol. En segundo lugar, los eclipses de Luna son visibles desde todo un hemisferio terrestre (all¨ª donde es de noche durante el eclipse), al contrario que los solares, observables s¨®lo desde una peque?a regi¨®n de la Tierra. Adem¨¢s, su duraci¨®n es tambi¨¦n superior: llegan a extenderse hasta 1 hora y 44 minutos, frente a los aproximadamente 7 minutos y 30 segundos del eclipse solar total.
Cuando el disco lunar se halla dentro del cono de sombra (fase de totalidad), la Luna no desaparece. Adquiere, curiosamente, una tonalidad rojiza. Ello es debido a la iluminaci¨®n que recibe de los rayos solares que atraviesan, en incidencia rasante, la atm¨®sfera terrestre. Las mol¨¦culas y part¨ªculas en suspensi¨®n en el aire dispersan la componente azul de la luz blanca (esto explica por qu¨¦ el cielo se ve azul). La luz roja resulta desviada (refractada) hacia la zona del cono de sombra. Al incidir sobre la Luna eclipsada, ¨¦sta se ti?e de un color rojizo similar al que adquiere el cielo en las puestas o salidas de Sol. La tonalidad rojiza puede variar dependiendo de la atm¨®sfera terrestre.
El astr¨®nomo franc¨¦s Andr¨¦ Danjon estableci¨® una escala que clasifica los eclipses totales de Luna en cinco tipos seg¨²n el brillo de la Luna en el momento de la m¨¢xima totalidad: 0, eclipse muy oscuro, Luna pr¨¢cticamente invisible; 4, eclipse muy brillante, con coloraci¨®n rojiza brillante o anaranjada. Habr¨¢ que esperar hasta el 3 de marzo de 2007 para gozar de otra oportunidad.
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