La conjura de la Muqata
Dos miembros de la vieja guardia, Ahmed Qurei y Mahmud Abbas, han tomado el poder en ausencia del 'rais'
Diez a?os despu¨¦s de que los Acuerdos de Oslo llevaran a Yasir Arafat a Gaza en un regreso triunfal y multitudinario, el presidente palestino abandon¨® Ramala en silencio. Un centenar escaso de incondicionales le despidieron en el helipuerto de la Muqata mientras sus m¨¢s fieles guardaespaldas hac¨ªan esfuerzos por contener las l¨¢grimas. El anciano guerrillero de la OLP, aquejado por una misteriosa enfermedad, iniciaba a sus 75 a?os el viaje m¨¢s inquietante de su biograf¨ªa hacia un hospital de Paris. Todos compart¨ªan un mismo negro presentimiento sobre su improbable regreso.
Apenas el helic¨®ptero hab¨ªa iniciado su vuelo cuando los diferentes clanes pol¨ªticos empezaron un combate sordo y despiadado para acercarse a la presidencia. Los primeros en llegar fueron el primer ministro, Ahmed Qurei, de 67 a?os, y el secretario general de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina, Mahmud Abbas, de 69 a?os. Los dos compa?eros inseparables de Arafat. Ambos configuraron un frente herm¨¦tico que impidi¨® a cualquier otro aspirante acercarse hasta el poder. Son los m¨¢ximos representantes de una vieja guardia, despectivamente bautizada como los tunecinos porque vivieron los a?os de exilio junto con el presidente. Desde el primer momento en que se sintieron solos se han hecho con el mando.
Mahmud Abbas y Ahmed Qurei forman un equipo pol¨ªtico desprestigiado
El asalto al poder ha marginado a dirigentes m¨¢s j¨®venes, como Mohamed Dahlan
En poco menos de 48 horas los dos nuevos dirigentes convocaron a todas las instituciones de la c¨²pula de la Autoridad Palestina, desde la direcci¨®n del partido gubernamental de Al Fatah pasando por el consejo ejecutivo de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina, el Consejo Nacional de Seguridad, el Consejo Legislativo Palestino y el Comit¨¦ Isl¨¢mico y Nacional, que dirige la Intifada. Quer¨ªan asegurarse su lealtad, su compromiso a no disputarles el poder y la seguridad de que continuar¨ªan trabajando con aparente normalidad, como si la sombra de Arafat lo presidiera a¨²n todo.
"Queremos estar seguros de que las cosas suceder¨¢n fluidamente, de que las instituciones funcionen. A pesar de que el presidente est¨¢ indispuesto, hay un sistema pol¨ªtico en marcha", aseguraba en tono conciliador la diputada independiente Hanan Ashrawi, de 58 a?os, cristiana, catedr¨¢tica de ingl¨¦s, ex ministra de Educaci¨®n Superior y, en otro tiempo, una de las portavoces del sector cr¨ªtico palestino, enfrentado al presidente.
Los sublevados de la Muqata han logrado imponer un pacto de silencio incluso a los m¨¢s locuaces, como el ex ministro de comunicaci¨®n Yassir Abed Rabbo, uno de los promotores del Acuerdo de Ginebra, el mas ambicioso plan de pacificaci¨®n elaborado por israel¨ªes y palestinos. Desde su oficina en lo alto de la lujosa Torre de la Patria, Rabbo no puede ver el edificio de la Muqata, pero intuye que "las cosas no ser¨¢n f¨¢ciles". "Intentaremos coordinarnos lo mejor posible", explica.
Nadie en los territorios palestinos se atreve a discutir la dudosa "legitimidad" de los conjurados de la Muqata que se han hecho provisionalmente con el poder. Ni a recordar que los dos nuevos hombres fuertes de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas y Ahmed Qurei, configuran uno de los equipos pol¨ªticos m¨¢s desprestigiados y vilipendiados de Cisjordania y Gaza. Una reciente encuesta efectuada por el centro Palestinian Center for Policy and Survey Research, que dirige desde Ramala el profesor de Ciencias Pol¨ªticas la Universidad de Columbia Jalil Shikaki, colocaba a estos dos dirigentes en el furg¨®n de cola de la popularidad, con el apoyo de apenas un 3% de la poblaci¨®n para Ahmed Qurei y de un 2% para Mahmud Abbas. La encuesta colocaba por encima de ellos a seis dirigentes, entre ellos el inexpresivo Mahmud Zahar, m¨¢ximo l¨ªder de Ham¨¢s en el interior; el octogenario pacifista de Gaza Abdul Shafi o el ministro de Negociaciones, Saeb Erekat.
El ascenso del primer ministro Ahmed Qurei, junto con Mahmud Abbas, a presidente en funciones ha tenido lugar con absoluto desprecio hacia amplios sectores de la opini¨®n publica que reclaman desde hace meses su destituci¨®n. El 39% de la poblaci¨®n palestina reclamaba en marzo pasado su dimisi¨®n por incapacidad manifiesta para regir el gobierno. En septiembre, este porcentaje se elevaba a un 49%, mientras la popularidad de la oposici¨®n se incrementaba en un 53%.
El prestigio de Ham¨¢s desbancaba a Al Fatah en Gaza y se colocaba pr¨¢cticamente a su mismo nivel en Cisjordania. Todo ello sin olvidar las acusaciones permanentes de corrupci¨®n, mantenidas por el 88% de los encuestados, que ven a Qurei como uno de los responsables de la operaci¨®n de venta fraudulenta de cemento tra¨ªdo a bajo precio de Egipto para reconstruir las casas palestinas destruidas de la franja de Gaza, y que fue revendido a las empresas israel¨ªes que construyen el muro de separaci¨®n en Cisjordania.
Los resultados de la gesti¨®n de Ahmed Qurei al frente del gobierno, desde que en septiembre de 2003 fue nombrado primer ministro, son catastr¨®ficos: el diputado Saedi Mahmud al Krounz, ex responsable del Ministerio de Industria, director del comit¨¦ de finanzas del Parlamento, asegura que las arcas de la Administraci¨®n est¨¢n exhaustas y que la Autoridad Palestina no puede siquiera pagar los salarios del mes de octubre de la polic¨ªa ni los de los funcionarios de los ministerios.
La crisis financiera ha sido aceptada por el ministro de Econom¨ªa, Salam Fayyad, quien ha afirmado que la Autoridad Nacional Palestina s¨®lo puede hacer frente a menos del 45% de sus obligaciones pecuniarias. Los acontecimientos han obligado a dejar encima de la mesa una propuesta de un grupo de parlamentarios pidiendo la dimisi¨®n del primer ministro.
El asalto al poder de la vieja guardia ha permitido marginar a los dirigentes m¨¢s j¨®venes, encabezados por el coronel Mohamed Dahlan, de 44 a?os, jefe de la Seguridad Preventiva (cuerpo policial) de Gaza y l¨ªder mimado por Estados Unidos y la Uni¨®n Europea. Dhalan ha manifestado en los ¨²ltimos meses la ambici¨®n de convertirse en un sucesor del presidente. Pero sobre todo los nuevos responsables del poder en Ramala, han logrado apartar del escalaf¨®n presidencial al m¨¢ximo responsable del Parlamento Ruhi Fatuh, de 55 a?os, quien seg¨²n la Ley B¨¢sica ser¨ªa el ¨²nico sucesor legitimo de Arafat, durante un periodo provisional de 60 d¨ªas, mientras se celebraran elecciones y se decidiera un nuevo presidente a trav¨¦s de las urnas.
Fatuh, l¨ªder local de Al Fatah en el campo de refugiados de Rafah, en Gaza, pertenece tambi¨¦n a esta generaci¨®n joven. Desde la presidencia del Parlamento, a la que lleg¨® el pasado mes de abril, no ha cesado de denunciar la corrupci¨®n y la desidia de un Gobierno que ha provocado el caos en la franja de Gaza. Fatuh es un candidato inc¨®modo para convertirse en presidente aunque sea s¨®lo por dos meses. La vieja guardia no le perdona que el pasado mes de julio fuera uno de primeros en sublevarse contra el nombramiento de Musa Arafat como jefe supremo de las fuerzas policiales en Gaza.
Tampoco se le perdona que impulsara desde la C¨¢mara en septiembre una huelga parlamentaria de un mes contra Yasir Arafat por negarse a firmar las leyes aprobadas por los diputados o que persiguiera sin piedad y fronteras las redes de las corrupciones gubernamentales. Ahora, mientras prescinden de sus servicios, le acusan de "no estar preparado".
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