Los 'sin papeles' cruzan la frontera de la televisi¨®n

Durante 50 minutos, entre nueve y diez de la noche, millones de telespectadores franceses descubrieron la semana pasada la otra cara de esa emigraci¨®n ilegal que tanto agita los ministerios del Interior europeos y la opini¨®n p¨²blica m¨¢s sensible al discurso xen¨®fobo. La c¨¢mara de un periodista, Gregoire Deniau, permiti¨® que esos telespectadores viajaran con ¨¦l en una embarcaci¨®n de apenas seis metros para recorrer, de noche, los 100 kil¨®metros que separan la costa marroqu¨ª de Fuerteventura.

El viaje fue dur¨ªsimo: dos de los pasajeros murieron ahogados en una primera tentativa acabada en naufragio. Luego, durante 18 horas, hacinados, 20 subsaharianos, 5 magreb¨ªes y 2 franceses (los reporteros) tiritaron mientras bombeaban agua para evitar el hundimiento. Al fin, en el horizonte, tras superar dos aver¨ªas del motor asm¨¢tico de la barca, apareci¨® la isla canaria y, enseguida, una patrullera de la Guardia Civil que, con mucha autoridad, rescat¨® a los n¨¢ufragos voluntarios.

Deniau, instalado en Casablanca durante casi un a?o, logr¨® introducirse en la red de clandestinos que quieren viajar a Europa. "Un a?o atr¨¢s", explica el periodista, "la traves¨ªa se hac¨ªa por el Mediterr¨¢neo: era m¨¢s breve y menos peligrosa, pero ahora las autoridades marroqu¨ªes vigilan esa zona de costa". El resultado es que hay que partir de mucho m¨¢s al sur y, en vez de buscar la costa andaluza, apuntar hacia la canaria. "Me cobraron 1.000 euros por el viaje. Antes del primer naufragio ¨¦ramos 36. Los hombres que organizaban el viaje nos escondieron en el desierto durante varios d¨ªas, con un r¨¦gimen de una lata de sardinas para dos por d¨ªa al principio, y luego, unos mendrugos de pan y un poco de agua. Nosotros tuvimos que arreglar, con un poco de alquitr¨¢n y estopa, las v¨ªas de agua de la barca".

Varios de los subsaharianos que participan en el viaje no lo hacen por primera vez. Uno lleva cinco a?os intent¨¢ndolo, otro ya se ha hecho robar y enga?ar una vez, un tercero dice que prefiere una habitaci¨®n miserable en Europa que el hambre interminable en Senegal. Una mujer, con el pelo corto y una camisa muy holgada, vive entre todos ellos. La ayudan a ocultar su identidad sexual. "Si los ¨¢rabes supieran que es una mujer, la violar¨ªan". Entre negros y magreb¨ªes, el Cor¨¢n en com¨²n no basta para apagar el racismo. La mujer se hace fotografiar por el reportero franc¨¦s. "Quiero que env¨ªe esa foto a los m¨ªos para que sepan lo que estoy pasando y para que ninguno de ellos cometa el mismo error de querer marchar a Europa".

En Fuerteventura, atendidos por la Cruz Roja e interrogados por la Guardia Civil, saben que tienen que ocultar su nacionalidad durante 40 d¨ªas. "Basta con hablarles en el idioma de tu pueblo, con no decir nunca nada en ingl¨¦s o franc¨¦s. Los guardias civiles no nos entienden y no pueden repatriarnos" explica Ibrahim. Cuarenta d¨ªas despu¨¦s los env¨ªan a la pen¨ªnsula y all¨ª empezar¨¢n otra vida. En el cementerio de Fuerteventura queda el testimonio de las tumbas: "Emigrante desconocido". Un n¨²mero y una fecha.