La victoria de Bush
?Despu¨¦s de la victoria de Bush, qu¨¦ va a ocurrir? Hay quienes dicen que Bush va a "suavizar" su estrategia, sobre todo en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica internacional; lo que podr¨ªa significar una apertura hacia la cooperaci¨®n, aunque s¨®lo fuera porque, fortalecido por su victoria electoral, podr¨ªa dirigirse al mundo y, magn¨¢nimo, dejar a los dirigentes hostiles a su pol¨ªtica de caos la responsabilidad de despreciar la soberan¨ªa popular en EE UU. Una vez reelegido, encontrar¨¢ de todos modos o¨ªdos m¨¢s atentos fuera de EE UU, aunque s¨®lo fuese porque a muchos les parece peligroso dejarle actuar solo.
?Qu¨¦ puede ofrecer George W. Bush al mundo para realmente generar una adhesi¨®n m¨ªnima a su pol¨ªtica? Crear las condiciones de una asociaci¨®n internacional m¨¢s amplia sobre Irak, negociar una salida de este pa¨ªs con el apoyo de la comunidad internacional, abrir un verdadero di¨¢logo con Teher¨¢n y Corea del Norte, reactivar la Hoja de Ruta en Oriente Medio, dialogar sobre todos los temas en vez de imponer unilateralmente su visi¨®n.
Pero este hipot¨¦tico giro no resistir¨ªa m¨¢s que algunos meses al peso de la realidad: el Ej¨¦rcito de EE UU est¨¢ comprometido en una derrota y la resistencia del pueblo iraqu¨ª pertubar¨¢ estas ilusiones. De hecho, Bush ser¨¢ probablemente obligado aumentar el contingente americano, multiplicando as¨ª las destrucciones, los muertos y el odio del pueblo iraqu¨ª. De todos modos, es evidente que tal medida provocar¨ªa una reacci¨®n brutal de los iraqu¨ªes, aun los m¨¢s moderados y favorables a una soluci¨®n pac¨ªfica: ser¨ªa una vietnamizaci¨®n del conflicto que podr¨ªa durar por lo menos cuatro a?os m¨¢s, y que Bush podr¨ªa dejar como herencia a un nuevo presidente de EE UU.
M¨¢s vale no imaginar lo que ser¨ªa Irak en este caso, o qui¨¦n saldr¨¢ vencedor de esta batalla, incluso en el seno mismo de la resistencia. Pero si se recuerda que ni el vecino Ir¨¢n, ni Arabia Saud¨ª, ni tampoco Al Qaeda, quieren ver llegar al poder a los nacionalistas laicos, a los dem¨®cratas moderados, todo hace pensar que los islamistas acabar¨¢n por tomar este pa¨ªs. La ayatollazaci¨®n de Irak no debe ser excluida, no m¨¢s que una partici¨®n del pa¨ªs. Sea lo que sea, las decisiones de pol¨ªtica exterior tomadas por Bush durante su primer mandato le impedir¨¢n probablemente ir m¨¢s lejos en este eventual cambio de rumbo. Ha ca¨ªdo en la trampa de Irak.
En cualquier caso, lo sabremos muy r¨¢pidamente: si unos guerreros como Condoleezza Rice -quien encarna hasta la caricatura la excitaci¨®n de los halcones estadounidenses- o Paul Wolfovitz -representante de la alianza entre la Administraci¨®n Bush y el Likud israel¨ª- son colocados en responsabilidades gubernamentales claves, las cosas ser¨¢n muy claras. Bush ha hecho una campa?a que prepara esta reorientaci¨®n: ha navegado sobre la ideolog¨ªa de la seguridad, sobre el fundamentalismo identitario, sobre una visi¨®n apocal¨ªptica del resto del mundo. La estrategia internacional de Bush puede resumirse en una f¨®rmula: es una mezcla de mesianismo armado y de paranoia nacionalista.
En pol¨ªtica interior, hay que esperar la reducci¨®n de los escasos restos de pol¨ªtica social existentes, el refuerzo de una pol¨ªtica que favorecer¨¢ a los privilegiados, la exacerbaci¨®n del conservatismo moral y religioso (la Iglesia, que apoy¨® a Bush, tiene una revancha que cobrarse contra los sectores modernos de la sociedad en cuestiones como los matrimonios entre homosexuales).
Podemos subrayar algunos elementos importantes de la reciente votaci¨®n en EE UU: en primer lugar, la conjunci¨®n del voto popular y el de las capas medias, no para favorecer el cambio, sino en una situaci¨®n de repliegue social, cultural y pol¨ªtico. Repliegue social relacionado con los efectos de la mundializaci¨®n liberal, que desestabilizan fuertemente el estatus de estas capas intermedias, tanto en EE UU como en todo el mundo: precarizaci¨®n y flexibilidad del trabajo, incertidumbre sobre el futuro, descenso de la eficacia de las pol¨ªticas sociales. De all¨ª, la vuelta de una forma de maltusianismo de los derechos sociales, que estas capas quisieran reservarse para ellas solas. En una sociedad tan cruelmente individualista como la sociedad estadounidense, eso lleva a la exacerbaci¨®n de la competencia entre los beneficiarios de esas pol¨ªticas. Es la fibra que Bush hizo vibrar, al abogar por la baja de los impuestos y alabar la sociedad competitiva, en favor de los "ganadores", y represiva con los "perdedores". Es la famosa idea de la "ownership society", es decir, de la privatizaci¨®n integral del v¨ªnculo social. Ahora bien, ¨¦ste es el discurso al que Kerry no supo contestar: se content¨® con proponer ideas vagas sobre la solidaridad sin de veras tomar en cuenta la necesidad de enfrentarse radicalmente al discurso ultraliberal sobre lo social.
En segundo lugar, el p¨¦ndulo del tablero pol¨ªtico estadounidense se ha volcado mucho en los ¨²ltimos a?os hacia la derecha y la extrema derecha; los dem¨®cratas, en vez de oponerse a esta evoluci¨®n, se han, en su gran mayor¨ªa, sometido a ella. De all¨ª tambi¨¦n su incapacidad para enfrentarse culturalmente a los conservadores. Pues el deterioro de las condiciones sociales se ha vuelto, parad¨®jicamente, un tema que favorece m¨¢s la derecha que la izquierda. Thomas Frank acaba de publicar un libro con ¨¦xito titulado What's the matter with Kanzas? Seg¨²n ¨¦l, los pobres cada vez m¨¢s pobres votan a los republicanos porque ¨¦stos saben hablarles en un lenguaje popular de clase, basado en unos valores muy tradicionales, siempre tranquilizadores en ¨¦pocas de desesperanza. Es un discurso que difundi¨® Bush a lo largo de su campa?a, por medio de espacios televisados muy ingeniosamente preparados por el publicitario Michael Gerson y Karl Rove (es ¨¦l quien le salv¨® del alcoholismo al hacerle descubrir la voz del "verdadero" Dios, protestante y fundamentalista). La cuesti¨®n de la identitad se ha vuelta decisiva en Am¨¦rica, y eso con el tel¨®n de fondo de un gran repliegue cultural.
Este repliegue traduce una evoluci¨®n profunda de las mentalidades. Est¨¢ relacionado con el aborrecimiento de la contracultura de los a?os sesenta y setenta, acusada de haber favorecido un hedonismo destructor de las relaciones familiares; un multiculturalismo considerado como responsable de quebrar la unidad ideol¨®gica angloamericana del pa¨ªs; un mestizaje con unas consecuencias ¨¦tnicas supuestamente devastadoras, y por fin un cosmopolitismo que perjudica las bases de la potencia americana en el mundo. Bush supo, a trav¨¦s de una campa?a electoral demag¨®gica y populista, utilizar este miedo cultural en su beneficio.
El ex ministro de Trabajo de Clinton Robert Reich define justamente este peligro en The American Prospect: "La derecha fue capaz de tornar la rabia de la clase obrera en resentimientos mucho m¨¢s culturales que econ¨®micos porque nadie supo explicar a la Am¨¦rica profunda lo que est¨¢ pasando hoy en d¨ªa (...). La guerra de clase cultural gana cuando la c¨®lera no tiene otro medio deexpresi¨®n. Los republicanos hablan con un lenguaje de clase desprovisto de econom¨ªa. La tarea de las fuerzas progresistas es la de colocar de nuevo el debate en el ¨¢mbito econ¨®mico".
Es Bush quien gan¨®. Pero la explicaci¨®n ya no es solamente social o cultural, estriba tambi¨¦n en una mudanza pol¨ªtica significativa. Se encuentra en el efecto 11 de septiembre y en el debilitamiento impresionante de la conciencia pol¨ªtica que tuvo como consecuencia. Los mecanismos de representaci¨®n pol¨ªtica son cada vez m¨¢s pervertidos por estrategias publicitarias que disminuyen considerablemente el nivel del debate pol¨ªtico; los ataques personales, las acusaciones moralizadoras, se han convertido en temas mayores del debate pol¨ªtico. Bush no ha dejado de repetir, a lo largo de la campa?a, las mismas f¨®rmulas sencillas sobre los temas m¨¢s complicados: "Kerry no es digno de confianza porque cambia de idea; la econom¨ªa va bien e ir¨¢ mejor si la gente acepta responsabilizarse; Kerry quiere un Estado que os roba, yo quiero que el Estado os deje en paz y que no tome lo que ten¨¦is en los bolsillos, etc¨¦tera". Esta ret¨®rica surte efecto en un pa¨ªs en el que el individualismo es el corolario de la incultura pol¨ªtica. El efecto de simplificaci¨®n que resulta de toda situaci¨®n de guerra, incluida la que se libra en contra del terrorismo, el discurso maniqueo que lo sustenta, hacen casi imposible toda deliberaci¨®n dem¨®cratica basada en el intercambio de argumentos razonados. Es el reinado absoluto de la opini¨®n arbitraria y de la ideolog¨ªa cegadora, envueltas en unos esl¨®ganes publicitarios. Este mercado de las ideas pol¨ªticas est¨¢ permanentemente fabricando ignorancia. De ah¨ª la utilizaci¨®n masiva, a escala industrial, de la tragedia del 11-S. Despu¨¦s de ese atentado, George W. Bush decidi¨® hacer de ello el triunfo mayor de su reelecci¨®n futura; lo enfoc¨® todo en torno a este asunto, desde la destrucci¨®n del r¨¦gimen de los talibanes en Afganist¨¢n hasta la invasi¨®n de Irak. Bush jug¨® con todos los factores para ganar. Los americanos hicieron la elecci¨®n de prorrogar su Administraci¨®n. Para los pueblos que experimentan el yugo de su pol¨ªtica, un periodo cruel se prolonga. Quer¨ªamos una Am¨¦rica sabia, respetuosa de los derechos de los pueblos y de la gente. Tendremos un poder guerrero.
Sami Na?r es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Par¨ªs VIII, y profesor invitado de la Universidad Carlos III.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.