Sin sustancia
Un concierto de la estupenda Orquesta del Siglo de las Luces con Frans Br¨¹ggen a su frente es, en teor¨ªa, una buena cosa. Si el programa no es habitual y presenta algunas curiosidades, pues miel sobre hojuelas. Pero si lo raro no tiene demasiada facundia y el resto no emociona, pues qu¨¦ quieren que les diga, es como perder un poco el tiempo, unos y otros. No es que el concierto fuera malo, en absoluto. Lo que pasa es que careci¨® de sustancia, pues la ¨²nica obra que la pose¨ªa verdaderamente -la Suite n? 1 de Bach- se hizo con la correcci¨®n m¨ªnima exigible a tan buenos m¨²sicos y ni un ¨¢tomo m¨¢s. La formaci¨®n inglesa es excelente, Br¨¹ggen sabe lo que tiene entre manos, pero la audiencia no vibr¨® en ning¨²n momento. Antes de la Suite se hab¨ªan ofrecido una Chacona de Purcell -con alg¨²n buen momento a cargo sobre todo de la cuerda grave, donde forma la gran Chi-chi Nwanoku-, una Passacaglia de Marini, un extra?o Concierto para ¨®rgano de Bach y el Concierto en re mayor de Stravinski.
Orquesta del Siglo de las Luces
Frans Br¨¹ggen, director. Lisa Beznoisuk, flauta. Obras de Purcell, Marini, Bach, Stravinski y Quantz. Auditorio Nacional. Madrid, 10 de noviembre.
Lo de Stravinski merece p¨¢rrafo aparte, pues el mismo mi¨¦rcoles por la ma?ana Br¨¹ggen hab¨ªa afirmado en rueda de prensa que era l¨®gico tocarlo con instrumentos originales, pues se trata de una obra inspirada en el clasicismo. Lo peregrino de la afirmaci¨®n -sorprendente en alguien de la seriedad del m¨²sico holand¨¦s y por eso s¨®lo entendible como broma- se puso de manifiesto en una realizaci¨®n sonora que nada ten¨ªa que ver con un Stravinski que, seguramente -menudo era-, se retorci¨® en su tumba veneciana. Esperemos que nadie intente lo mismo, no s¨¦, con Pulcinella. No ya por aquello de aplicar id¨¦ntico respeto al que los partidarios de los instrumentos originales ped¨ªan cada vez que alguien no experto pon¨ªa sus sucias manos sobre un repertorio que no habr¨ªa de entender, sino, sobre todo, porque es una bobada.
Lisa Beznosiuk fue formidable solista en el grato sin m¨¢s Concierto en sol mayor de Quantz, en el que la orquesta le acompa?¨® sin director. Siempre afinada, con muy bello fraseo ¨¢gil y elegante, hubo de ver -como el organista Robert Howarth en la primera parte- c¨®mo su sonido se perd¨ªa en el espacio de la sala sinf¨®nica del Auditorio, un lugar inadecuado para una m¨²sica que pide m¨¢s intimidad.
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