Heridas de lo visible

Nombre b¨¢sico dentro del frente generacional que emerge en la pl¨¢stica espa?ola en el exaltado horizonte de los ochenta, Curro Gonz¨¢lez (Sevilla, 1960) ha acabado imponi¨¦ndose a la postre como el talento m¨¢s s¨®lido, y de mayor alcance, de todo el n¨²cleo surgido en la escena sevillana de aquellos a?os, muy por encima de otras figuras de ascensi¨®n tan rauda como temprano eclipse. Por ello mismo resulta del todo ins¨®lito que, siendo uno de los pintores m¨¢s intensos e inquietantes del panorama actual, la evoluci¨®n de su trabajo no haya podido verse en Madrid en el curso de la ¨²ltima d¨¦cada, con excepci¨®n de las obras puntualmente incluidas en algunas colectivas.

De ah¨ª el extraordinario inter¨¦s de esta nueva muestra personal del artista, en su reencuentro efectivo con el p¨²blico madrile?o tras un par¨¦ntesis de once a?os. Con el t¨ªtulo de La herida, presenta en esta ocasi¨®n un conjunto de nueve telas fechadas en 2004, dos de ellas de colosal formato panor¨¢mico, que incorporan las principales querencias e inflexiones distintivas de su singular cosmos visionario. El registro m¨¢s agrio corresponde, en ese sentido, a los desoladores escenarios que despliega en el desguace de Chatarra y en Coda, la composici¨®n de formato m¨¢s ambicioso, con su suburbial alegor¨ªa apocal¨ªptica. Por su parte, el inter¨¦s por las aberraciones ¨®pticas queda reflejado en la distorsi¨®n de los objetos y tipograf¨ªas contempladas a trav¨¦s de cristales esf¨¦ricos en Howl y Wanted, obras que componen adem¨¢s una reformulaci¨®n de la divisa referente a la paridad entre pintura y poes¨ªa en clave de esa "presencia", a decir del artista, "que finalmente narre su propio desvanecimiento". Perversi¨®n de lo visible, a su vez, en las anatom¨ªas grotescas de Abrazo o La ventana americana, tal como perversiones conceptuales se reiteran con todas y cada una de las mordaces y desconcertantes articulaciones jerogl¨ªficas que Curro Gonz¨¢lez cifra en sus im¨¢genes, donde el logro mayor, a mi juicio, se sit¨²a sin duda en la met¨¢fora del viaje circular del soberbio Atractor.