EE UU: qu¨¦ ha ocurrido, y algunas predicciones

En las recientes y enconadas elecciones presidenciales, los dos partidos hicieron un esfuerzo enorme para movilizar a votantes de todas las edades, y tuvieron un ¨¦xito considerable. Los dem¨®cratas lograron movilizar a quienes consideraban que la guerra de Irak es un error y un crimen, los que estaban indignados por las mentiras descaradas con las que se hab¨ªa intentado justificar, y los que opinaban que la pol¨ªtica econ¨®mica del presidente George W. Bush es fiscalmente irresponsable y no tiene en cuenta las verdaderas carencias profesionales, educativas y m¨¦dicas del sistema estadounidense actual. Los republicanos movilizaron a los que sent¨ªan que la "guerra contra el terrorismo" necesitaba que Bush siguiera al frente y los que consideraban que es preciso defender los valores tradicionales del patriotismo, la religi¨®n y la familia nuclear contra el esp¨ªritu mundano, el secularismo y los derechos de los homosexuales.

Todo indica que, en los dos pr¨®ximos a?os, Bush intentar¨¢ llevar a cabo su programa de pol¨ªtica nacional, absolutamente conservador

A diferencia de muchos colegas m¨ªos en el campo de las ciencias sociales, yo creo que la reacci¨®n visceral de las personas ante un individuo determinado tiene tanta influencia en su voto como las posiciones de los candidatos sobre los temas importantes. Para la gente, Bush era un hombre totalmente seguro de sus convicciones y sus gestos eran los del "hombre de la calle", a pesar de que sus v¨ªnculos familiares y pol¨ªticos le identifican, sin lugar a dudas, con la aristocracia social y econ¨®mica tanto de la Costa Este (Yale, casa de verano en Maine, etc¨¦tera) como del Sur (Tejas, el petr¨®leo, la cultura de las armas, la caza y la pesca). Kerry era un hombre de gran inteligencia y cultura, claramente mucho mejor que Bush en los debates, pero no un "hombre de la calle", por m¨¢s que dejara de pronunciar la "g" para imitar la pronunciaci¨®n plebeya de los verbos ingleses, se fotografiara con un rifle y vestido de cazador o contara cu¨¢nto quer¨ªa a su esposa, su familia y su pa¨ªs. El m¨¢s popular de los presidentes progresistas y heterodoxos que ha tenido Estados Unidos, Franklin Roosevelt, nunca ocult¨® que hablaba como correspond¨ªa a alguien educado en Harvard, usaba mecheros de lo m¨¢s elegantes y su "amigo" m¨¢s querido era un fox terrier de pura raza.

?Qu¨¦ tipo de pol¨ªticas vamos a ver en los pr¨®ximos cuatro a?os? Voy a confiar en que la clara euforia de Bush, porque esta vez ha sido genuinamente elegido y no colocado en el cargo por una decisi¨®n del Tribunal Supremo, signifique que, aparte de la "guerra contra el terror" -que para ¨¦l es, estoy convencido, un compromiso religioso-, en su segundo mandato va a ser m¨¢s moderado y menos agresivo y herm¨¦tico. No obstante, todo indica que, en los dos pr¨®ximos a?os (todos los presidentes tienen menos poder real en los ¨²ltimos a?os de su segundo mandato), va a hacer el m¨¢ximo esfuerzo para llevar a cabo su programa de pol¨ªtica nacional, absolutamente conservador. Sus portavoces y los periodistas propensos a la exageraci¨®n repiten sin cesar que es el presidente que ha obtenido m¨¢s votos en la historia de Estados Unidos (cosa l¨®gica porque el n¨²mero de votantes fue mayor que nunca). Logr¨® el 51% de los votos, frente al 48% del senador Kerry; un margen que no le llena precisamente de autoridad.

Aun as¨ª, ya ha anunciado varios objetivos. Intentar¨¢ aplicar nuevos recortes en los impuestos de la renta y de sociedades como los que, hasta ahora, han beneficiado principalmente al 1% o 2% m¨¢s rico de la poblaci¨®n (rebautizado como la "clase media"). Intentar¨¢ privatizar en parte la seguridad social [el sistema de pensiones], porque, en su opini¨®n, los trabajadores j¨®venes actuales merecen tener la oportunidad de decidir c¨®mo invertir sus aportaciones de forma m¨¢s rentable que con el actual sistema de gesti¨®n p¨²blica. Asimismo, va a proponer planes de salud de financiaci¨®n privada a los que el Gobierno contribuya mediante cr¨¦ditos fiscales para ayudar a pagar las primas. Dado el predominio republicano tanto en la C¨¢mara de Representantes como en el Senado, es muy posible que consiga realizar estos cambios, con el consiguiente fil¨®n para las legiones de agentes de bolsa y de seguros que prometer¨¢n magn¨ªficos dividendos a unos trabajadores cansados que no saben nada de finanzas, pero comparten la idea instintiva, tan corriente en Estados Unidos, de que la gesti¨®n privada siempre es mejor que la p¨²blica.

Luchar¨¢ para que se revoque la legislaci¨®n ambiental actual, que impide a las compa?¨ªas petrol¨ªferas hacer perforaciones en Alaska y varios posibles lugares frente a las costas. Desde luego, continuar¨¢ con la costumbre -iniciada por Reagan- de designar para las distintas comisiones reguladoras a personas que anteriormente hayan pertenecido a los grupos de presi¨®n de los sectores que supuestamente deben regular. Tambi¨¦n tras la pista de Reagan, y puesto que el vicepresidente Cheney ha proclamado claramente en la campa?a que "los d¨¦ficit no importan", los republicanos seguir¨¢n con la pol¨ªtica de gasto desenfrenado, sin previsiones de pago, de la que siempre han acusado a los dem¨®cratas. Con una peque?a diferencia: los republicanos despilfarran en sistemas de armas y "guerra de las galaxias", mientras que los dem¨®cratas despilfarraban en servicios sociales.

Adem¨¢s, el presidente Bush espera poder nombrar a un n¨²mero importante de jueces federales de tendencia conservadora, y sabemos, por frecuentes declaraciones suyas, que los jueces a los que m¨¢s admira son Clarence Thomas y Anthony Scalia, los dos magistrados m¨¢s conservadores de los que componen en la actualidad el Tribunal Supremo. Con la ayuda del poder legislativo -controlado por los republicanos- y el poder judicial, espera defender los "valores familiares" y reforzar las distintas restricciones de las libertades civiles ya incluidas en la Ley de Seguridad del Territorio.

En cuanto a los asuntos internacionales, lo m¨¢s peligroso de la pol¨ªtica de Bush es que ha favorecido que el imperio ruso reconstruido por Putin y el escandaloso trato de los palestinos por parte de Sharon se justifiquen como elementos de la "guerra contra el terrorismo". Las democracias europeas tienen que ejercer todas sus habilidades diplom¨¢ticas, como Gobiernos individuales y como miembros de la Uni¨®n, para lograr que la Administraci¨®n de Bush vea los matices en diversas situaciones de conflicto; en concreto, que comprenda que la violencia de los chechenos, los kurdos, los palestinos y los iraqu¨ªes, as¨ª como algunas formas no tan conocidas de violencia pol¨ªtica en ?frica y Asia, no pueden interpretarse ni resolverse calific¨¢ndolas simplemente de "terrorismo", sino que es preciso hacer un an¨¢lisis pol¨ªtico y alcanzar compromisos, y que Estados Unidos debe participar en esas tareas por ser la m¨¢xima potencia del mundo de hoy.

Antes de concluir, debo mencionar varios factores que tal vez no se entienden demasiado bien en Europa, donde a la gente le cuesta comprender el comportamiento de los estadounidenses. Desde nuestra Guerra Civil, entre 1861 y 1865, el Partido Republicano ha representado a la mayor parte de la aristocracia social y econ¨®mica, pero tambi¨¦n a la mayor¨ªa protestante tradicional -partidaria de los "valores familiares" y el "Dios bendiga a Am¨¦rica"- presente entre los ricos, la clase media y los pobres. Los dem¨®cratas han representado siempre a coaliciones cambiantes de grupos que se sent¨ªan excluidos de la plena aceptaci¨®n y respetabilidad: cat¨®licos, jud¨ªos, negros, hispanos, obreros, profesionales e intelectuales, insatisfechos con el sistema capitalista y las jerarqu¨ªas de poder e influencia. Por eso siempre les ha resultado m¨¢s dif¨ªcil encontrar dirigentes capaces de contentar a los grupos de intereses rivales dentro del partido. Franklin Roosevelt, los tres hermanos Kennedy y Bill Clinton son los ¨²nicos dem¨®cratas del siglo pasado que lograron contar con la lealtad de todas esas coaliciones; y por eso despertaban un odio tan entusiasta por parte de la mayor¨ªa republicana convencional.

En general, la mayor¨ªa no suele ser agresiva y se dedica a "pensar en sus asuntos", pero nunca ha sido antifascista ni revolucionaria, y ha dado su aprobaci¨®n a muchas dictaduras de derechas, incluida, en los a?os ochenta, la de Sadam Husein. Entre 1936 y 1941, con una serie de discursos cuidadosamente elaborados, Franklin Roosevelt se propuso educar al pueblo estadounidense sobre la amenaza del nazismo. En 1940, despu¨¦s de que los nazis conquistaran Europa occidental, tom¨® la decisi¨®n administrativa (es decir, sin un tratado que exigiera la confirmaci¨®n del Senado) de proporcionar ayuda naval a Inglaterra, y en 1941 aprob¨® otra medida similar, la de enviar material militar a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, tras la invasi¨®n nazi. Pero hizo falta que los japoneses atacaran Pearl Harbor para que Estados Unidos entrara en guerra, del mismo modo que no entr¨® en la Primera Guerra Mundial, en 1917, hasta que Alemania no emprendi¨® la guerra submarina sin restricciones y se produjeron muertes de marinos y pasajeros estadounidenses.

Por ¨²ltimo, la importancia del 11-S ha sido fundamental. Hasta entonces, ni republicanos ni dem¨®cratas se hab¨ªan sentido inseguros y aterrorizados en su propio terreno. Los europeos y los asi¨¢ticos ten¨ªan d¨¦cadas de experiencia con el terrorismo antes del 2001. Pero para los norteamericanos fue una conmoci¨®n absoluta, y hoy no podr¨ªa ganar ninguna elecci¨®n en Estados Unidos alguien que no prometa ganar la "guerra contra el terror", aunque es de esperar que no tarde mucho en aparecer alg¨²n dirigente capaz de comprender que la ocupaci¨®n de Irak ha convertido el pa¨ªs en semillero de grupos terroristas.

Gabriel Jackson es historiador estadounidense. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.