Tolerancia traicionada
Han causado profundo estupor en toda Europa los acontecimientos que han tenido lugar en Holanda a partir del asesinato, a comienzos de mes, del cineasta Theo van Gogh, autor de una pel¨ªcula sobre las mujeres y el islam. Decenas de mezquitas y escuelas cor¨¢nicas han sido atacadas y tambi¨¦n, en represalia, algunas iglesias cristianas. Algo ins¨®lito en la sociedad considerada m¨¢s tolerante y liberal de Europa.
Ya parece claro que Van Gogh fue v¨ªctima del terrorismo islamista. Existen pruebas de los v¨ªnculos de los autores con atentados previos como el de la Casa de Espa?a en Casablanca (Marruecos), el 16 de mayo de 2003, que caus¨® 45 muertos, y de sus contactos con c¨¦lulas islamistas en Espa?a y otros pa¨ªses europeos. La alarma tiene varias razones. Todos los pa¨ªses con fuerte inmigraci¨®n musulmana temen que la muerte de Van Gogh y las reacciones posteriores de odio sean s¨®lo el principio de un fen¨®meno de imprevisibles consecuencias. Todos los pa¨ªses del continente -tambi¨¦n Espa?a- son ya conscientes de que los terroristas que amenazan su seguridad y la convivencia no son comandos llegados de fuera, sino musulmanes que viven permanentemente y en parte han crecido en los pa¨ªses donde act¨²an.
Ello ha reavivado el debate sobre integraci¨®n y multiculturalismo. Por una parte comienza a reconocerse, con pesar, que ciertos argumentos -como la falta de voluntad de integraci¨®n y la hostilidad hacia el orden liberal-democr¨¢tico- que se ignoraban en aras de la tolerancia, han adquirido un peso innegable en la opini¨®n p¨²blica, seg¨²n revelan las encuestas. El fen¨®meno es visible en particular en ciertos guetos ¨¦tnico-religiosos de las grandes ciudades, y afecta sobre todo, seg¨²n algunos estudios, a la segunda generaci¨®n inmigrante, una parte de cuyos componentes canaliza sus frustraciones por la v¨ªa del fundamentalismo.
La situaci¨®n se ha agravado dr¨¢sticamente en los ¨²ltimos a?os y en Holanda se han vivido escenas que incrementan los riesgos de una escalada del resentimiento. Los partidos democr¨¢ticos y el Estado de derecho no pueden ignorar este fen¨®meno si no quieren que a la amenaza islamista, ya generalizada en Europa, se una la del ultraderechismo xen¨®fobo. La tolerancia no justifica dejar de aplicar la ley en determinados barrios o hacer la vista gorda hacia la aparici¨®n de focos de agitaci¨®n y activismo contra las libertades, los derechos humanos o la igualdad de sexos. Pero esos valores tambi¨¦n obligan al Estado democr¨¢tico a defender a los musulmanes pac¨ªficos, la inmensa mayor¨ªa de los 900.000 que viven en Holanda, que han condenado el asesinato de Van Gogh. Perseguir a todos los musulmanes para identificar a los radicales violentos s¨®lo servir¨¢ para aumentar el n¨²mero de estos ¨²ltimos.
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