El fuel se solidifica en el PP

Aquel 1 de diciembre de 2002 en que la lluvia y los ecos del Nunca M¨¢is golpearon durante horas las piedras venerables de Santiago de Compostela perseguir¨¢ a Manuel Fraga hasta el final de su carrera pol¨ªtica. Ese domingo h¨²medo y brumoso, mientras la mayor multitud que se recuerda en Galicia gritaba su indignaci¨®n por las r¨²as de Santiago, a Fraga le estall¨® sobre la mesa de su consejo de Gobierno una divisi¨®n interna que se rumiaba desde a?os atr¨¢s y que, hasta entonces, siempre se hab¨ªa detenido ante la autoridad del veterano presidente. Aquel d¨ªa, el fuel del Prestige invadi¨® las entra?as del PP gallego. Y ah¨ª sigue, dos a?os despu¨¦s.

Aunque nadie lo dice en p¨²blico, casi nadie lo niega en privado. Destacados dirigentes de los dos sectores que pugnan por la sucesi¨®n de Fraga confiesan que la magnitud de su crisis interna nunca ser¨ªa la misma sin la conmoci¨®n social y pol¨ªtica que desat¨® la cat¨¢strofe. "Lo dice la oposici¨®n y est¨¢ en lo cierto. Todo lo que est¨¢ pasando ahora es una consecuencia del Prestige", apunta un miembro prominente del sector enfrentado a la direcci¨®n nacional del PP. "Aquello revel¨® que en el partido hab¨ªa dos visiones. La de los que pensamos primero en Galicia, y la de los que se limitan a cumplir lo que les dicen desde Madrid".

La magnitud de la crisis interna no ser¨ªa igual sin la conmoci¨®n que desat¨® la cat¨¢strofe

Desde la otra acera del partido se difunde una versi¨®n distinta, pero que tampoco niega la influencia decisiva de los acontecimientos de hace dos a?os. "Desde tiempo atr¨¢s arrastr¨¢bamos una contradicci¨®n interna", reflexiona uno de los dirigentes que m¨¢s se han significado en su adhesi¨®n al l¨ªder nacional del PP, Mariano Rajoy. "De un lado, estamos los que defendemos una postura liberal y un galleguismo al servicio de una visi¨®n de Espa?a. De otro, los que pretenden perpetuar una pol¨ªtica ruralista que se alimenta del reparto de favores. Todo eso aflor¨® a ra¨ªz del Prestige. Y llegados a este punto, ya no se resolver¨¢ hasta que el presidente se decante por uno de los dos".

Aquel 1 de diciembre, a pesar de ser domingo, Fraga hab¨ªa convocado a todo su Gobierno para responder a lo que ya se adivinaba como una movilizaci¨®n hist¨®rica. A la sede de la Xunta llegaban las noticias de una multitud que no cesaba de crecer y fue entonces cuando las dos facciones chocaron de frente. De un lado se alz¨® la voz de Xos¨¦ Cui?a, el consejero de Obras P¨²blicas al que los barones rurales promov¨ªan como candidato a suceder a Fraga. "Don Manuel, tenemos que tomar la iniciativa", pidieron Cui?a y los suyos. Reclamaban que la Xunta movilizase sus propios recursos sin esperar a las instrucciones del Gobierno y sin reparar en limitaciones presupuestarias. Tambi¨¦n pretend¨ªan que se fuera condescendiente con algunas de las demandas de Nunca M¨¢is, como la apertura de una investigaci¨®n en el Parlamento gallego. Los consejeros alineados con la direcci¨®n nacional del partido replicaron a Cui?a. Y el debate deriv¨® en bronca.

Desde ese d¨ªa hasta el 16 de enero de 2003, cuando Fraga oblig¨® a Cui?a a dimitir, se sucedieron las intrigas. El entonces consejero de Obras P¨²blicas sostiene ante sus ¨ªntimos que Fraga le prometi¨® la vicepresidencia de la Xunta, lo que equival¨ªa a auparle como sucesor. Sus rivales aseguran que fue ¨¦l quien se postul¨® ante un presidente atribulado por las circunstancias. En ¨²ltimo t¨¦rmino, Fraga se pleg¨® a los designios de Rajoy. El fundador del PP se present¨® ante la direcci¨®n del partido para "suplicar", seg¨²n su propia expresi¨®n, que le ayudasen a "retirarse con dignidad". Fraga ped¨ªa inversiones para aplacar la indignaci¨®n popular. De esa solicitud desesperada naci¨® el Plan Galicia, que en el departamento de Obras P¨²blicas de la Xunta ya no gestionar¨ªa Cui?a, forzado a dimitir tras revelarse que una empresa suya hab¨ªa vendido una peque?a partida de material para la limpieza del chapapote. Una amarga iron¨ªa para Cui?a quien, en su af¨¢n de evitar las salpicaduras del fuel, hasta hab¨ªa hecho un donativo a Nunca M¨¢is a trav¨¦s de una de sus sociedades.

A partir de entonces, se produjo el "achicamiento de la figura de Fraga", como lo define el catedr¨¢tico de Pol¨ªticas y ex secretario general de AP de Galicia, Xos¨¦ Luis Barreiro, en un libro reciente, A lecci¨®n do Prestige. "Y ya nadie pudo cerrar la fractura abierta", corrobora un ex consejero de Fraga. En 2005 habr¨¢ elecciones en Galicia, y el presidente de la Xunta se enfrentar¨¢ a un fantasma particular que ¨¦l mismo ha confesado: "Espero y pido a Dios no dejar en herencia una derrota electoral".