Ha llegado una estrella
Adecuado, adem¨¢s de precioso, t¨ªtulo el que Marcos Ord¨®?ez ha puesto a este libro sobre Ava Gardner, una suerte de reportaje biogr¨¢fico de la popular estrella de Hollywood centrado, sobre todo, en los a?os que vivi¨® en Madrid. Marcos Ord¨®?ez (Barcelona, 1957) autor de, entre otras, las novelas Rancho aparte (1997), Puerto ?ngel (2000), Tarz¨¢n en Acapulco (2001) y Comedia con fantasmas (2002) es, tambi¨¦n, cr¨ªtico teatral y profesor de narrativa audiovisual en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. La enumeraci¨®n de los ¨¢mbitos a los que Ord¨®?ez se dedica (novela, teatro, lenguaje cinematogr¨¢fico) y las caracter¨ªsticas de sus novelas, en las que integra mundo del espect¨¢culo, m¨²sica, pl¨¢stica y personajes que surgen de las artes esc¨¦nicas, del cine y de la canci¨®n, nos muestran a un autor que gusta abandonarse -aunque consciente y cr¨ªticamente- a la llamada de ese eco nost¨¢lgico que dejan los grandes mitos de la pantalla o del teatro a su paso por este mundo, y que posee, adem¨¢s de una fuerte vocaci¨®n para ir m¨¢s all¨¢ de la imagen p¨²blica de esos ¨ªdolos en busca de sus mortales entra?as. Sin embargo, no quiere esto decir que Beberse la vida sea un libro nost¨¢lgico. Como en otros de sus t¨ªtulos, Ord¨®?ez apunta -y apunta fieramente- a la cr¨ªtica. Y, especialmente, aqu¨ª, lo hace a la cr¨ªtica de unos a?os, de una ¨¦poca y de un pa¨ªs que, como era la Espa?a de los cincuenta y sesenta, surg¨ªa del tercermundismo al son marcado por el fantasmal tintineo del d¨®lar prometido por los pactos hispano-norteamericanos de 1953.
BEBERSE LA VIDA. AVA GARDNER EN ESPA?A
Marcos Ord¨®?ez
Aguilar. Madrid, 2004
341 p¨¢ginas. 16,50 euros
Ava Gardner lleg¨® a Espa-
?a en 1950, para el rodaje de Pandora y el holand¨¦s errante, dirigida por Robert Lewin e interpretada por James Mason y el actor, poeta y torero Mario Cabr¨¦, y subyugada por los toros, la Feria de Sevilla y la vida nocturna barcelonesa, primero, madrile?a despu¨¦s, se instal¨® definitivamente en Madrid en 1953. Era ya "el animal m¨¢s bello del mundo", se hab¨ªa casado y divorciado dos veces (la primera, con Mickey Rooney), ambos matrimonios hab¨ªan durado s¨®lo un a?o, periodo de tiempo que, fuere con quien fuere, le demostraba que su ansiosa sed no era ¨²nicamente de alcohol si pod¨ªa saciarse en compa?¨ªa. Se instal¨® en Madrid, primero en el Castellana Milton y, m¨¢s tarde, en una casa (Las brujas) que compr¨® en La Moraleja y, luego, en un lujoso ¨¢tico, en Doctor Arce, donde era vecina de Per¨®n, a quien se daba el gustazo de increpar a gritos cada vez que se lo ped¨ªa el cuerpo (cargado de alcohol). A trav¨¦s de declaraciones de personas que conocieron a Ava Gardner en aquella ¨¦poca y de cr¨®nicas aparecidas en revistas, Ord¨®?ez recompone las noches de una ciudad a caballo entre la miseria econ¨®mica y cultural en que la Guerra Civil y el franquismo sumieron al pa¨ªs y la opulencia de unas gentes (actores extranjeros, marqueses, americanos de la Embajada y de la CIA, toreros) que tomaron los restaurantes y locales del Madrid nocturno (Riscal, Lhardy, Chicote...), donde, a puerta cerrada hasta primeras horas de la ma?ana, se entregan al jolgorio en compa?¨ªa de prostitutas y artistas flamencos. Jes¨²s Garc¨ªa Due?as, Teddy Villalba, vicepresidente de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematogr¨¢ficas en aquellos a?os y actual gerente de la Escuela de la Cine de la Comunidad de Madrid; Paco Miranda, pianista de algunos clubes nocturnos de la ¨¦poca; Antonio Recoder, abogado de la Gardner, y, entre otros, Julio Torrija, cronista de Cinemundo y representante de actores, son algunos de los testimonios cuyo relato recoge Marcos Ord¨®?ez en estas p¨¢ginas. Y algunos de estos testimonios son en verdad impagables, como la descripci¨®n que Jaime Arias hace de la inauguraci¨®n del hotel Castellana Milton, en 1953, a la que asistieron Ava Gardner, Gary Cooper, Merle Oberon, Van Hefflin y periodistas de Hollywood. Madrid era entonces la capital europea de la producci¨®n cinematogr¨¢fica estadounidense debido a las muchas ventajas que ofrec¨ªa un pa¨ªs atrasado, que estaba rompiendo su aislamiento, es decir, que empezaba a aparecer en los mapas mentales de los americanos del norte dedicados al negocio del cine como un lugar altamente beneficioso: bajos salarios de los t¨¦cnicos espa?oles, muchas horas de luz natural, "flexibilidad sindical", como prometieron las autoridades franquistas refiri¨¦ndose al sindicato vertical, escudo que proteg¨ªa a las grandes productoras contra cualquier tipo de reivindicaci¨®n laboral, privilegios fiscales... Y en ese Madrid, Ava Gardner, protegida por la amistad de Frank Ryan (jefe de los servicios de inteligencia estadounidense en Espa?a), Aline Griffith, duquesa de Quintanilla (estrella de la CIA), y algunos altos cargos de la Embajada norteamericana, derrochaba su vitalidad, su belleza y su talento convirti¨¦ndose en una leyenda a la que Marcos Ord¨®?ez ha sabido darle humanidad.
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