La batalla valenciana del PP
El Gobierno de la Comunidad Valenciana es una de las joyas en manos del Partido Popular. Por eso es tan interesante el congreso que se clausura hoy, domingo, en Valencia, y la forma en la que se desarrolle la batalla entre los dos sectores en lucha, representados por el actual presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y por el ex ministro y ahora portavoz parlamentario en Madrid, Eduardo Zaplana. Y el papel, escaso, que haya representado en todo ello la direcci¨®n nacional del partido y, muy particularmente, Mariano Rajoy.
El nuevo presidente del PP tiene todav¨ªa, a ojos de algunos de sus militantes, una imagen poco definida que despierta dudas sobre su capacidad interna de control y decisi¨®n. Las broncas desatadas en torno a algunos congresos regionales (como los de Galicia y la propia Comunidad Valenciana) no parece que est¨¦n ayudando a cambiar esa imagen. El congreso de Valencia servir¨¢ m¨¢s para calibrar la fuerza y el futuro de Zaplana, no s¨®lo en esa comunidad, sino, sobre todo, dentro de la organizaci¨®n nacional del PP, que la del propio Rajoy.
Nadie espera una "reactivaci¨®n" en serio del PP y de Mariano Rajoy antes de enero, cuando ya hayan acabado los congresos regionales y provinciales del partido
"No es cierto que estemos dando la impresi¨®n de estar bajos de tono", asegura un miembro de la direcci¨®n popular pr¨®ximo al presidente del partido. Lo que sucede, seg¨²n su criterio, es que el PP ha iniciado el proceso de renovaci¨®n de congresos regionales y provinciales en un escenario inesperado, es decir, en la oposici¨®n, y que Rajoy cree que ese proceso se desarrolla mucho mejor sin intervenciones radicales de Madrid.
"En Valencia ya qued¨® claro que la mayor¨ªa de los compromisarios iban a apoyar a Paco Camps, tal y como pidi¨® el presidente del partido", explica este directivo. Admite, sin embargo, que no qued¨® tan claro que se le fuera a hacer caso en cuanto a formar listas de integraci¨®n entre las dos corrientes, ni que Rajoy tenga la capacidad de desactivar realmente esa guerra interna y no s¨®lo de aplazarla moment¨¢neamente.
En cualquier caso, parece que el reacomodo regional y provincial del PP, que acabar¨¢ aproximadamente sobre el 20 de diciembre, ha limitado la imagen exterior del PP y del propio Mariano Rajoy. Nadie espera en el PP una reactivaci¨®n "en serio" antes de enero, una vez pasadas las navidades.
Poder pol¨ªtico
El gobierno de las comunidades aut¨®nomas se convierte siempre en un objetivo con "valor pol¨ªtico a?adido" cuando un partido se encuentra en la oposici¨®n y, adem¨¢s, al principio de una legislatura. Son las ¨²nicas zonas en las que puede desplegar un aut¨¦ntico poder pol¨ªtico. Eso es precisamente lo que sucede ahora en el Partido Popular, que ha reducido su ¨¢rea de poder a siete comunidades: Valencia, Madrid, Galicia, Baleares, La Rioja, Castilla y Le¨®n y Murcia.
Valencia, como s¨ªmbolo del arco mediterr¨¢neo, tiene una importancia econ¨®mica y pol¨ªtica especial, y una historia muy rica en divisiones internas dentro de los partidos pol¨ªticos. En el caso del PP, la divisi¨®n principal se est¨¢ produciendo en el grupo parlamentario auton¨®mico. Camps, como presidente de la Generalitat, tiene una mayor¨ªa absoluta de 48 esca?os, pero una parte importante, 20 parlamentarios, ha demostrado una fidelidad sin tacha a Eduardo Zaplana, hasta el extremo de amenazar veladamente con crear un Grupo Mixto si no se respeta la memoria de su jefe de filas (y, obviamente, el reparto de poder).
Los acuerdos o desacuerdos a que llegue el congreso regional este fin de semana no modificar¨¢n definitivamente el hecho de que Francisco Camps dispone en esta legislatura de un grupo parlamentario en precario. Los que se definen a s¨ª mismos como partidarios de Zaplana han ido aumentado la presi¨®n a lo largo de estos meses y no parece que tengan preparado un cambio de estrategia.
Lo m¨¢s curioso es que los zaplanistas afirman que ellos representan el sector m¨¢s liberal y abierto, mientras que Camps, dicen, se ha sumado a la vieja guardia de AP y a un cierto sentimiento cristiano-dem¨®crata. En la direcci¨®n nacional rechazan este tipo de distinciones y aseguran que la pelea se basa en un simple pulso de poder, sin rasgos ideol¨®gicos a?adidos. Camps, explican, es un pol¨ªtico de "nueva generaci¨®n", protegido por la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢, con la que fue concejal, y uno de los valores emergentes del PP.
"Los recelos se producen porque un equipo, el de Camps, est¨¢ desplazando a otro, el de Zaplana", explican. Los recelos se han agravado precisamente porque Zaplana ya no es ministro (ni vicepresidente del Gobierno, como lleg¨® a pensar) y su antiguo equipo sabe que tiene que resistir en Valencia, sin ceder parcelas de poder porque no podr¨¢ tenerlas en el Gobierno de la naci¨®n por lo menos en bastantes a?os.
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