El 'hombre chip'
El cient¨ªfico brit¨¢nico Kevin Warwick introduce implantes electr¨®nicos en su cuerpo para "actualizar" su organismo
"A todos los que quer¨¢is seguir siendo humanos, tengo que deciros una cosa: en el futuro, ser¨¦is una subespecie". Kevin Warwick hablaba ante un auditorio abarrotado de gente muy joven. El pol¨¦mico cient¨ªfico ingl¨¦s present¨® el mi¨¦rcoles pasado en Madrid, invitado por el British Council, sus teor¨ªas sobre la superioridad de los organismos cibern¨¦ticos y la necesidad de que los humanos se "actualicen" para no ser eliminados por ellos. No es algo nuevo; la literatura y el cine de ciencia-ficci¨®n est¨¢n repletas de historias sobre m¨¢quinas inteligentes que intentan aniquilar al g¨¦nero humano. Pero Warwick ha ido m¨¢s all¨¢. Ha introducido implantes electr¨®nicos en su propio organismo, y lo ha hecho en dos ocasiones, convirti¨¦ndose as¨ª en el primer ciborg de la historia. Es un visionario adelantado a su tiempo, dicen sus defensores; es un showman que s¨®lo busca publicidad, rebaten sus detractores. Ajeno a las pol¨¦micas, el cient¨ªfico asegura que ser un ciborg le gusta y que, en el futuro, el humano evolucionado ser¨¢ como ¨¦l: Kevin Warwick 2.0, actualizado en dos ocasiones gracias a la tecnolog¨ªa.
En 2002, una pareja le pidi¨® que implantara un 'chip' rastreador como el suyo a su hija
Un ciborg es un organismo mitad humano, mitad cibern¨¦tico, como el que populariz¨® Ian Holm en Alien y, sobre todo, Arnold Schwarzenegger en Terminator. Warwick, profesor de Cibern¨¦tica en la Universidad de Reading (Reino Unido), creci¨® fascinado por la rob¨®tica y la ciencia-ficci¨®n. En particular, reconoce la influencia de El hombre terminal, de Michael Crichton. En esta obra, un hombre que sufre episodios de violencia y paranoia conecta su cerebro a una computadora dise?ada para contrarrestar los s¨ªntomas de su enfermedad mediante impulsos el¨¦ctricos. El cient¨ªfico reconoce que esta idea fue la que le "inspir¨®" a estudiar qu¨¦ ocurrir¨ªa si vinculara su sistema nervioso a un ordenador.
El primer experimento, el que cre¨® al Kevin Warwick 1.0, tuvo lugar en 1998. Los cirujanos implantaron en su antebrazo izquierdo un dispositivo de radiofrecuencia. El chip, que se mantuvo nueve d¨ªas, permit¨ªa localizar al profesor y facilitaba su identificaci¨®n: por ejemplo, las luces de su oficina se encend¨ªan y apagaban seg¨²n entrara o saliera de ella. Fue "divertido", recuerda Warwick.
La tecnolog¨ªa es real. Ya se utiliza para localizar coches o animales perdidos, as¨ª que su uso en humanos es posible. Pero tiene implicaciones ¨¦ticas que el cient¨ªfico ya ha tenido que afrontar. En 2002, tras el secuestro y asesinato de las ni?as brit¨¢nicas Jessica Chapman y Holly Wells, una pareja de Reading le pidi¨® a Warwick que implantara el dispositivo de rastreo a su hija. Sin embargo, el profesor explica que la iniciativa se desech¨® tras escuchar la opini¨®n en contra de varias asociaciones brit¨¢nicas de protecci¨®n a la infancia. El cient¨ªfico asegura que recibe todav¨ªa "al menos una petici¨®n semanal" de personas que quieren que se les implante el chip rastreador.
"Cuando se invent¨® el tel¨¦fono o Internet mucha gente tambi¨¦n pens¨® que la intimidad se perder¨ªa, y es cierto que ¨¦ste es un paso m¨¢s", reflexiona, pero a?ade: "Habr¨¢ gente que no quiera hacerlo, pero la cuesti¨®n es si debes frenar a los que quieren conseguirlo".
Mucho m¨¢s complejo fue crear a Kevin Warwick 2.0. El profesor implant¨®, de nuevo, un chip en su brazo izquierdo, pero esta vez para conectar su sistema nervioso a un ordenador. Lo que Warwick pretend¨ªa demostrar es que el cerebro puede emitir se?ales que el ordenador entiende, lo que tendr¨ªa incre¨ªbles implicaciones, por ejemplo, para personas que sufren paraplejia: podr¨ªan mover objetos con s¨®lo pensar en ello. El cient¨ªfico conect¨® su chip a una mano mec¨¢nica, y esper¨®. Reconoce que en las primeras semanas no ocurri¨® nada y que vivi¨® una "monta?a rusa emocional" hasta que un d¨ªa consigui¨® que la mano mec¨¢nica se abriera y cerrara a ¨®rdenes de su cerebro.
El trabajo de Warwick ha sido elogiado y criticado con el mismo entusiasmo. Ha escrito m¨¢s de 400 art¨ªculos para Time, Newsweek, Discover o New Scientist y es doctor honoris causa por varias universidades. Mientras, diversas p¨¢ginas web descalifican con sorna cada uno de los experimentos del "Capit¨¢n Ciborg", como le llaman. Pero ¨¦l dice no sentirse afectado por nada de lo que se dice de ¨¦l: "Nadie ha hecho nunca algo parecido. ?A qui¨¦n le importan las cr¨ªticas?".
Warwick mantuvo su segundo implante durante tres meses. Asegura que "no fue doloroso" y que su cuerpo no s¨®lo no lo rechaz¨® sino que, incluso, cuando los cirujanos lo extrajeron, "comprobaron con sorpresa que los tejidos corporales hab¨ªan arropado al implante". Su cuerpo, explica, hab¨ªa asumido convertirse en ciborg.
Y es que Warwick considera que los humanos pueden y deben ser actualizados. Las m¨¢quinas son superiores porque tienen, al menos, cinco cualidades de las que carecemos: poseen una memoria casi ilimitada, una capacidad de c¨¢lculo extraordinaria, la posibilidad de comprender m¨¢s de tres dimensiones o cinco sentidos -pueden captar ultrasonidos o emitir infrarrojos- y, finalmente, pueden comunicarse sin hablar. Lo que muchos consideran el mayor avance del g¨¦nero humano es,seg¨²n Warwick, "una forma anticuada" de comunicar pensamientos. As¨ª que, argumenta, si no reconocemos nuestra inferioridad y utilizamos nuestros conocimientos para mejorar, la inteligencia artificial terminar¨¢ superando y aniquilando a la humana: "El ser humano es s¨®lo superior en comprender bromas o disfrutar de la m¨²sica. Pero ¨¦stas son cosas que, francamente, s¨®lo preocupan a los humanos".
El cient¨ªfico reconoce que conseguir que los seres humanos fusionen sus capacidades con las de las m¨¢quinas es a¨²n ciencia-ficci¨®n, pero cree que sus experimentos demuestran que no lo ser¨¢ por mucho tiempo. Los que acepten el plan 1.0 podr¨¢n pasar por las aduanas sin esperar colas o salir del supermercado sin pagar. Y quienes opten por el proyecto 2.0, y conecten su sistema nervioso a un ordenador, podr¨¢n controlar sistemas inform¨¢ticos. Por eso, los humanos actualizados constituir¨¢n una nueva superespecie. Capaces de mover objetos o comunicarse por telepat¨ªa formar¨¢n una nueva clase social, como describi¨® magistralmente Alfred Bester en El hombre demolido.
Este escenario aparentemente apocal¨ªptico de seres superiores, chips que rastrean humanos y ordenadores que controlan cerebros es el para¨ªso de Warwick. "S¨ª, hay un riesgo", dece, "pero para los que no se actualicen".
El cient¨ªfico prepara ya su tercera actualizaci¨®n, la m¨¢s peligrosa. Dentro de unos 10 a?os estar¨¢ preparado para implantar un chip directamente en su cerebro, que controle objetos conectados a su sistema nervioso. "He sido un ciborg, y ya no hay forma de que siga siendo un simple humano", explica. As¨ª que, parafraseando al ciborg m¨¢s famoso de la historia, el cient¨ªfico brit¨¢nico asegura: "Volver¨¦".
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